sábado, 31 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Laja.

Laja
LR p. 52
(...) un hilillo de sangre fluida que iba formando un pequeño charco rojizo sobre las
lajas escarchadas del corral.
laja1. (Del port.
laja, y este del lat. hisp. lagena).
1.
f. lancha1.
2.
f. Mar. Bajo de piedra, a manera de meseta llana.
Laja:
Láminas de hielo que se forman en charcos o sitios con agua. (Investigación de campo)
ET p. 61

(...) en seguida con las primeras
lajas.

Para que no haya malos entendidos he preferido darle a copiar y pegar para reproducir lo que leo en la Cátedra Miguel Delibes –que también aparece en el DCRNMD-y eso es lo que usted ha leído un poco más arriba.

Empezaré preguntando al autor – ya saben que me gusta preguntar- ¿No son lajas de la misma clase las de “Las Ratas” página 97, que las de página 52 de la misma obra, y página 61 de “El Tesoro”? Porque en la página 97 de “Las Ratas” parece que el autor da por seguro que son piedras. Entonces, si son así, o sea piedras, ¿por qué en la página 52 son láminas de hielo que se forman en los charcos o sitios con agua? ¿Está seguro el autor del glosario (Cátedra Miguel Delibes) de que las lajas de “El Tesoro” también eran láminas de hielo? Yo creo que debo ser yo (sin ser experto en nada) quien saque al experto de su error, porque parece que en la investigación de campo le tomaron el pelo y eso está muy feo.

Verá usted:

Laja.- No es ni más, ni menos, que una piedra plana y delgada, que es de lo que estaba empedrado el corral de la señora Clo, y el hilillo de sangre del marrano formaba un pequeño charco rojizo sobre las frías lajas que, fíjese si estarían frías… que estaban escarchadas, según nos dice el escritor. Además sería difícil escarchar el hielo de los posibles charcos; no, no era hielo, eran piedras, el corral estaba enlosado con lajas (piedras lisas y finas). El mismo tipo de piedra que eran las que aparecieron “… en la mitad sur del cuadro, toparon en seguida con las primeras lajas. Jero advirtió: -¡ojo!, no las toquéis (…)” (El Tesoro página 77 de mi edición Círculo de Lectores) pero Jero no dijo no las toquéis porque estuvieran frías “escarchadas” no, sino porque podían ser de gran ayuda para la investigación. Resumiendo:

Tanto las lajas del corral de la señora Clo, como las que encontraron en “El Tesoro” eran piedras planas y finas: por eso Delibes las llama… pues como se llaman: lajas. El hielo es otra cosa.

Para finalizar quiero, y debo decir, que en mi pueblo somos más los que decimos lanchas que lajas, aunque nos referimos al mismo tipo de piedra.

LEAMOS, COMPRENDAMOS Y ADMIREMOS LA OBRA DE DELIBES.


viernes, 30 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Más palabras.

Siempre que nos parezca que es más práctico, y para el posible lector más cómodo, seguiremos usando el método de agrupar varias palabras en una misma entrada.

Vean:

Banqueto n.m. Trípode de madera, con dos o tres peldaños, que se utiliza como escalera para dar las picas bajas a los pinos. (Sic).
Página 737 de DCT.

¡Toma ya! Cuando el resinero da las picas bajas a los pinos se sube al banqueto (escalera). Y, cuando tiene que dar las picas altas, pues eso… se baja de la escalera y todos contentos.

Sí, ya sé que es un despiste, pero es que el diccionario lo que pretende es ilustrarnos sobre aquello que desconocemos y yo, que soy el ignorante, tengo que fiarme de lo que dice el maestro. Entonces, me he informado y vea usted:

Banqueto.- Trípode de varios peldaños –según la altura de la cara del pino- que el resinero usa para dar las picas altas.

Otra palabra:

Barrasco n.m. Corteza del pino. (Sic).

El DCT en su página 738 nos dice lo que es el barrasco y yo, que le tengo en la mano, digo que es la herramienta con la que el resinero quita la corteza al pino (la roña) en los años intermedios de la cara. El resto lo hace con el hacha (las bajas) y con la garrancha las altas.

No quiero añadir la foto del barrasco porque usted puede encontrarla en varios sitios, en esta misma pizarra.

Otra palabra más:

Campaña n.f. Periodo de tiempo equivalente a cinco temporadas. Es el número de veces y años que se puede trabajar en una cara del pino.
Observ.: Por lo general, un pino es trabajado cinco años en cada cara y su totalidad alrededor de veinte.(Sic)

Página 738 del DCT.

Y yo, que soy menos joven, digo:

Campaña.- Periodo equivalente a los años que se mantiene abierta una cara en el pino resinero. He visto caras hasta de siete entalladuras o años.

A la observ.: Multiplique usted doce caras (12) por siete, le dará el resultado de los años que llegó a estar abierto el pino resinero (pinus pinaster).

Otra palabra:

Cándalo n.m. Trozo grande de madera de pino cortado verticalmente que se usa para la lumbre. (Sic).

Página 738 del DCT.

Voy a repetir lo que dice el DUE que me parece muy acertado: “Rama de las intermedias del pino, preferida como combustible”. Quiero añadir que también se conocía como caña.

El trozo grande de madera de pino cortado verticalmente, sencillamente, era conocido con la palabra universal: leña. “Echa un trozo, o cacho, de leña a la lumbre”.

Una vez más digo: estoy en Camporredondo (VA) en Tierra de Pinares.

Una palabra más:

Chapa .n.f. Trozo angular de latón que se introduce en la ranura hecha en el pino con la medialuna y que sirve de canal a la resina desde el pino hasta el pote.(Sic).

Página 739 del DCT.

Y como el DCT insiste, yo también:

Chapa u hojalata.- Lámina de hierro o acero (nunca de latón) estañada por las dos caras, que se introduce en la ranura hecha con la medialuna en la entalladura del pino y conduce la miera hasta el pote.

Otra palabra:

Cándalo n.m. Astilla de madera de pino, empapada de resina con que se prende la lumbre.
Sinónimo viruta.(Sic).

Página 854 del DCT.

Si no hubiera sinónimo se podía admitir pensando en que pudiera ser astilla de tea; pero al ser viruta el sinónimo, no debe admitirse porque eso no es cándalo sino seroja, viruta o zarandaja, que es lo que saca el resinero con la azuela al remondar.

Para otro día, más.

CUIDEMOS EL LENGUAJE RURAL.


jueves, 29 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Fresco

Fresco
CH p. 26
Ni carnicería ni
fresco.
fresco, ca.
(Del germ. *frisk, nuevo, ágil).
3.adj. Dicho de un alimento: No congelado.

Con más frecuencia de lo que yo desearía, me equivoco. Por eso, una vez más, pensé: le doy a copiar, y a pegar, y estoy seguro de reproducir, fielmente, lo que me cuesta trabajo creer que estoy leyendo.

Sí señor, esto encuentro en la Cátedra Miguel Delibes cuyo autor parece que está un poco en la higuera –como se dice en los pueblos- respecto de la charla que el cronista mantiene con Darío Espinosa, toda una institución en Sedano.

Para que usted pueda juzgar sobre lo que el autor del glosario entiende sobre la charla del escritor con el señor Darío, reproduzco una pequeña parte de ella “… matábamos un cochinillo cada uno, el que podía de cien kilos, de cien; el que podía de ciento cincuenta, de ciento cincuenta. Y con el marrano y la huerta nos pasábamos el año, que entonces no había vicio; ni carnicería, ni fresco. O sea, nadie comía merluza aquí más que algún señorito, una colilla a la semana a todo tirar. (…)”.

