martes, 26 de abril de 2016

¿A cuestas o al hombro?

Recordad: siempre hablo desde Camporredondo (VA), mi pueblo.

Hace unos días hice mención de la frase “a cuestas o al hombro” (“les da igual a cuestas que al hombro", decía yo). “Da igual a cuestas que al hombro” podría ser correcto siempre que obtuviéramos el mejor de los resultados posibles sobre aquello de lo que queremos hablar o escribir, o aquel trabajo físico que queremos realizar. Pero yo no me refería a esto, yo me refería a (era mi queja sobre el trato dado al lenguaje rural) que hay “expertos” que, a mi modo de ver, no demuestran ningún respeto, a mí me lo parece, y que les da igual lo que salga, siempre que les sirva para su propósito: medrar a costa del mundo rural. Sólo desde esa perspectiva quiero decir que no da igual a cuestas que al hombro. No, no da igual si el resultado es distinto.

La frase se aplica sobre aquello que deja mucho que desear sobre lo que pudo ser y no fue, porque al autor le dio igual el resultado obtenido, el caso es rellenar páginas de la manera que sea. Le importó poco el resultado, "le dio igual a cuestas, que al hombro”.

Desde mis primeros pinitos sobre este maravilloso suelo de Camporredondo, oí aquello de “le da igual a cuestas que al hombro” cuando se observa que, por el bajo interés mostrado en su realización, el trabajo no quedó todo lo bien que debiera.

Rematando esta primera observación: se aplica el dicho cuando el actuante no observa un mínimo de regla o respeto sobre lo que hace o dice. "Es un viva la virgen", "le da igual a cuestas que al hombro”. O sea: no demuestra ningún interés por lo que hace.

Si, pues mi rural verbosidad es más bien escasa, creo que lo mejor es echar mano del ejemplo para decir lo que quiero decir. Y ya que quiero hacerlo, me parece que lo más normal es que haga uso de lo que más a mano tengo.

Vamos allá:

En las páginas de "cultura" de un importante periódico de mi zona, aparece la foto de un “experto” en lenguaje rural en el que dice haber descubierto tres tipos de arado: el terciado, el viñero y el romano. No se para ahí, sino que añade: “y es curioso, porque el arado viñero y el romano son el mismo arado…" y sigue con su disparatado razonamiento. Yo, paleto de mí, ¿qué digo ante tamaño despropósito?: pues que tanto al experto como al periódico “les da igual a cuestas que al hombro”. ¿Por qué digo esto? Pues sencillamente porque no se ajusta a la realidad, y se nota una falta de interés por lo tratado más allá de rellenar una página del periódico.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. ¿Piñones?
En el mismo periódico encuentro que quiere hablarnos sobre la producción del piñón en la provincia de Valladolid. Para ello nos muestra un pino con el fruto en sus copas. No tendría mayor importancia si no fuera porque en vez de mostrarnos el pino albar o piñonero (pinus pinea) nos muestra la foto del pino negral o resinero (pinus pinaster) con sus hermosos cogollos o piñotes.

Yo, que sigo siendo de pueblo, ¿qué debo decir?: pues le aplico la frase rural, “le da igual (al periódico) a cuestas que al hombro”.

Hay más, pero para no aburriros creo que es suficiente para demostrar el sentido que se le da a la frase en este mundo mío: el rural. En el mundo académico no lo sé.

Vamos un paso más adelante.

A cuestas
1. loc. adv. Sobre los hombros o las espaldas.
Lo que acabáis de leer es lo que dice el DRAE.

Vaya por delante: entre la RAE y este paleto... ¿quién tiene razón? ¡Vaya gilipollez que se me acaba de ocurrir! Pues coño ¡la RAE!

Sin embargo no debemos condenar al paleto por el hecho de serlo: veamos lo que tengo que decir:

El joven matrimonio rural sale al campo para mostrar a su joven retoño -con orgullo- el fruto de su esfuerzo. La criatura, cansado de caminar, se para y dice: cógeme a cuestas. El padre le toma en sus brazos, se le pega al pecho y continúan su sano garbeo. El niño se cansa de ir a cuestas y se apea. Pero al poco rato vuelve sobre las andadas y, esta vez dice: llévame a los hombros un rato. El padre le sube sobre sus hombros y todos tan felices. Así siguen caminando y otra vez más al niño se le antoja viajar ahora a horcajadas sobre la cadera de su madre, para al poco rato decirle a su padre: agáchate. El padre se agacha (se pone en cuclillas) y el hijo se coloca sobre sus espaldas para esta vez viajar "a la miel". Como el jovencito no está muy cansado, pero sí muy alegre, por el camino va cantando: “a la miel zurrucate, el que quiera que lo cate”.

