lunes, 16 de diciembre de 2013

La máquina aventadora

En otro momento tuvimos ocasión de hablar del bieldo y recogíamos los lamentos del agricultor que aún no poseía la máquina aventadora: él no tenía el aire “comprao”. Y habrá quien diga, ¿pero se podía comprar el aire? Pues sí señor, se podía comprar el aire, y hasta dirigir su dirección a voluntad.

Ya tenemos la mies trillada y sólo esperamos que Eolo despierte y ponga en marcha los ventiladores. En el momento que el rey se despereza, toda la familia se pone en pie, coge su bieldo y se dirige a la era antes de que al dios se le ocurra echarse la siesta. Pero hay otro agricultor, que también tiene su mies trillada y quiere separar el grano de la paja, pero que, sin embargo, está tan tranquilo. A este último no le preocupa si el monarca tiene sueño o no. Este último, miró un día en el cajón de la cómoda (o bajo la baldosa de la cocina) y encontró unas pesetas. Con ellas se marchó a la Íscar, Casasola de Arión, Vitoria o cualquier otro lugar de fabricación, y compró aire en forma de máquina aventadora y por eso hoy, mientras uno piensa que el despertador del que tiene el ventilador en sus manos se ha estropeado y el rey no se levantará, el otro desayuna tranquilamente, arrastra su flamante máquina beldadora hasta la era y empieza a separar el grano de la paja, causando envidia en su vecino que no puede mas que lamentarse de su situación.

Como todos los inventos, hay que retrotraerse a los orígenes de la máquina aventadora para darle la importancia que, en su momento, tuvo un artilugio que ahora permanece anclado en el pequeño puerto en el que en otro tiempo fue recibido con gran admiración, y en algunos museos de unos pocos nostálgicos que aún quedamos repartidos por nuestra piel de toro.


Máquina aventadora
En la era, estadio en el que tantas veces ignoró al dios de los vientos, allí es donde se observan muchos restos de una máquina que otrora causara tanta admiración y envidia, y que tan gran servicio prestó al agricultor. Allí, el sol, la lluvia y el viento, con el que tantas veces compitiera, han acabado por convertir en chatarra a un artilugio que consiguió dotar al agricultor de un poquito de la tan sublime independencia que todo ser humano necesita y, me atrevería a decir, que más que nadie el agricultor castellano.

Tan olvidada, creo, está la máquina aventadora que me veo en la obligación de acercarla al montón de la trilla y ponerla en marcha para que algún diccionario (DCT. Página 257) tenga ocasión de acercarse hasta ella y ver lo que era el proceso seguido para separar el grano de la paja con la máquina que tan gran avance supuso para el agricultor y cuyo funcionamiento puede apreciarse en el vídeo que se incluye en la parte final de esta entrada.

Acercamos la aventadora al pez o tal vez al montón de un solo pico de mies trillada, y para que el aire no nos rebote y nos eche el tamo encima, comprobamos la dirección de la posible brisa que pudiera soplar, y la asentamos. Un hombre se agarra a la manivela y emulando al dios de los vientos provoca un vendaval al hacer girar las aspas. Al mismo tiempo provoca un movimiento de vaivén en el cuerpo de cribas comenzando la separación del grano y la paja.

Otro bracero (nunca mejor utilizado el nombre) coge el gario y comienza a traspasar mies trillada desde el montón de trilla hasta la tolva de la máquina (ver vídeo).

Por el movimiento de vaivén, el tenedor va haciendo que paja y grano lleguen al cuerpo de cribas donde el grano y las grancias (granzas), por su mayor peso, caerán por los amplios agujeros de la criba espajadora, mientras que la paja, impulsada por el aire producido por las aspas, será lanzada por la parte delantera, donde otro gario la recogerá y la lanzará hasta el pajero. El grano y las grancias caerán por el granero hasta el suelo desde donde, con la pala de madera, se irán recogiendo separándolo hasta el muelo que, de momento, forman grano y grancias. Hasta aquí la primera pasada que se llamaba espajar, esto es, separar la paja del grano con las grancias.

Dos tipos de gario
Demasiado rápido, pero ya hemos espajado, acercamos la máquina al muelo y cambiamos las cribas de espajar por otro grupo: el de acribar (cribar).

Badil usado para elevar el grano hasta la tolva
El bracero que manejaba el gario ha cambiado de herramienta y ahora, con el badil, se encargará de que la tolva de la máquina siempre esté llena (para que el cribado sea perfecto no debe faltar grano en la tolva). Con la tolva llena, la manivela comienza a girar, se abre la tolva y ya no se debe parar. Las grancias irán a parar a la granciera y el grano llegará hasta la chapa del granero y por ella se deslizará hasta el suelo, donde unas veces con la pala de madera se retirará hasta el muelo -ahora ya limpio de polvo y paja- y otras, se recibirá a la caída con la media fanega para -entonces sí- ensacarlo.