Si a nadie le explicas, hoy, a lo que el señor Darío llama fresco, cualquiera entendería –digo yo- que es un alimento no congelado, que es lo que entiende el autor del glosario al verlo en el DRAE. Pero es que el autor del glosario es “experto” en Miguel Delibes, por tanto, creo, está obligado a transmitir a las nuevas generaciones, si no lo tienen claro, que el señor Darío se refiere al pescado cuando dice fresco, porque en aquel tiempo al/la que vendía pescado no se le conocía como pescadero/ra sino como fresquero/ra. De ahí que Delibes nos dice que no había carne ni fresco o sea: pescado.

Pero es que costaba tan poco aclararlo como darse cuenta de habla de carne y no de pescado, pero si nos dice que sólo comía merluza algún señorito. O sea:

Fresco.- Se decía del pescado que por los pueblos vendía el fresquero ambulante. “Ha venido el fresquero”. Digo fresquero porque en aquel tiempo no era muy normal que la mujer vendiera fresco por los pueblos. (También había alguna fresquería fija).

Podría ahondar más en el tema pero no aclararíamos más las cosas. Fresco = pescado.

El fresquero pregonaba su mercancía a la voz de: ¡Fresqueroooooooooooo!


VALE LA PENA LEER, E INTENTAR COMPRENDER A DELIBES.

miércoles, 28 de mayo de 2014

En Camisas de once Varas: Varias palabras

Para no hacer “En camisas de once varas” interminable creo que es interesante agrupar algunas palabras en una misma entrada.

Ahí va la primera:

Derroñar v.tr. Quitar con la azuela la roña de la cara del pino que va a ser resinado. (Sic).
Página 741 del DCT.

Parece increíble que cuando escribieron esto pudiera estar dándoles la sombra de algún pino negral o resinero que es lo mismo. ¿Cómo es posible que el resinero quite la roña con la misma herramienta –azuela- con la que remonda? Bueno, será otro despiste. En todo caso la palabra derroñar es una forma de pronunciar desroñar, que se pronuncia peor.

Palabra siguiente:

Desroñar n.m. Descortezar el pino. (Sic).
Página 741 del DCT.

Aquí está lo que acabamos de decir y, aunque parezca mentira, en el diccionario están seguidas las dos palabras, las dos se refieren a:

Desroñar.- Quitar con el hacha, el barrasco o la garrancha, la roña de la parte correspondiente a la entalladura anual, al pino que va a ser resinado. Pero si a lo que se refiere el DCT es a quitar la roña al pino cortado se decía pelar.

Vamos con otra palabra:

Escañar v.tr. Podar las ramas bajas o secas de los pinos para que hagan copa. (Sic).
Página 741 del DCT.

Pues nada que objetar, si no fuera porque la verdadera palabra escañar –aunque las dos se emplean- se refiere a separar las cañas de la ramera olivada de los pinos (separar lo grueso de la rama para usarla como combustible del hogar).

Seguimos con más palabras.

Hojalata n.f. Trozo de latón en forma angular que sirve para recoger la resina y dirigirla hacia el pote. Va incrustada en la ranura hecha con la medialuna en la carne del pino. (Sic)
Página 742 del DCT.

Como vemos todo es correcto, si no fuera porque la hojalata nunca fue de latón sino, como muy bien dice el DRAE: Lámina de hierro o acero, estañada por las dos caras.

Otra palabra:

Muerto adj. Pino resinado. (Sic)
Página 744.

Cuando un pino es resinado es para que produzca resina, y mientras sangra está vivo. Sólo cuando se ha agotado toda posibilidad de abrirle más caras es cuando se puede decir que está muerto para la producción de resina. Sin embargo puede seguir, y de hecho muchos siguen vivos durante muchos años. Entonces:

Muerto.- pino seco o en proceso de desecación.

Vamos con otra palabra:

Ramera n.f. Conjunto de ramas pequeñas del pino que generalmente se queman en el propio pinar.(Sic).
Página 747 del DCT.

Los autores/as del DCT son muy jóvenes como se puede apreciar en su razonamiento anterior. Veamos por qué:

Ramera.- Conjunto de ramas cortadas del pino de las que no se han desprendido sus aciculares hojas (zarambujas) y que, tradicionalmente, se usaban como hornija para enrojar los hornos del pan, alfareros, caleras, glorias etc. Ahora ya tampoco se queman, vamos aprendiendo, aunque a base de palos de crisis.

Más palabras:

Tez n.f. Trozo de madera del pino muy impregnado de resina que arde muy bien. (Sic).
Página 749 del DCT.

El trozo de madera de pino impregnado de resina arde muy bien, esto cierto; pero ¿se refiere a la tea (madera teosa) o a la viruta, seroja o zarandaja fruto del trabajo del resinero, que es como se conoce en el corazón de la Tierra de Pinares? De todas maneras lo que he querido es reivindicar el nombre que en esta zona se da a este tipo combustible. ¿En otras lo llaman tez?

Otra palabra:

Torrollo n.m. Brote tierno del pino. (Sic).
Página 749 del DCT.

Porque dicho así puede prestarse a confusión vean:

TORROLLO.- Brote tierno del pino resinero. (Pinus pinaster)
Cuando estaba en sazón los niños lo comíamos.

Otra palabra:

Zaraguja/Zarambuja n.f. Conjunto de hojas de pino caídas del árbol. (Sic).
 Página 750 del DCT.

La zaraguja, zarahuja o zarambuja, como la conocemos en Camporredondo (VA) es, sencillamente, la hoja del pino caída o no, porque el conjunto de hojas caídas es el burrajo (en otros sitios barrujo).

Y para otro día: más.

CUIDEMOS EL LENGUAJE RURAL.



martes, 27 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Hacer.

Después de encender mi candil de torcida y aceite allí donde creí que había oscuridad respecto de algunas -siempre muchas- palabras sobre la obra de Miguel Delibes, y por ende rurales, hoy me he hecho una pregunta: ¿vale la pena el esfuerzo dedicado hasta aquí? He llegado a la conclusión que, al menos, me sirve para sentirme a gusto con mi conciencia. “El que hace lo que puede, no está obligado a más”. Esto es lo que siento hoy: he hecho, hasta aquí, lo que he podido, pero me temo que no es suficiente. Me he ilusionado algunas veces: cuando me regalaron el primer diccionario sobre el castellano tradicional: ¡Qué pena!

Después me dijeron: han salido unos diccionarios en la narrativa de Miguel Delibes que son una maravilla: ¡Dios qué pena!

Después he visto cómo se aprovecha la popularidad del más grande escritor, en lenguaje rural, que Castilla ha dado y… ¿qué quieren que les diga? “A las pruebas me remito”.
Entonces empiezo a sentir que mi lucha es desigual. Pero he llegado a una conclusión: no conseguiré frenar la fiebre que despierta hoy el lenguaje rural en los nuevos advenedizos “expertos”, sí les puedo asegurar que alguien me da la fuerza, que tanto necesito, para seguir, y espero que aquél que esté interesado sepa comprender este maravilloso mundo a través de sus protagonistas, no de los oportunistas.

Mi ideal de experto en la narrativa de Delibes -y quizás estoy equivocado- es éste: aquél que lee su obra, se mueve por el mundo que él lo hizo, intenta comprenderlo, analiza cada situación, destroza algunos pares de alpargatas para hablar con sus personajes… y después saca sus propias conclusiones para contárselas al público en general, desde otra perspectiva. Por ejemplo: visto el mundo en el que el escritor desarrolla su obra desde el hombre de ciudad, aquél que desconoce el mundo rural y puede tener dificultad para ubicarse en el terreno en que el escritor ubica su obra. Delibes conoce bastante el ambiente en el que se mueven sus personajes y por eso se camina con facilidad: “se encuentra como pez en el agua, o como el pastor con su rebaño". Quizás por eso da por sentadas muchas situaciones que a él le parecen de lo más normales cuando la realidad es muy distinta, según quien sea el lector. Por ejemplo: Delibes podría conversar, y así lo hace durante el desarrollo de su obra, con el pastor, con Mariano Sastre, con el Molinero, el cazador, el guarda o el segador etc. ¿Pero sería posible una charla entre Delibes y el llamado experto en la narrativa del escritor? Modestamente yo opino que esta segunda charla sería imposible si no es como monólogo: Delibes y el otro.

