En “La pizarra de Gaude”, entrada
con fecha 20-2-2017 (“Más humeón”), yo me felicitaba al ver que el “experto” en
Miguel Delibes progresaba en su aprendizaje sobre la narrativa de Miguel
Delibes y el lenguaje rural: “(se va informando, va leyendo, decía yo)”. Bien, ha
pasado poco tiempo y ¿qué puedo decir ahora? Pues sólo puedo decir que esto
marcha, seguimos por el buen camino. Lo que ocurre es que para caminar por el
camino correcto hemos de renunciar al camino errado, porque… como se dice en mi
pueblo: “ir como dos por tres caminos” algo que es sumamente difícil. Ya sé que
en este caso no hay dos, pero sí hay uno que se empeña en caminar por dos
caminos a la vez, sin ver que es imposible. Quiero decir, que si el señor
Urdiales quiere coger el camino correcto, debe renunciar al camino que siempre
llevaba a la misma meta: “(Investigación de campo)”, reconocer el error y
comenzar de nuevo. Y vamos por qué digo esto.
Vedlo a continuación:
Hola,
buenas tardes. ¿Una laja? es un trozo de piedra de forma irregular, lisa y
suficientemente fina. Incluso he oído a gente en Castilla y León llamar laja a
trozos de hielo que tengan las mismas características. Las lajas se emplean con
frecuencia como tejas para los tejados, y esto es verdad que se da, en general
lo hemos visto todos, sobre todo en zonas de montaña. Delibes nombra las lajas
en un libro que se llama “El tesoro” pero también las nombra en “Las ratas”
cuando escribe sobre un hilillo de sangre fluida que iba formando un pequeño charco
rojizo sobre las lajas escarchadas del corral. Por tanto una laja es una piedra
lisa, fina, y de forma irregular.
Esto escuché en la emisora Es Radio CYL programa Es la
tarde, y su dialecto agrario, el día 1 de marzo de 2017 y, para mí, es casi
correcto.
Pero sigamos: ved, a
continuación, lo que el mismo autor recoge –“copiar y pegar”- en cátedra Miguel
Delibes y, sin variar ni una coma, también recoge en el mal llamado
“Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes” editado
por Fundación instituto castellano y leonés de la lengua, allá por el año 2006.
Laja
LR p. 52
(...) un hilillo de sangre fluida que iba formando un pequeño charco rojizo sobre las lajas escarchadas del corral.
laja1. (Del port. laja, y este del lat. hisp. lagena).
1. f. lancha.
2. f. Mar. Bajo de piedra, a manera de meseta llana.
Laja: Láminas de hielo que se forman en charcos o sitios con agua. (Investigación de campo)
ET p. 61
(...) en seguida con las primeras lajas.
(...) un hilillo de sangre fluida que iba formando un pequeño charco rojizo sobre las lajas escarchadas del corral.
laja1. (Del port. laja, y este del lat. hisp. lagena).
1. f. lancha.
2. f. Mar. Bajo de piedra, a manera de meseta llana.
Laja: Láminas de hielo que se forman en charcos o sitios con agua. (Investigación de campo)
ET p. 61
(...) en seguida con las primeras lajas.
A poco que nos lo propongamos enseguida destaca que el autor,
en aquella fecha, no tenía ninguna duda: "Laja: Láminas de hielo que se forman en charcos o sitios con
agua. (Investigación de campo)"
Como vemos –él
también lo desmiente ahora- no dijo verdad, se refugió en la tan socorrida
(investigación de campo). Quizás por eso, ahora, no renuncia a ella, sino que
sigue manteniendo que “hay gente en Castilla y León que llama laja a los trozos de hielo que
tengan las mismas características”.