Estoy en condiciones de asegurar que si había un trabajo duro, ese era medir con la media fanega debajo del bombo de la máquina, máxime cuando en vez de un badil eran dos los que abastecían la tolva. Como se me daba bien, pues siempre me tocaba cargar con el “muerto” (y la media fanega siempre a comolgo).

Había otro compartimento dentro de la máquina que se encargaba de recoger tierra y semillas; se llamaba ratonera (también infierno, terrero, registro…). Este compartimento no necesitaba ser limpiado más que de tarde en tarde, dado que lo que a él caía no era más que granos sin importancia, semillas de malas hierbas y tierra.

Estaba dotada la máquina de otro elemento que no por lo sencillo dejaba de ser muy interesante, imprescindible diría yo. Era el baleo o abaleo (cualquiera de las dos acepciones era usadas por el agricultor, y no estoy hablando de escoba). Con este mecanismo se regulaba para evitar que el grano con menor peso se le fuera al agricultor junto con la paja. Veamos, con un caso concreto, para que no quede ninguna duda al respecto: ni todos los años, ni siquiera todas las fincas tenían el mismo nivel de granazón, motivo por el que si el grano tenía menos peso y las aspas de la máquina dan el mismo aire es lógico que el grano fuera arrastrado con la paja perdiéndose en el pajero. Había un caso más claro, veamos: hemos aventado el trigo y dado que su peso es más elevado que el de otros cereales no hemos tenido ningún problema. Pero a continuación queremos aventar la avena, que también forma parte de la cosecha. Si no disponemos de algún elemento que pueda auxiliarnos, buena parte de la avena se nos va con la paja, pero tanto en el primer caso como en el segundo un simple mecanismo nos soluciona el problema: una tabla a la que se le ha añadido un engrane con un sistema de corredera. Claro está que si bien el grano no tiene el peso óptimo, siempre pesa más que la paja y por eso se nos escapará por la parte más baja. Pero el agricultor que se da cuenta sube la tabla (baleo o abaleo) unos centímetros y el grano es atrapado antes de escapar al pajero; es decir: el agricultor al que tanto le costó traer el grano hasta la era no puede permitir que en el último momento se le vaya, y para impedirlo ¿qué ha hecho? Pues sencillamente subir la tabla unos centímetros, o sea subir el baleo. Con este sencillo movimiento el grano será retenido haciéndolo caer junto con las grancias (granzas).

Y hasta aquí nuestra torpe y breve explicación con la que hemos querido dejar sentado la importancia que en su momento tuvo la máquina aventadora para el agricultor de la primera mitad del siglo XX (y antes también) que, a su manera, pudo comprar el aire del que tan necesitado estaba a la hora de separar el grano de la paja.

Con ello creo que la hemos rescatado, un poco, del olvido. Porque si lo que recordamos es que ensacaba el grano, esa no era la máquina aventadora; esa era la máquina ensacadora (quizás otro día hablemos de ella).

Y no quiero terminar sin traer hasta aquí la ensalada de tomate y pepino que, avanzada la tarde, llegaba hasta la era para, a la sombra que proyectaba la aventadora, los sufridos currantes pudieran tener un respiro mientras degustaban la ensalada que, os lo puedo asegurar, sabía a glorias, ya no sé si más la ensalada o el descanso.

Y aquí y ahora, una vez más, quiero rendir homenaje al botijo recién llegado de la fuente vieja con el agua que “se pasaban los dientes”.

Como final a mis comentarios sobre la máquina aventadora, quiero presentar este extraordinario vídeo (click en la palabra) tomado de internet que, creo, hace bueno el dicho: “una imagen vale más que mil palabras”. Está claro que ha sido rodado, con mucho acierto, para la ocasión. Por eso echamos de menos el montón de cereales voluminoso, la pala de madera para retirar el grano bajo el bombo… por lo demás chapeau por sus autores y extraordinarios actores. Espero que llegue a todas partes interesadas en la cultura que se nos ha ido, y a los institutos y colegios que, como obra de consulta, tienen a su alcance un diccionario que entre otras cosas dice -en su página 257- que la aventadora ensacaba el grano.

Tres tipos de pala para remover el grano
Mi agradecimiento al autor/es de este documento porque es testigo fiel de lo que fue el trabajo de aventar los cereales allá por la primera mitad del siglo XX y finales del XIX.