Veamos con la palabra de hoy si soy capaz de apuntalar lo que acabo de medio decir:

Hacer 
D1C p. 52.
Hemos hecho cinco perdices y una medio liebre.
hacer. (Del lat. facere).
 3. tr. Ejecutar, poner por obra una acción o trabajo. Hacer prodigios. U. a veces sin determinar la acción. No sabe qué hacer.

¿Con esto que acabo de trasladar, fielmente, desde la Cátedra Miguel Delibes, justifica el experto su título? ¿Es tan fácil titularse como experto de una obra tan extraordinaria como es la de Delibes? Si así fuera, ustedes podrían contar con otro experto mañana mismo: tengo el DRAE, también tengo la obra de mi escritor favorito, además tengo la ventaja de ser nacido y criado en el campo, esto jugaría a mi favor como experto en la obra de Delibes. Pero no, no se asusten, admiro demasiado al escritor como para creerme con suficiente capacidad para declararme experto: sólo soy aficionado y admirador.

Partiendo del día 19 de octubre (“Diario de un cazador”), domingo en el que parece que lo que cazaron fueron cinco perdices y una media liebre, yo esperaba un experto capaz de llevarnos de la mano por el campo, presentarnos al guarda, vivir la emoción de robar un racimo del majuelo… en fin, pasarnos la película de un día en el campo con sus moscas, sus piedras y sus terrones, viendo volar las perdices, hacernos sentir las palpitaciones aceleradas del corazón cuando se divisa el bando, en fin, haciéndonos vivir un día de caza con todas las emociones que los cazadores sienten. No, no quiero que el experto me lo haga sentir a mí, fui cazador desde que empecé a acompañar al más grande cazador que yo he conocido: mi hermano Alfredo. Por eso me hubiera gustado que alguien con capacidad e ilusión fuera capaz de trasladar el campo al hombre de ciudad, sin que éste se mueva del sofá.

Pero en lugar de esto me encuentro a un experto -él así se intitula- que todo lo que se le ocurre es explicar, sobre un día de caza, lo que más arriba les he trasladado. Entonces sólo me queda por decir: “¡para este viaje no hacían falta alforjas”! Si le sugiero amable lector: adquiera la obra de Miguel Delibes –vale la pena- cómprese el DRAE y las palabras que éste no recoja pásese por el pueblo y pregunte: al menos no le confundirán.

A lo largo de todos estos días he estado tentado de arrojar la toalla, si no lo he hecho ha sido por respeto al mundo rural, a ustedes y a la obra del más grande escritor, en lenguaje rural, que ha dado Castilla y… a pesar de todo, ¿debo seguir? ¿podré seguir?

RESPETEMOS EL MUNDO RURAL, ES BONITO, AUNQUE NO SEA TAN FÁCIL.

domingo, 25 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Aculado.

Aculado
LSI p. 11
(...) Azarías, aculado en el tajuelo, junto a la lumbre, en el desolado zaguán, desplumaba las perdices, o las pitorras, o las tórtolas, o las gangas, (...)


acular.
(De culo).

1.
tr. Hacer que un animal, un carro, etc., quede arrimado por detrás a alguna parte. (Sic).

No se preocupe usted amigo que al final aprenderé, pero de momento tenga usted paciencia, verá, es que no lo entiendo: Azarías está aculado en el tajuelo, junto a la lumbre, en el desolado zaguán, desplumando pájaros, según nos dice el autor de Los Santos Inocentes. Hasta ahí correcto, pero resulta que yo (ya sabe usted que ando justito de entendederas) no sé qué quiere decir el autor de Los Santos Inocentes, con “aculado en el tajuelo”. Entonces me digo: ¿para qué me voy a estrujar la azotea pensando lo que es? recurro a La Cátedra Miguel Delibes que me lo aclara y todo arreglado. Sí, sí, todo arreglado, eso creía yo, pero ya ve usted, me encuentro con que no sé (ya saben que soy cortito) si Azarías es un animal, un carro y está sentado o arrimado a alguna parte por detrás.

Yo tenía dudas de si Azarías estaba sentado en un tronco (asiento rústico) junto a la lumbre, desplumando perdices, o pitorras, o tórtolas, o gangas en el portal de la casa y quise orientarme, pero ya ve usted, resulta que ahora tengo más dudas que antes.

Entiendo –hasta ahí sí que llego, además lo explica muy bien el DRAE- lo que es arrimar un carro o un animal por la parte de atrás, o sea arrimar la parte trasera (el culo) a alguna parte pero, pregunto: ¿qué tiene que ver eso con que Azarías desplume pájaros, sentado en un tronco cortado al efecto, junto al fuego, en el portal de la casa? Seguro que esto mejorará cuando yo me ponga a la altura del experto en la narrativa de Miguel Delibes. Entre tanto, paciencia.


SOBRE EL LENGUAJE RURAL: EL QUE MÁS SEPA QUE MÁS DIGA.

sábado, 24 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Borra.

Fueron tantas veces las que revisé -por profesión- la dentadura de la oveja, que no tengo inconveniente en repetir, otra vez más:

Borra.- Oveja de dos a tres años y cuatro palas (dientes definitivos).

El DCT, en su página 570, nos dice:

Borra n.f. Oveja en general. Por extensión, se aplica como nombre común y genérico a todo el ganado ovino.
Observ.: En Castrillo Tejeriego (VA), Castrillo de Onielo (P), y Cevico de la Torre (P), designa a la oveja de dos años. (Sic).

A la observ. yo quiero añadir todos los pueblos de la zona de Camporredondo (VA) y una pregunta: ¿dónde se designa a la oveja en general como borra? Ya he dicho en alguna ocasión que en mi pueblo había/hay un señor que cuando se refiere a las ovejas en general dice, o les llama, ovejos ¿lo damos también por correcto? Repito otra vez más: si queremos conocer el mudo rural para después hablar o escribir sobre él, no hay otro camino que el del pueblo donde están, o estaban, las ovejas (están desapareciendo). Pero si lo que queremos es demostrar nuestra más absoluta y rotunda ignorancia sobre este mundo pues sí, sigamos escribiendo para justificar, ante nadie, el presupuesto que quizás, erróneamente nos asignaron.

Después añade el diccionario otra serie de barbaridades que no vale la pena tener en cuenta: son fruto de la falta de rigurosidad (tuve puesta otra palabra menos amable).

RESPETEMOS EL MUNDO RURAL, SE LO MERECE.


viernes, 23 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Ratonero.

Ratonero. Adaptada de la red
Una vez más insisto: este pájaro que otea desde el tronco seco es un ratonero, el ratonero común. Pero si queremos profundizar un poco más diremos: Buteo buteo, y uno como éste era lo que desplumaba Azarías a la blanca luz del Aladino según el escritor.

Y esto es así porque la gente de campo, y no tanto, le llamamos así desde siempre. Cuando usted, experto, pase por la carretera que une Camporredondo con Montemayor de Pililla y observe oteando desde los palones del teléfono un pájaro de estas características, no le quepa duda: es un ratonero. Pero no porque se haya producido un cambio de género como olmo-olma o nogal-nogala (que tampoco se produce ningún cambio de género) sino porque la gente decidió hace muchos años que ese nombre le cae bien al aguilucho que se alimenta, principalmente, de ratones y que hace un favor inmenso al agricultor.