Vamos a ver: ni antes, ni ahora, puede nadie de Castilla y León haberle
dicho que las placas de hielo son lajas (estoy hablando de gente rural) porque
las lajas y las placas de hielo jamás pueden tener las mismas características:
el hielo se forma en lugares inundados y el agua suele nivelarse de forma
natural –al menos en mis años más jóvenes era así- por tanto las placas que se
formen serán paralelas. Pero esto no puede ocurrir, y no ocurre, con las lajas
que, de forma general, varían en su forma y grosor. De manera que una laja puede
tener 5 centímetros por una parte y por la otra acabar en filo digno de una
navaja: son irregulares en forma y grosor.
Así que no, en el mundo rural de Castilla y León (a pesar de nuestro bajo
nivel cultural, como dice el autor en su librito, página 159) nunca pudieron
decirle que las placas de agua también se llamaban lajas.
No obstante todo lo dicho insisto: que el señor Urdiales nos diga quien le
informó sobre las lajas de hielo. Yo prometo ponerme en contacto con su
informante y si tengo que rectificar, rectifico. Mi interés es que el lenguaje
rural siga por el camino correcto.
Si alguien está interesado, podemos seguir con los múltiples usos que de las
lajas (de piedra) se hacía.
He dicho en:
Camporredondo, 2 de marzo de 2017.
Nota al final de esta entrada:
P.D. Creo que es la tercera o cuarta vez que tratamos el tema en "La pizarra de Gaude". Yo creo haber dicho siempre lo mismo, o parecido, y el "experto", a medida que va aprendiendo, lo modifica.
Nota al final de esta entrada:
Desde que comencé esta "desigual lucha" sobre el lenguaje rural y la narrativa de Miguel Delibes, siempre albergué la esperanza de que otro más preparado -y con la misma ilusión que yo- tomara el relevo para, ese día, orillar mis cabreos y dedicarme a otros menesteres.
Pues bien, como creo haberlo encontrado, me parece que éste va a ser el momento de "retirarme a mis cuarteles" y seguir la estela del mejor preparado que yo que, además, como veréis también es nacido en un pueblo (aunque un poco distante del mío) lo cual le permite jugar con ventaja.
Me estoy refiriendo al doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, nacido en Villalpando (Zamora), Luciano López Gutierrez y su interesante libro "En torno a las palabras de Delibes", donde lo primero que trasluce es su interés y respeto por el lenguaje rural y la narrativa de Miguel Delibes.
El libro me parece interesante y -como merece el mundo rural- estudiado con cariño y respeto. Esta es la opinión de un licenciado en "paletología" con cuyo título me siento catedrático.
Será interesante ver los toros desde la barrera.
Amigo Gaude:
ResponderEliminarComo siempre, estoy de acuerdo con tus atinados comentarios. Debes seguir en tu pizarra enseñándonos de forma tan generosa a todos desde tu atalaya de Camporredondo. Más de uno debiera no sólo tomar nota de tus correcciones sino también de tu generosidad. Es muy necesario que alguien que se crió entre las ovejas y agarró la mancera del arado romano defienda el lenguaje rural. Me honran tus cariñosas palabras hacia mi persona. Agradecidos abrazos.
No, Luciano, no soy generoso; soy muy egoísta, porque sólo yo sé la enorme satisfacción que me produce defender el mundo al que sólo se acercan para sacar provecho. Así era en tiempos en que se acercaban (la fiscalía) a los pueblos para robarles si tenían escondido un saco de trigo para -a escondidas- hacerse el pan que tenían más que merecido. Y así sigue siendo hoy en que siguen acercándose a los pueblos para medrar, no importa si lo que dicen se ajusta a verdad o no, lo importante es que nos sirva a nuestros intereses.
EliminarPor otra parte, ya hace tiempo que creí que llegaban fuerzas en las que confiar. Esperé un tiempo prudencial y hoy puedo decir que hay quien, quizá por su proximidad, siente el mundo rural y se puede confiar. Eso creo, y por eso digo lo que digo.
Sólo me queda decir que si en algún momento puedo aportar alguna experiencia tú, o quien sea, puede contar con ello.
Un abrazo de este, orgulloso, paleto.