PALABRAS DE USO POCO CORRIENTE USADAS EN ESTE ESCRITO
  • ABALEO.- Dispositivo regulador del posible escape del grano hacia la paja (baleo). Observ. Estaba compuesto por una tabla y un engrane corredera que permitía ser regulado en altura.
  • ACRIBAR.- Separar el grano de la paja dejándolo limpio (cribar). Observ. En el caso de la máquina aventadora era separar el grano de las grancias (granzas)
  • AVENTADORA.- Máquina generadora de viento, dotada de movimiento de vaivén en el cuerpo de cribas, que el agricultor aprovechaba para separar el grano de la paja.
  • BALEO.- Dispositivo que regulaba el posible escape del grano hacia la paja. >Abaleo.
  • BIELDO.- Instrumento de madera para aventar la mies en la era. Observ. Está formado por un mango de madera, largo, sobre otro transversal del que salen varios dientes (cinco o seis) en forma de pequeñas palas.
  • BOMBO.- Parte de la máquina aventadora donde se alojan las aspas o abanicos, productores del viento.
  • BRACERO.- Persona no especializada, cuyo trabajo principalmente depende de la fuerza de sus brazos.
  • COMOLGO (a).- Llenar la media fanega de forma que rebose por todas partes. Observ. Aquel medidor que sacaba la media fanega a comolgo en la era, cuando se ensacaba el grano, era (no es redundancia) un buen medidor.
  • CUERPO DE CRIBAS.-. Parte de la máquina aventadora sobre el que se alojan las cribas y que por estar dotado de movimiento de vaivén fue capaz de sustituir a la mano del hombre para separar el grano de la paja.
  • CRIBAR.- Separar el grano de la paja mediante cribas. >Acribar. Observ. En el caso de la máquina aventadora separar el grano de las grancias.
  • EOLO.- Dios de los vientos en la mitología griega.
  • ERA.- Espacio destinado a la trilla de cereales y legumbres.Observ. Había eras particulares y de propiedad municipal que mediante el pago de una cuota eran usadas por los vecinos para trillar.
  • ESPAJADORA.- Criba que por sus características se empleaba para separa el grano y las grancias de la paja.
  • ESPAJAR.- Separar la paja de las grancias y el grano.
  • GARIO.- Útil de madera formado por un mango largo al que al final se le añade un travesaño del que parten seis, o más, dientes en forma de palas y al que, para aumentar su capacidad, se le añade un soporte con el que se forma una malla. Observ. El gario, por su fragilidad y gran capacidad, sólo se usaba para manejar la trilla y la paja (hay diccionarios que jamás han visto un gario, o eso parece).
  • GRANAZÓN.-Acción y efecto de granar (buena granazón, buen grano)
  • GRANCIA.- Paja gruesa y espiga sin desgranar que queda junto con el grano después de espajar. >Granza.
  • GRANZA.- Ver grancia.
  • MUELO.- Montón de grano limpio que se forma después de acribar.
  • PAJERO.- Montón grande de paja que queda después de espajar la trilla (el otro pajero nada tiene que ver con la era, si no es ocasionalmente).
  • PARVA.- Mies extendida en la era para trillarla, o ya trillada.
  • RATONERA.- Compartimento dentro de la aventadora donde iban a caer las posibles semillas de hierbas y la tierra. > Infierno, terrero, registro...
  • TOLVA.- Parte de la máquina aventadora (parte superior) en forma de tronco de pirámide invertida, sobre la que se vertía la trilla, o el grano, para que fuera cayendo de forma controlada sobre las cribas en la tarea de espajado o cribado. Observ. Disponía de un mecanismo de apertura o cierre, a voluntad, para regular la caída de la trilla o el grano (su accionamiento era similar al baleo).
  • TRILLA.- Estado en el que queda el cereal o la legumbre después de pasarlos por, el, o con el trillo. Observ. Pasado por el, si el trillo es mecánico. Y pasado con el, si el trillo es de tracción animal.
  • TRILLAR.- Pasar la mies por el, o con, el trillo para triturarla y separar el grano de la paja.


Camporredondo Enero de 2002



domingo, 1 de diciembre de 2013

El bieldo

Transitaba yo -un día más, entre pinos- por los caminos, carriles, cotarros, laderas y senderos del resinero y del pastor, cuando se acercó un agricultor a charlar un rato conmigo y, tras echar un vistazo por mis cosas, me espetó: ¿no crees que ya es hora de contar algo más sobre las demás actividades del campo? ¿O en tu vida sólo había resineros y pastores? ¿O no arabas, sembrabas, segabas, atabas, acarreabas, tendías, trillabas, acamizabas, movías la aventadora, medías con la media fanega, costaleabas, pisabas el pajar… Me hizo pensar, y recordé que hace un tiempo algo dije sobre estas actividades que ahora me recordaba. Busqué y encontré esto que conté en el año 2002. Y cuando hoy llamó mi atención una página en internet que, a mi modo de ver, no hacia justicia a la dura tarea de que hablaba el escrito, decidí presentaros lo que entonces escribí.