¿Parece que estoy enfadado? (pues no lo estoy) vean por qué lo parece:

Ratonero: Se refiere al águila ratonera. Se ha producido un cambio de género, como en el caso de olmo-olma, nogal-nogala, etc. (Investigación de campo).

Esto encuentro en la página 198 del DCRNMD y en Cátedra Delibes.

Allá donde usted esté, querido y admirado escritor, espero que le llegue esta corrección que le hace a usted -y a nosotros- el experto en su narrativa. Según él, usted y nosotros, gente de campo por generaciones, no sabemos lo que es un águila y por eso llamamos ratonero a esta ave. Ya ve usted, nosotros toda la vida en nuestra ignorancia hemos creído que era un ratonero y resulta que es que le hemos cambiado de género. Menos mal que el experto en su narrativa nos ha sacado de la más absoluta ignorancia. ¡Gracias señor experto! Pero verá usted: nosotros nunca cambiamos de género al olmo, el chopo o el nogal, sencillamente es una forma de nombrar aquello magnífico por especial, le repito: al olmo solitario y por tanto magnífico le llamamos olma, lo mismo ocurre con el nogal (nunca con el chopo, por aquello de que la chopa es otra cosa) y en el caso del ratonero es que, esté solo o acompañado, se llama ratonero. Así lo ha recogido Delibes en “Los Santos Inocentes” porque así es como le ha nombrado la gente de campo toda la vida.

Como final quiero y debo repetir: si usted quiere ser tenido por experto en temas rurales, es usted el que debe escuchar y aprender porque, generalmente, el lenguaje rural es el lenguaje hablado en el campo. ¿O no?

ESCUCHEMOS EL LENGUAJE RURAL PARA COMPRENDERLO.

jueves, 22 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Nial.

No, no quiero rebatir lo que el DCT en las páginas 545 y 793 nos dice acerca del:

Nial n.m. Nidal. Sinónimo nidal. (Sic)
Escrito en página 545.

Nial n.m. Lugar donde ponen las gallinas dentro del gallinero. Suele ser un cajón dispuesto para ello. Sinónimo nidal. (Sic)
Escrito en página 793.

A mí me cabe el derecho, y el deber, no de desmentir esto, sino de reivindicar el nial de mi niñez: “recoge los huevos y dejas el nial” era la orden que daba la madre si no se habían recogido a tiempo. Luego está claro que se refería al huevo muestra para que la gallina volviera a dejar el siguiente en el mismo ponedero.

Las gallinas, dada la libertad que tenían, si no tenían una referencia de donde dejar el huevo podían llegar a esconderlos en el lugar más insospechado, de ahí que se dejara el nial de invitación a la puesta. He dicho ponedero porque así se llamaba el cajón (también el hueco en la paja en el rincón de la cuadra o en la pajera) dispuesto al efecto, como muy bien dice el DCT.

Así que queda dicho: para el DCT nial es sinónimo de cajón donde la gallina deposita el huevo, y para el que suscribe, nial es el huevo que se dejaba en el ponedero para que la gallina no escondiera el siguiente.

Sólo me quedaría una pregunta: ¿en el cajón dispuesto para la puesta que nos dice el DCT, no dejaban huevo de señal? Y si lo dejaban, ¿cómo lo llamaban?

Quiero insistir: si en el ponedero, ya fuera cajón o no, no dejabas nial, el siguiente huevo no se sabe dónde podía aparecer.


PROTEJAMOS EL LENGUAJE RURAL.

miércoles, 21 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Bruza.

Si cada vez que no comprendamos una palabra del lenguaje empleado por Delibes en sus obras (en este caso “La Mortaja”) recurrimos al DRAE ¿quiere usted decirme para qué sirve un experto en su narrativa? Ya verán que opinión tan absurda tengo, pero que es la mía. Digo yo: el, verdadero, experto en algo se empapa del tema, lo estudia, lo comprende y sólo después lo presenta siendo capaz de razonar sobre ello todo lo que haga falta, ¿o no? Pero una cosa es lo que yo crea y otra la realidad que me encuentro en la Cátedra Miguel Delibes, vean:

Bruza. LM p. 77 (...) y los hombres repartían con las bruzas el alquitrán líquido por toda la superficie del camino,
Bruza. (Del fr. dialect. brusse, cepillo, y este quizá de or. germ.; cf. al. Bürste).  1. f. Cepillo de cerdas muy espesas y fuertes, generalmente con una abrazadera de cuero para meter la mano, que sirve para limpiar las caballerías, los moldes de imprenta, etc.

Así, tal cual lo dice el DRAE, lo encontramos en la Cátedra Miguel Delibes ¡enorme esfuerzo el realizado en la investigación!

Querer saber lo que son las bruzas con las que los hombres repartían el alquitrán líquido me ha llevado hasta la Cátedra Miguel Delibes y lo que hemos visto es lo que me ha aclarado su autor.

Ahora yo pregunto: ¿Los hombres con los cepillos que, muy bien, describe el DRAE y que adapta el experto a sus necesidades, esparcían el alquitrán líquido por el camino? Cuando yo he leído esto se me ha escapado una exclamación: ¡No me tome usted el pelo hombre! Yo sé que esto no es posible pero… lo sé yo, y los demás que no han visto en su vida los cepillos (bruzas) especiales de la fotografía ¿qué dirán? Pues dirán que lo dice Delibes en “La Mortaja” y eso va a misa.

Algo más: si Delibes nos habla de unos hombres que repartían el alquitrán con las bruzas, pregunto: ¿es que después limpiaban los caballos y los moldes de imprenta con los mismos cepillos, y Delibes nos lo oculta? ¿Qué relación tienen unos cepillos con otros? Si el escritor nos habla del alquitrán, hablemos de carreteras y dejemos a los caballos en sus cuadras o prados.

Bruza comercial
Así que no, no, los hombres repartían el alquitrán con estas bruzas: las de la foto que es a las que se refiere el escritor. Las otras, también bruzas, pero para limpiar las caballerías… y otras cosas. Verán un ejemplo: con una grúa que desplaza a un enfermo… ¿serviría para grúa de puerto marítimo? A que parece un poco ridículo.

Ser experto en la narrativa de Delibes tras la mesa de un escritorio tiene que ser muy difícil.

CUIDEMOS EL LENGUAJE RURAL.

martes, 20 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Bálago.

Cuando en leguaje rural se dice que un trabajo resulta inútil, porque por mucho que te esfuerces es muy difícil conseguir los fines que te propones, se dice que “es como machacar en hierro frío”. Ésa es la sensación que yo tengo con el trabajo que me he propuesto: luchar por el lenguaje rural. No, yo no soy experto en nada, pero de aquello que no sé intento informarme y cuando no estoy seguro de lo que digo intento callar. ¿Eso quiere decir que no me equivoco? ¡De ninguna manera! Pero una cosa es la equivocación y otra lanzar las palabras al tun tun.

Vean otra palabra más de las dichas o escritas al son que acabo de decir:

Bálago n.m. Paja de centeno después de quitarle la espiga con el espolonteo. (Sic).

Escrito en la página 144 del DCT.

En principio no tengo ni idea de lo que es el espolonteo. Pero aunque así fuera ¿no sería igual si le quito la espiga con el espolonteo o cualquier garrote, hoz, golpeando contra una parte dura etc etc etc.? ¿Para que sea bálago es imprescindible un determinado utensilio para quitar el grano? Además, y aún teniendo el espolonteo para quitarle el grano ¿no sería bálago, también, la paja de otro cereal?