Cuando, más arriba, he dicho “llévame a los hombros”, he dicho lo que quería decir, porque es la frase empleada cuando el niño quería viajar más cerca de las estrellas.

De manera que, en el campo, tenemos varias formas de cargar: a cuestas; sobre el pecho sujeto con los brazos. En la cadera; a horcajadas sobre la cadera de la madre y rodeado  con el brazo. A la espalda o sobre las costillas; pegado a la espalda y sujeto por la parte superior de los hombros o sentado sobre las manos del padre a la espalda. A los hombros: sentado sobre los hombros del porteador.

Tres formas de llevar el peso: a la cabeza, a la cadera y de la mano.
Me he dejado, para el final, otra forma de cargar con algún peso sobre el cuerpo humano: a la cabeza. La señora se colocaba un rodete sobre la cabeza y encima de este colocaba el balde cargado de ropa para lavar en el arroyo o el lavadero, o bien el cántaro para ir a por agua a la fuente (en aquella época no había grifos en casa)

Como hemos visto, el DRAE dice, y tiene su razón académica, que a cuestas es cargar sobre los hombros o las espaldas. Pero el mundo rural, que no tiene academia que le avale, tiene otras formas de llevar peso sobre su cuerpo y le ha puesto nombre a cada forma:

A la cabeza: llevar el peso, en equilibrio, sobre la cabeza.

Al hombro: cargar el peso sobre el/los, hombros.

A cuestas: llevar el peso en brazos pegado al pecho.

A la espalda o a las costillas: llevar el peso sobre la espalda o las costillas. Si el peso era una persona se decía llevar a la miel.

A la cadera: apoyar el peso en la cadera.

Bajo el brazo o el sobaco: llevar el peso rodeándolo con el brazo. Esta es otra forma de ayudarse con la cadera.

La foto nos muestra la forma de llevar el peso sobre la cabeza, la cadera y en la mano.

Así lo aprendí y así os lo cuento en…

Camporredondo a 10 de diciembre de 2015.

P.D.

Para ser justo quiero y debo decir que, a veces, además del cántaro en la cadera, la aguadora colgaba el botijo de la mano izquierda y de la derecha colgaba otro cántaro. O sea, que en un solo viaje llevaba 3 cántaros y un botijo. ¡Fuertes y valientes como ellas solas!

Esta que ha posado para la cámara es mi orgullo: es mi hermana.



martes, 19 de abril de 2016

Avena 2

Habíamos quedado en que yo  –por aquello de aprender- repasaría  las palabras mejoradas que encontrara en el Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes editado por ediciones Cinca, del mismo autor que el editado por Fundación Instituto castellano y leonés de la lengua.

Comparando los dos diccionarios (mismo diccionario) encuentro una palabra que ya critiqué en anterior ocasión. Pero como ahora ha sido mejorada, entiendo que yo también debo mejorar lo que dije. La palabra es:

Avena: Aunque el significado del DRAE es el correcto, aquí Miguel Delibes quiere referirse a un campo de avena cuando escribe una avena, igual que los labradores se refieren a una tierra sembrada de alfalfa cuando dicen una alfalfa. (Investigación de campo). 

En negrita la mejora.

Una avena: lenguaje agrícola. Tras una avena se
escondían las perdices.
 Avena en grano

El señor Urdiales insiste en que es el DRAE el que nos da el significado correcto; y yo insisto en que en la narrativa de Delibes lo correcto es lo que dice el escritor rural: una avena, referido a un campo sembrado de avena. O sea: el significado académico y, por tanto,  académicamente correcto, es lo que dice el DRAE, y lo correcto en la narrativa de Delibes es lo que éste escribe, que es el lenguaje entre los labradores. Y sí, cuando éstos dicen una alfalfa, una cebada, un trigo, un centeno… es que éste es su lenguaje; sobre él versa la obra de Delibes. Por tanto, avena, palabra académica, por un lado, y una avena (campo sembrado de avena) por otro. Ambas son correctas, cada cual en su momento. Cuando habla el agricultor Delibes, cualquiera entiende que se refiere a un campo sembrado de avena, y cuando habla el académico Urdiales, lo correcto es lo que dice el DRAE. De momento estamos en el campo.