 “Emilio ya puede estar tranquilo, tiene el aire comprao”


Nos contaba Aurelio Criado (nacido en 1911) cómo su abuelo hacía este comentario al referirse a la operación de separar el grano de la paja (limpiar). Pero ¿qué quería decir? Pues lo que su abuelo quería decir era que Emilio Díaz había comprado la máquina aventadora, beldadora, o máquina de limpiar, que es lo mismo.

Aventadora. Imagen conseguida por Internet
Y si Emilio podía estar tranquilo porque tenía el aire comprado ¿qué hacían los demás agricultores para separar el grano de la paja? Pues no podían hacer otra cosa que esperar a que Eolo se acordase de ellos, pusiera en marcha los ventiladores para enviarles un chorro de aire y así poder llevar -por separado- el grano a la panera y la paja al pajar.

En el momento en que el dios de los vientos despertaba y comenzaba su actividad, toda la familia se ponía en marcha, y cogiendo el bieldo se dirigían hacia el montón de cereales o legumbres trilladas para, con toda la rapidez de que fueran capaces, comenzar a levantar -poco o mucho- según la fuerza del viento, el cereal o la legumbre que se fuera a limpiar.

Artistas en el manejo del bieldo. Bravo por los hermanos
Lo primero era comprobar la dirección del viento y después señalizar el límite del montón objeto de la limpia. Esto solía hacerse con dos estacas clavadas, una a cada lado del montón, o con dos piedras. El límite se marcaba para, cuando se llegara hasta él, moviendo el montón, saber que se había terminado de aventar el total de lo que se pretendía, quedando el grano y las grancias (granzas) a los pies del beldador, y la paja, más ligera, toda a favor de viento.

De qué forma más rápida y sencilla hemos espajado (despajado) el montón que pretendíamos limpiar. Pero en la realidad ni era así de rápido, ni de sencillo. Cuántas veces al poco rato de empezar, los ventiladores cambiaban de dirección y obligaban al sufrido dependiente de los caprichos del aire a cambiar todo el montaje después de esperar para ver si el giro era definitivo o pasajero.

Otras veces el controlador se declaraba en huelga, apagaba el interruptor del ventilador y había que esperar a que de nuevo volviera la ráfaga tan esperada. Normalmente el viento más fuerte, duradero y fiable solía ser el cierzo (noreste o noroeste).

Pero no terminaba aquí su penar para separar el grano de la paja. Lo que con el bieldo conseguían era separar la paja del grano y las grancias (granzas). Las grancias por ser trozos de espiga sin desgranar y pajotes mas pesados también caían juntos con el grano y esto ya no dependía, sólo, de la fuerza del viento, sino del esfuerzo del ser humano moviendo la criba. De esto nos ocuparemos en otro apartado.

Hasta aquí hemos intentado dejar constancia de la importancia de una pieza tan, aparentemente, simple como es el bieldo y del esfuerzo que el agricultor siempre tuvo que realizar para arrancarle el fruto a la tierra.

Antonio preparando el cocido. Genio y figura
Cierto que las cosechas eran muy limitadas, cierto que había mucha mano de obra en el campo, pero aún así, cuando veáis un montón de paja, aunque sea en pacas, pensar si hubiera que coger un bieldo y poco a poco hubiera que alzarlo por el aire de principio a fin. Y por si no hubiera sido suficiente, teniendo que rematar la faena con la criba, y teniendo en cuenta que estas operaciones sólo podían realizarse si hacía aire.

Por eso ¡qué razón tenía el abuelo de Aurelio cuando envidiaba la suerte de Emilio porque “tenía el aire comprao!” Pensando, pensando, me digo: ¡joder! Hasta el aire se compraba ya en aquellos tiempos. Aquí tenemos la prueba.

Aún recuerdo, siendo niño, cómo los agricultores más modestos aún limpiaban los cereales y, sobre todo, las legumbres de esta forma, y recuerdo, cuando venía una ráfaga de viento, con qué rapidez se movían los bieldos para aprovechar aquel envío, también, caído del cielo. ¡Siempre mirando al cielo! ¡Cuánto esfuerzo para tan poco!



Camporredondo, Enero de 2002