Hoy quiero decir que esto que estoy haciendo no es por capricho, me cuesta un gran esfuerzo, pero hice todo lo que pude acerca de los diccionarios a los que suelo referirme en mis escritos. Puede que algún día indique los pasos que seguí y con las personas que contacté ofreciéndome a colaborar, dentro de mis limitaciones, sin obtener respuesta alguna. Por eso tengo la sensación de que creen que en el campo todo vale: “allí nadie lo sabe” (como dice un experto que cree haber descubierto tres tipos de arado cuando en su vida ha visto ninguno). No, en el campo no todo vale, en el campo sobran advenedizos que sólo quieren vender diccionarios o darse a conocer a costa de lo que sea. Es intolerable que sirva esta mediocridad, a la que me refiero, para obtener doctorados cum laude o trabajos fin de carrera.

Después de tantas y tantas palabras rurales tan maltratadas hoy, si, hoy estoy muy disgustado, no hay derecho a que nadie alce su voz en favor del mundo rural del que todos, mal que nos pese, hace poco hemos salido.

Vamos con la palabra…

Bálago.- Es la paja de todos los cereales, considerada sin el grano.

A veces, cuando la primavera era favorable y los campos, por exceso de desarrollo, se acamaban (se revolcaban) se decía: parece buen año pero hay mucho bálago. Era tanto como decir que había mucha paja y poco grano (el cereal revolcado grana mal). Y para asegurar esto no hacía falta desgranarlo con el espolonteo, sencillamente el agricultor sabía a lo que se refería.

¡Ah! Y después de todo, me quedo sin saber lo que es el espolonteo, El Diccionario del Castellano Tradicional no nos lo dice. ¿Lo sabrá?

¿A CUÁNTOS LES IMPORTA EL LENGUAJE RURAL? A MÍ, SÍ. 

lunes, 19 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Negrillo.

Esta vez vamos a dar pocos rodeos: ¿por qué el negrillo -del que nos habla Delibes- es el olmo? Ya, ya me he dado cuenta: Nos lo ha dicho el DRAE. O eso parece, vean:

negrillo.
(Del dim. de negro).
1.m.olmo.

Esto dice el DRAE y así aparece en la Cátedra Miguel Delibes llevado por el autor del glosario.

Bueno, pero resulta que no vamos a entrar en discusión con un experto: si él lo dice tendrá razón, su razón.

Pero yo también tengo la mía: en mi pueblo el negrillo es una variedad de chopo. Además tengo a mi favor que es un árbol muy propio de bordes de arroyos y ríos (corrientes de agua, o niveles freáticos poco profundos) Esto solo podía aclararlo el escritor o el molinero Enrique Calleja, protagonista de “El último molino”. Vean cómo comienza ¿El último molino? “Castilla habla” de Miguel Delibes, que es el motivo de esta entrada:

“El Arlanza baja regateando entre un soto de álamos y negrillos desde la sierra de la Demanda (…)” o sea borde de río y junto a los álamos, por lo que para mí no hay duda: se trata del chopo negro o negrillo.

 Así que para unos el negrillo seguirá siendo el olmo y para mí –en esta obra de Delibes- siempre será una variedad de chopo.


PROTEJAMOS EL ENGUAJE RURAL ¡ES TAN BONITO!










domingo, 18 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Almorrón.

Si, por el paso del tiempo, los pocos que vamos quedando de aquella época de riego no decimos nada, resulta que dentro de pocos años nadie sabrá que existió el…

Almorrón.- Lomo de tierra que, a falta de otros medios, se utilizaba para salvar pequeños desniveles del terreno y así elevar el agua hasta la parte más alta de la tierra, con el fin de distribuirla por el campo a regar.

Digo esto en contraste con lo que el DCT dice en su página 122, vean:

Almorrón n.m. Depósito donde se juntan dos canales, dos regatos o cañerías de riego. (Sic).

A esto nosotros lo llamábamos arqueta.

Porque desconozco el almorrón al que se refiere el DCT, es por lo que quiero explicar el que yo conocí.

Hubo un tiempo en que por falta de otros medios (tuberías), o porque eran prohibitivas para el modesto agricultor, éste se vio obligado a buscar sus propias soluciones, y aunque hoy parezca que no era rentable o aconsejable por el esfuerzo y el tiempo invertido en su construcción, en aquel momento fue una gran solución para aumentar la cosecha.

El agricultor cogió el carro y la pala y con mucho esfuerzo fue amontonando tierra desde la parte baja, donde tenía el pozo o el arroyo, y como si quisiera dar la vuelta al desnivel de la finca, iba disminuyendo el nivel hasta la parte más alta en que ya no hacía falta añadir tierra. Sobre el lomo de tierra que había acumulado abría un canal por el que el agua buscaría su parte baja. A partir de allí, por regaderas (surcos) el agua era distribuida por todo el campo a regar. Y fue ésta una gran solución, después llegaron los tubos de fibrocemento y fue mejor, y después… después ya lo conoce usted.

Algún día quizás les cuente lo que me ocurrió, siendo yo muy niño, con el almorrón.

EN NUESTRO LENGUAJE RURAL TAMBIÉN FIGURA EL ALMORRÓN. CONSERVEMOS LA PALABRA.

sábado, 17 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Un paréntesis.

Hoy nos tomamos un respiro y, por si usted no se ha dado cuenta, creo que estoy en la obligación de ponerle al corriente de lo que pasa. Resulta que de un tiempo a esta parte, no sé por qué, todo el mundo entiende de pueblo, y todos nos lanzamos a publicar nuestro particular diccionario rural, aunque todo lo que conocemos es que, de vez en cuando, cogemos la bicicleta y pasamos por alguno que nos llama la atención y en seguida nos sentimos Delibes o expertos en su narrativa: de ahí para arriba.

Yo, que siempre que detecto un diccionario rural me gusta asomarme para ver lo que nos trae, hace unos pocos días encontré otro más y como siempre comencé a ojear palabra por palabra. La cosa marchaba regular hasta que… ¡zas! Vean lo que me encontré:

Sobre:  Oveja de segundo parto con cuatro palas (dientes) en la boca, dos arriba y dos abajo. (Sic).

¿Algo que comentar? Lo de “sobre” y los partos creo que no es –ahora- lo más importante; por tanto centrémonos en… “con cuatro palas (dientes)” que, efectivamente, están en la boca. El siguiente efectivamente... respóndalo usted amigo, estoy seguro que ya se ha dado cuenta, porque el diccionario se refiere a la oveja que era tan especial, que hasta la boca la tenía especial.

Quiero decir con todo esto, que cuando usted dude o quiera saber sobre una palabra o el nombre de algún apero de labranza, busque, compare y como decía aquel spot publicitario “si encuentra algo mejor, cómprelo”, porque si se fía del primero que encuentre lo más probable es que perviva en el error el resto de sus días.

Y no crea que no estamos documentados, no, todos tenemos nuestras raíces en el pueblo, mi abuelo era de allí y me lo ha contado…, en una palabra que todos aquéllos que ocultábamos ser de pueblo porque era sinónimo de paleto-ignorante, de repente hemos descubierto que ser de pueblo está de moda y vamos a tope: “Yo más que tú porque mis abuelos -o mis padres- son de pueblo y yo me crié con ellos”.

Luego quedan los otros, los más peligrosos: los expertos, los universitarios o, como es mi caso, que fui hasta pastor, agricultor y no sé cuantos títulos más ¡Qué peligro!

Resumiendo: si usted tiene inquietud por conocer el mundo rural, le aconsejo que lo haga desde dentro. Embuta los pies en unas buenas alpargatas y cuando las gaste por los caminos rurales cómprese el par siguiente y entonces empezará a tener referencias cabales de lo que es el mundo rural. Hasta entonces no se fíe de lo que yo le diga, dude de ello, pregúnteme, póngame en apuros, porque de ahí quizás saquemos conclusiones positivas.