Supongo que el Delibes-académico de la Real Academia Española algo sabía sobre el significado académico de la palabra avena.

Insisto una vez más: el lenguaje rural NO tiene diccionario, y si no queremos admitirlo tal como es, nada más elegante que ignorarlo: ¡jamás academizarlo!

Otra vez vuelvo: las perdices de “Diario de un cazador” se ocultan tras una avena (ver Diario de un cazador, destinolibro, página 46 10ª edición, marzo de 1991). Porque si decimos bajo una avena podría prestarse a confusión y creer que una avena es un árbol o arbusto llamado avena. ¡Qué pesado soy! Aun así podría decir algo más, pero creo que debo tensar las bridas, no vaya a ser que el caballo -cabreo- se desboque.

Discrepancias:

1.- Yo digo: lo correcto, en lenguaje rural, es lo  que dice Delibes. El "experto" en la narrativa de Miguel Delibes se decanta por lo que, en leguaje académico, dice el DRAE (parece que hablamos lenguajes distintos).

2.- El cazador que escribe dice que las perdices se le ocultaron tras una avena, (Diario de un cazador, Destinolibro pág. 46) y yo así lo entiendo, y el "experto" en la narrativa de Miguel Delibes insiste en que las perdices se ocultaron bajo una avena. ¿Sabremos lo que es una avena?

¿Usted qué opina?

Camporredondo 18 de mayo de 2015


P.D.

Por la fecha que figura en "Diario de un cazador"  (6 de octubre) y dado que por esas fechas las avenas hace rato que reposan en las paneras, puedo pensar, y pienso, que Delibes se refiere a la avena silvestre (avena loca) que, indudablemente, seguía sin segar.  En cualquiera de los dos supuestos en nada cambia lo dicho en este escrito. (Entre el cazador y las perdices se interponía una avena, loca o cuerda, pero avena).










martes, 12 de abril de 2016

Machihembrada

Esto decía yo, en Camporredondo, el día 13 de octubre de 2015.

Y como está reciente mi comentario anterior sobre “mantención”, en la que hablamos de la obsesión del señor “experto” en La narrativa de Miguel Delibes por sustituir nuestro lenguaje rural por su vocabulario urbano, me veo en la obligación de responder, aunque reconozco que es una tarea difícil.

El señor Urdiales no acaba de entender que una cosa es machihembrar (unir piezas a macho y hembra) y otra es -en lenguaje rural- amachambrar (asegurar fuertemente una idea… u otra cosa).

Machihembrada
377 p. 305
(...) valiéndose de su energía mental consiguió levantar una mesa
machihembrada (...)
machihembrar.
(De macho1 y hembra).
1.
tr. Carp. Ensamblar dos piezas de madera a caja y espiga o a ranura y lengüeta.
Machihembrada:
Llamada en la zona "machambrada". Como verbo, "amachambrar". En una parte del objeto de madera se hace un hueco. En el otro un saliente que pueda encajar en el hueco. Se encajan hueco y saliente. Una vez encajados se siguen viendo parte del hueco y parte del saliente. (Investigación de campo)

Creo, es sólo una humilde opinión, que el “experto” tiene un afán desmedido por salir de su anonimato a cualquier precio y aquí encuentro otra muestra más: me parece que está claro lo que dice Delibes: (...) valiéndose de su energía mental consiguió levantar una mesa machihembrada (...)

Bien, pues de nada vale lo que dice el escritor, ni tampoco lo que le dice el DRAE:

machihembrar. (De macho1 y hembra).
1.
tr. Carp. Ensamblar dos piezas de madera a caja y espiga o a ranura y lengüeta.

Él, erre que erre, sigue en sus trece:

Machihembrada: Llamada en la zona "machambrada". Como verbo, "amachambrar". En una parte del objeto de madera se hace un hueco. En el otro un saliente que pueda encajar en el hueco. Se encajan hueco y saliente. Una vez encajados se siguen viendo parte del hueco y parte del saliente. (Investigación de campo)

Como creo que el DRAE deja bastante claro lo que es machihembrar, no vamos a hurgar en lo que entiende el “experto”. Pero sí creo que es bastante interesante hacer una pregunta: ¿en qué zona se llama machambrada a machihembrada (mesa machihembrada)? ¿Quizá en su pueblo? que ¡por cierto! ¿cuál es su pueblo? ah, sí, la capital de España. Buen lugar para buscar palabras rurales… ¡sí señor!