Como decía Einstein: “Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos para determinar la pregunta apropiada, porque, una vez la supiera, podría resolver el problema en menos de cinco minutos". Son las preguntas las que son importantes...

Y TODOS, TODOS, CUIDEMOS EL LENGUAJE RURAL.

viernes, 16 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Tantarantán.

¿El que falla soy yo, porque no entiendo nada? Yo consulto en la Cátedra Miguel Delibes porque quiero saber el significado de ciertas palabras del lenguaje rural que tanto usa el escritor, y como allí dicen que hay un experto, pues creo que es el lugar idóneo para informarme y allá que me presento. En este caso quiero saber:

Tantarantán. LSI p. 42 (...) para dominar el tantarantán de las ruedas en los relejes,

Ante esto yo pregunto: ¿qué será el tantarantán?

Tantarantán. (De or. onomat.). m. Sonido del tambor o del atabal, cuando se repiten los golpes.

A la pregunta que yo hacía, esto es lo que me ha respondido la Cátedra Miguel Delibes.

Oiga, pero yo quiero saber lo que es el tantarantán del que habla Delibes en Los Santos Inocentes, ése de las ruedas en los relejes ¿me explico? el otro tantarantán, el del tambor, ya sé que el DRAE me lo explica muy bien.

¿Puede darse esta situación ante aquél que no entienda de ruedas de carro ni de relejes? No, conmigo no, yo ya sé lo que es, pero póngase la Cátedra Miguel Delibes en el puesto de aquel jovencito de ciudad que está ávido por saber palabras del lenguaje rural porque sus antepasados eran de pueblo. ¿Encontraría aquí la información que busca? Si, si, ya sé que aquí sí, yo se lo voy a explicar, digo si encontraría la respuesta que busca en el glosario que ofrece el experto en la Cátedra. Como yo creo que no, trataré de satisfacer la curiosidad de aquel posible joven que quiere saber:

Paco, el Bajo, y toda su familia viajan en carro, de ésos de llanta de hierro, y no precisamente por una autopista, sino por un camino con profundas roderas y baches. Por ser un camino así de irregular, los bujes de las ruedas golpean sin cesar sobre el sontroz y el tope interior del carro y las llantas de hierro hacen ruido al desplazarse por encima de las piedras y guijarros, por eso Paco, el Bajo, tiene que elevar mucho la voz para que la Régula le oiga. O sea:

Tantarantán.- Traqueteo (golpeteo, cante), ruido que hacen las ruedas del carro al golpear repetidamente sobre los topes y las piedras de la rodera.

El tantarantán del tambor o del atabal lo dejamos para mejor ocasión.

YO HAGO LO QUE PUEDO POR EL LENGUAJE RURAL ¿Y TÚ?

jueves, 15 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Binador.

Sigo reconociendo que sobre los que quieren hablar (y hablan) el lenguaje tradicional yo tengo alguna ventaja: tengo más edad. Por eso he conocido aperos y herramientas más tradicionales que esta que describe el Diccionario del Castellano Tradicional. Vean:

Binador n.m. Especie de arado de varios brazos que terminan en una reja o cuchilla. Se utiliza para binar o quitar malas hierbas. Sinón.: cultivador, descalificador. (Sic).

Así lo recoge el Diccionario del Castellano Tradicional en su página 261.

Y como decía que juego con ventaja, ahí va:

Binador.- Pequeño arado de un solo brazo, y para una sola caballería, que servía para binar, para aporcar etc.


Como tengo la oportunidad de ofreceros la foto del binador no quiero enredarme con palabras que quizás no aclaren nada.

Pero si quiero referirme a lo que el DCT -que es muy joven- entiende por binador. Nos dice: pequeño arado de varios brazos que terminan en una reja o cuchilla. Bien; pues parece que el DCT es más joven de lo que yo creía, porque el arado de varios brazos, al que creo que se refiere, como muy bien dice en los sinónimos, es al cultivador, que es apero movido por fuerza mecánica, véase tractor, y esto tiene poco de tradicional, sino de arado que todavía está de actualidad.

Pero me ha llamado la atención el segundo sinónimo: “descalificador”. ¿De descalificar? ¿Descalifica, o escarifica? Es que si escarifica es escarificador, o sea que remueve la tierra, pero no descalifica a nadie.

Quede aquí mi sorpresa, aunque el motivo de esta entrada está dirigida a dejar constancia de lo que fue el humilde binador que tantas veces nos tocó guiar, sobre todo binando los cereales en primavera, aporcando patatas, remolachas y otras plantas...en fin, que el de la foto es el binador más tradicional que yo he conocido.

No quiero pasar por alto la definición que del binador hace el DRAE:

Binador. 1. m. Encargado de binar. 2. m. Instrumento que sirve para binar o cavar.

Correcta nos parece la acepción 1 (binador es aquél que bina), pero la 2, o el DRAE y el que suscribe no tenemos el mismo concepto de lo que es cavar, o hablamos de binador distinto porque el de la foto no sé en qué forma podría hacerlo.

CUIDEMOS EL LENGUAJE RURAL.

miércoles, 14 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Carbón.

Sorprendido por no recordar absolutamente nada de este pasaje en “El libro de la caza menor” llegué a pensar que mi azotea empezaba a flaquear y si era así había que parar a tiempo y dedicarse a ver la tele para el resto que pueda quedar, que nunca se sabe lo que puede ser, pero mucho ya no.

Pero claro, es tan duro “entregar la cuchara”, que uno apura todo lo que pueda para demostrarse asimismo que aún queda algo que puede hacer. Y lo que hice fue “coger el toro por los cuernos” y comenzar:

Carbón

ELCM p. 76 
(...) sobre un carbón o una piedra.
carbón. (Del lat. carbo, -onis).
2. m. carbón de piedra. 

A la vista de esto yo me pregunté ¿qué tiene que ver la caza con el carbón de piedra? Bueno, a todo esto no le he dicho por qué he llegado hasta aquí, se lo cuento:

Al encontrar esta palabra en La Cátedra Miguel Delibes quedé estupefacto y es cuando comencé a hacerme preguntas.

Llegué a la conclusión que el mejor camino, y más corto, sería volver a leer “El Libro de la caza menor”. Me puse manos a la obra y en la página 464 (tomo 2 de la “obra completa” de Miguel Delibes) ¡zas! Allí estaba el gazapo, aunque de lo que habla Delibes es de las perdices, no de liebres ni conejos.

Resulta que, como no leemos, sino que pasamos la vista por encima buscando la palabra que nos interesa, y si, además, por no ser nuestro medio natural, no nos llama la atención, ni sabemos, la vista le jugó una mala pasada al “experto” allí no ponía carbón sino, pásmense: cabón (qué más da si con “b”o “v”) o sea terrón que es donde dejan los bandos de perdices una vigía durante la siesta.

Pero mejor voy a copiar, para aquél que no lo haya leído, lo que el escritor dice: “… lo normal son bandos de ocho a doce unidades, o sea, la nidada. Estos bandos, durante la siesta, dejan siempre una vigía sobre un cabón o una piedra. Ella es la encargada de dar la alarma. (…)” .Como vemos, hay una diferencia con carbón de piedra.

No vale la pena que yo siga, creo que con lo escrito es suficiente. Pero si quiero hacer una última reflexión: que el autor del glosario no es cazador, ni de campo, me parece que queda claro, pero ¿en la Cátedra Miguel Delibes tampoco hay nadie que se sorprenda ante esto? ¿no hay ningún cazador, o siquiera lector, que se sorprenda? Ya sé que no es ningún consuelo: yo leo poco, pero otros leen mucho menos.

RESPETO PARA LA OBRA DEL MÁS GRANDE ESCRITOR, EN LENGUAJE RURAL, QUE CASTILLA TUVO.








martes, 13 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Desuncir y más.

En Camisas de Once Varas: Desuncir, par, cimbrar, callo y susolador.

Por menos empezaron algunos graves conflictos. Imagínese, dentro de unos años, a dos personas discutiendo sobre el significado de esta palabra:

Desuncir v.tr. Quitar el yugo a los bueyes. (sic).

Esto lo encontramos en la páginas 84 del DCT.

Decía que dos personas discuten sobre el origen de esta palabra y uno tiene el DCT, que le dejó en herencia su abuelo, pero el otro está seguro -porque cuando era niño se lo dijo su abuelo- de que era quitar el yugo a los burros. Así se enzarzaron en la discusión no pudiendo llegar a un acuerdo porque no hubo nadie que les dijera:

Desuncir.- Quitar el yugo al par de animales que están sujetos (uncidos) a él.

Yo creo que si tratamos con palabras que están en trance, o han desaparecido ya, debemos aclararlas lo mejor posible. De lo contrario quizás hubiera sido mejor dejarlas desaparecer.

Vamos con una segunda palabra:

Par n.m. Conjunto de dos mulas para el trabajo.
Observ.: Si son bueyes o vacas se prefiere el término pareja. (Sic).

Página 105 del DCT.

Sin embargo, en la página 513, el mismo diccionario ya se aproxima un poco más a la realidad (¿había transcurrido mucho tiempo?) vean:

Par n.m. Pareja de mulas o bueyes.

Y yo pregunto: ¿quién investigó y dónde para llegar a esta conclusión? Con lo fácil que nos lo ofrece, correctamente, el DUE… y yo:

Par: Conjunto de dos animales de labranza.
Observ.: los burros, en su modestia, también formaban un par o pareja. Además de todo lo demás, también araban.

Tercera palabra:

Cimbrar v.tr. Construir con ladrillos una bóveda de refuerzo en el pozo del que saca agua la noria. (Sic).

Volvemos sobre el mismo problema: ¿Si del pozo no saca agua la noria, sino un grupo motobomba, o una herrada, no será cimbra? Digo esto porque parece que el DCT en su página 124 ha dedicado su cimbra al pozo. Pero hubiera sido más clarificador si nos dice:

Cimbrar.- Construir cimbras en una obra, ya sea pozo, edificio etc. ¿O no?

De paso digamos lo que es una cimbra:

1. f. Arq. Vuelta o curvatura de la superficie interior de un arco o bóveda.

Así de fácil nos lo ofrece el DRAE.

Más palabras:

Callo n.m. Herradura que se pone al ganado vacuno en el potro. (Sic)

Página 354 del DCT.

Vamos a ver: ¿el ganado vacuno tiene una parte que se llama potro, y es allí donde le colocan, o colocaban los callos? Si, si, ya sé lo que usted dice, pero dígaselo al que no lo ha visto nunca lo que eran los callos que ponían al ganado vacuno de labor. Mire que fácil, otra vez, se lo pone el DRAE y el DUE, yo ni entro ni salgo:

Callo: 3. m. Cada una de las chapas, a modo de herraduras, con que se refuerzan las pezuñas de las vacas o de los bueyes domésticos.

¿A que así se entiende mejor? Del potro hablaremos otro día.

Otra palabra:

Susolador n.m. Especie de arado que se utiliza para dar una labor profunda a la tierra. (Sic).

Página 307 del DCT.

Bueno, no se lo tengan en cuenta, puede ser un error de imprenta. El DCT quería decir subsolador porque de sobra sabe el diccionario que los agricultores le llaman SUBSOLADOR, por aquello de que mueve el subsuelo. O sea:

Subsolador.- Arado especial que remueve la tierra, por debajo de la capa arable, sin voltearla.
Y para no cansarles, otro día seguiremos con más palabras.


CUIDEMOS EL LENGUAJE RURAL.

lunes, 12 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Oreo.

Yo creo que a estas alturas todo el mundo -o casi- ha oído (y entendido)… ¡Cómo a oreado!
Se suele decir cuando a una temperatura alta, o moderadamente alta, se le suma un viento seco que facilita que la humedad desaparezca rápidamente. Esto ya lo sabe el personal. Pero, y a las pruebas me remito, no todo el mundo sabe lo que es hacer el oreo en la colmena para evitar la enjambrazón.

Entonces, un experto en la narrativa de Miguel Delibes creo que sería esto lo que debería aclararnos, ya que el escritor da por hecho que todo el mundo lo sabe. Pero parece que, esta vez, Delibes se ha equivocado.

¿Hacía falta un experto en Delibes, para que nos dijera lo que es el oreo en general? Si en mi pueblo hubiera niños (hace años que no nacen en él) hasta el más pequeño nos diría: evaporarse la humedad. Pero claro: parece que allí, donde un niño de pueblo sabe lo que es el oreo, en la ciudad, según le parece al experto en Delibes, es necesario decírselo a todos, pequeños y mayores. ¿Que no es así? Pues entonces dígame por qué esto:

Oreo1.
2. tr. Dicho del aire. Dar en algo para que se seque o se le quite la humedad o el olor que ha contraído. U. m. c. prnl. Los campos se han oreado. (Sic).

Lo que acabo de teclear aparece –tomado del DRAE- en la Cátedra Miguel Delibes.

Ahora, amable lector, dígame: ¿para qué me sirve esta explicación a mí que no tengo ni idea –y es verdad, no broma- de lo que es el oreo que evita la enjambrazón prematura, y que precisamente es lo que no me aclara el escritor? O sea, yo quiero saber lo que es el oreo que retrasa la enjambrazón y el experto me suelta que el aire quita la humedad y el olor. ¡Joder, qué aclaración!

Como no me aclara nada el experto, yo sigo leyendo “Las Ratas” y un poco más abajo leo: “-Nini, ¿es cierto que si no destruyo las celdillas reales el enjambre se me largará? (…)”. ¡Ya está! Me digo…

Oreo.- Manipulación que se hace en la colmena para retrasar la enjambrazón. Ahora sólo me queda la duda de si se trata de dividir la colmena o, como parece que hacía el Nini, destruir las celdillas reales. Pero de esto, si algún día me dedico a la apicultura, ya me informaré. De momento sé algo que el experto en Delibes parece que ignora: el oreo -al que se refiere Delibes- no es quitar la humedad del campo, ni el olor de una prenda, sino una manipulación de la colmena para evitar, o retrasar, la enjambrazón..

HACE FALTA UN OREO DE EXPERTOS EN LENGUAJE RURAL.

domingo, 11 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Podadera.

Vaya esta entrada con humor. Digo esto porque cuando lo leí por primera vez no pude contener una sonrisa, veamos:

Podadera n.f. Herramienta semejante a un hacha. Tiene un corte curvo y el mango de madera o de hierro. Se distinguen dos partes: la parte de delante, cocote, ganguilla o ganga y la de atrás, con la que se puede cortar. (Sic)

Esto dice el DCT en su página 285.

Podaderas de Camporredondo
Se me escapó la sonrisa porque me pareció ver al jovencito sin saber por dónde entrarle a la definición. Sólo le ha faltado decir: se distinguen dos partes: la de delante y la de atrás.

Como tenemos la oportunidad de aportar fotografía no nos queda más que decir: la parte curva se llama ganga y la de… “atrás”, se llama peto y, efectivamente, también sirve para cortar. Las dos sirven para cortar, el peto se usaba como hacha.