Parece -sólo digo parece…- que el autor de los libritos está deseando superar al maestro. Porque éste dice que la mesa es machihembrada y el aprendiz corrige para decirnos que es machambrada. Un respeto señor Urdiales…, vaya usted entendiendo que no es lo mismo machihembrar que amachambrar. Bueno, quizá yo me estoy pasando, lo que digo, lo digo desde un pueblecito de la provincia de Valladolid (Camporredondo) y es posible que en Madrid se diga de, su, otra manera. En cuyo caso me retiro y pido humildes disculpas.

Resumo: unir a caja y espiga es MACHIHEMBRAR. Y asegurar fuertemente algo es AMACHAMBRAR. Pero no se preocupe señor Urdiales: seguirán apoyándole los mismos intelectuales de siempre, aunque no distingan una laja (piedra) de una placa (hielo), o un arado romano de otro de vertedera porque… ¡de todo hay en la viña del Señor querido “experto”!


Camporredondo, 13 de octubre de 2015

martes, 5 de abril de 2016

Nueva sorpresa

Abrí el nuevo DRAE (23ª edición) y me encontré con “la palabra de hoy"," enterito", que es de la que nos vamos a ocupar.

Nada tengo que objetar, ¡no faltaría más!, a lo que el diccionario de la Real academia dice al respecto. Pero sí me llama la atención que sea palabra usada sólo en Arg., Chile y Ur., cuando es palabra que desde mi más tierna infancia –y ya ha llovido- la vengo oyendo, y usando, en mí pueblo de la forma más natural que pueda usarse. ¿Es posible que la hayamos importado de América, para Camporredondo, y aquí la hayamos dado otro significado? ¿O es palabra que nosotros llevamos para allá y ellos la han conservado y nosotros –como tantas otras veces- nos hayamos olvidado de ella?

A continuación os presento el motivo de mi sorpresa:

enterito

Del dim. De entero.
1. m. Arg., Chile y Ur. Prenda de vestir de una sola pieza, generalmente femenina o infantil, que consta de cuerpo y pantalón.
2. m. Arg., Chile y Ur. Prenda de vestir unisex de una sola pieza, que consta de pantalón con pechera y tirantes sujetos en la espalda.
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Y ahora el uso que de la palabra enterito hemos hecho, y hacemos, en el pueblo:

Enterito.- palabra usada para reafirmar que aquello de lo que hablamos es total, es… entero.

Para que yo me exprese mejor –o menos mal-, hagámoslo con un ejemplo: se encuentran dos amigos después del último fin de semana y para cantar las excelencias de cómo se come en casa Mánix (Campaspero), dice uno al otro: ¡no veas cómo se come en casa Mánix!, me pusieron unos entrantes que sólo con ellos ya sería suficiente, pero después me presentaron un cuarto asado que no lo saltaba un gitano. El otro amigo, que se le estaba haciendo la boca agua, pregunta ¿y te lo comiste entero? Ya lo creo: ¡Enterito!, no dejé más que los huesos.

Lo que no nos dice el amigo es si de postre se comió enterito un melón de 2 kilos: eso no lo sabremos nunca, porque no se lo hemos preguntado.

Sin comentario previo con mi mujer, le digo: abre, para Boli (Boli es mi perrito yorkhsire) un bote de la comida especial, que le veo triste. Le abre el bote y claro, como yo esperaba, no dejó ni rastro. Anda, -dice mi mujer- que si llega a estar alegre… ¡No me digas que se lo ha comido entero! le digo; ¿saben lo que respondió? Enterito dijo mi esposa. Entonces la expliqué porque yo había hecho la prueba. De sobra sabía yo que Boli se comería el bote enterito.

Como vemos, lejos de usar la palabra como diminutivo de entero, se usa como confirmación rotunda de la palabra entero.

¿Será enterito palabra americana, o española que, como tantas otras, hemos olvidado?

Se me ocurre algo que pudo ser: si vemos las acepciones del DRAE, parece que las dos se refieren a la prenda de vestir de una sola pieza: Puede ser que al pedir la prenda-equipo de vestir en una sola pieza, el tendero preguntara, ¿el equipo entero, en una sola pieza? Y el otro respondiera: enterito, y ahí quedó la palabra. Es una forma de vestirse enterito con una sola pieza.

Yo, de momento, seguiré usándola como la usaba mi fuente de información: mis abuelos.

Y es que ¡-somos la caraba-! así la usamos, entera, enterita, en:
Camporredondo, 7 de marzo de 2016.