Un último comentario: recuerdo en el tiempo que mi abuelo Salustiano podaba con esta herramienta que eran tan diestros en su manejo que no querían la tijera para nada. Es verdad que tenían los filos de la podadera como navajas de afeitar.

Con algunas, siempre muchas, podaderas ha acabado la herrumbre pero, afortunadamente otras lucen con luz propia en casa de los descendientes de los podadores de antaño.

NO OLVIDEMOS NUESTRO LENGUAJE: EL RURAL

sábado, 10 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas. Enmagrecer.

A medida que voy caminando por este intrincado camino rural, me doy más cuenta de que el campo visto desde la ciudad es distinto al que se vive desde el pueblo. Tengo la impresión que el experto en campo lo es desde el fondo de su despacho. Desde allí, el día que toca tema rural, abre la ventana, quizás ve a través de ella algún jardín o quizás las macetas del balcón de enfrente y eso él supone es el campo. Veamos por qué digo esto:

Enmagrecer.
“El matacán, como es sabido, es una liebre que se resabia y a fuerza de carreras y de años enmagrece, se la desarrollan las patas traseras, se la aquilla el pecho y corta el viento como un dalle”.

Con el título “El Matacán del Majuelo” Delibes nos cuenta en “Viejas historias de Castilla la Vieja “lo que acabo de teclear. Pero Delibes se equivoca, allí donde dice “como es sabido”, debería haber dicho: como los hombres y mujeres rurales saben…

Verán por qué:

Enmagrecer. 1. tr. enflaquecer (poner magro o flaco) (Sic)

Esto es lo que encontramos en la Cátedra Miguel Delibes, traído hasta ella, por el experto, desde el DRAE (posiblemente yo he entendido mal y el experto lo es en DRAE, y no en la Narrativa de Miguel Delibes, algún día lo sabremos).

Como no da más explicaciones, acudo al diccionario de La Real Academia para ver como lo entienden y esto es lo que puedo leer:

Enmagrecer. 1. tr. enflaquecer (II poner magro o flaco). U. t. c. intr. y c. prnl.

Buscamos enflaquecer y esto es lo que vemos:

Enflaquecer.
1. tr. Poner flaco a alguien, disminuyendo su corpulencia o sus fuerzas.
2.  Debilitar, enervar.
3. intr. Ponerse flaco. U. t. c. prnl.
4. desmayar (II desfallecer).
5. ant. Sentir daño o menoscabo de salud.

Después de lo leído, vemos que el experto ha optado por: “enflaquecer (poner magro o flaco)”. Pero si vemos lo que el DRAE nos dice que es enflaquecer, pregunto: ¿en cuál de las 5 acepciones encuadramos al matacán? Porque no olvidemos que la liebre se ríe de todos los galgos, entonces… ¿está disminuido en su corpulencia o fuerzas? En todo caso diremos que está musculado (bien proporcionado y fuerte). ¿Está débil? Que le pregunten a los galgos o sus dueños. ¿Está flaco? Una cosa es flaco, delgado, y otra es estar de envidia: bien proporcionado. ¿Quizás se desmaya? Cualquiera lo diría viéndole correr. ¿Tiene menoscabada su salud? ¡Joder, tuvieron que matarle a tiros!

En fin, que lo que yo entiendo que Delibes quiere decir es que “el matacán del majuelo” estaba tan fuerte que no hubo galgo que pudiera echarle mano (diente) y por eso tuvieron que pegarle dos tiros. Es una bonita historia, muy bien contada. Sólo que yo hubiera preferido la victoria del ¿flaco? matacán.

Y ahora el matacán de Camporredondo. No tenía yo más de 6 ó 7 años de edad cuando los mayores acudían a mi casa (mi casa era la cantina) para jugar la partida de cartas diaria y solventar quién pagaba la envuelta de vino y gaseosa y los cacahuetes de aquella noche. Aquella noche, otra vez más, se formó la tertulia en torno al matacán de los majuelos de La Cal (pago dedicado principalmente a la viña) y las laderas de La Gamarra.

El galgo, principalmente, era el del tio Alonso (he querido decir tio, sin acento) y la historia ya la conocen, falta saber el autor del los disparos que acabaron con la vida de la liebre (no me acuerdo). La historia se produjo allá por los años 30 del siglo XX y yo he llegado a pensar que alguien se la contó a Delibes y, si así fue, no pudo caer en mejores manos para ser contada fielmente. ¿No es así? Pues a partir de ahora sepa usted amigo que en Camporredondo –Valladolid- se produjo otra historia gemela a la del “Matacán del Majuelo” del libro “Viejas historias de Castilla la Vieja” de Miguel Delibes.


¡HOMBRES DEL CAMPO! (Y OTROS): CONSERVEMOS EL LENGUAJE RURAL.

viernes, 9 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Calzar.

Sería inútil seguir sin aclarar antes que al decir “calzar” nos referimos a calzar la reja del arado, no el arado, ni el pie del arador.

Calzar v.tr. Colocar una nueva reja en el arado para reemplazar la ya gastada o ajustarla bien.
DRAE: En la reja del arado, poner otra nueva para reemplazar a la ya gastada.
DUE: Ponerle reja nueva al arado.(Sic)

Esto lo encontramos en la página 77 del DCT.

Leído así parece que nos invita a pensar que al que calzamos es al arado (lo calzamos con una reja nueva) y no es cierto: lo que intentamos es calzar la reja del arado, que no es lo mismo porque, a ver: si ponemos una reja nueva no podemos decir que la hemos calzado, en todo caso diremos que hemos sustituido la gastada por el uso, por una nueva.

¿Lo razonamos? Vamos con calzar según el DCT: si colocamos una nueva reja en el arado, resulta que no hemos calzado la reja: hemos sustituido la gastada por una nueva, como decíamos. Pero también parece que se nos hubiera desajustado, entonces tampoco la hemos calzado, sino que la hemos ajustado.

DRAE: “En la reja del arado, poner otra nueva para reemplazar a la ya gastada”. Según esto ¿sobre la reja del arado montamos otra nueva? Esto me temo que no es posible.

DUE: “Ponerle nueva reja al arado”. Aquí parece que al que calzamos es al arado.

Entonces, ¿qué hacer? Pues vamos a calzar la reja del arado que está muy gastada por el uso:

Desmontamos la reja que está montada sobre el dental del arado, la llevamos a la fragua y allí el herrero añade hierro nuevo (calza) para reponer el gastado por el roce con la tierra. Esto sí es calzar la reja: añadirle hierro, en la fragua. Si el hierro a añadir era aportado por el agricultor, el precio de la operación, de calzado, se reducía, pero lo normal era que lo pusiera el herrero.

¿Cómo se añadía el hierro? Pues a base de calor y martillazos. El herrero, con su martillo, iba marcando -sobre la parte de la reja calentada (albada) en la fragua al efecto- el golpe que debería dar el ayudante con la marra (martillo pilón humano) hasta que el hierro añadido quedaba soldado, por contacto, a la reja gastada.

Puedo asegurarle a usted que el calzar la reja era una tarea muy dura, no tan fácil como pudiera parecer: el herrero, que era profesional, sabía cómo y dónde dar el martillazo oportuno. Pero el agricultor, que no era herrero, fallaba algún golpe y el maestro se enfadaba... había que ver al señor Cayetano (de profesión herrero) qué cabreos se cogía.


CALCEMOS EL LENGUAJE RURAL AÑADIÉNDOLE ENTUSIASMO. SE LO MERECE.

Nota al final: para aquél que le haya sorprendido la palabra “albada” debo aclarar que esto se decía de aquello que está muy caliente, en este caso la reja que tenía que estar albada para que soldara. Esta palabra está recogida en el Diccionario de Camporredondo, en esta misma pizarra.