Un
nuevo descubrimiento
Ocupado estaba yo en otros menesteres, motivo por el cual me había perdido las nuevas incorporaciones con que el “experto” en Delibes, señor
Urdiales, nos obsequia un día sí y otro
también. Pero como dicen que el diablo todo lo enreda, tal vez fuera el diablo
(yo más bien creo que fuera Dios para desfacer entuertos) el que me dijo:
visita las lindezas del señor Urdiales porque te van a sorprender. Y sin
encomendarme a Dios ni al diablo, visité el blog del señor Urdiales. Blog o lo que sea porque, como dijera el Nini: “eso es
inventado, de eso no entiendo”. Como digo, visité el atropello que este señor está
cometiendo con el lenguaje rural y la obra de Delibes (es mi, justificada, opinión).
Sorprendido encontré lo que más adelante os presentaré,
ni quito ni pongo.
Observo, no obstante, que -en el empeño que este señor pone para enseñarnos- algo vamos ganando: el autor ha
eliminado aquella… ¿Cómo decirlo? Sí, sí, como él lo llamaba: (investigación de
campo). Además nos ofrece fotografía y nos da la referencia de dónde se produce
la, su, noticia. Es aprovechando esta facilidad -que tanto he reclamado y tanto
agradezco- que realicé llamada
telefónica a Castrillo Tejeriego y si bien allí la herramienta de la foto, como
muy bien nos dice el “experto”, se llama
caco, no es menos cierto que sirve
para lo mismo en Castrillo Tejeriego que en mi pueblo, Camporredondo, aunque
aquí, y en los pueblos del contorno la llamamos pico (pico para sacar
remolachas).
Tras esta previa, vamos con el uso que de estas herramientas hacíamos los agricultores de ayer (hoy, afortunadamente, las máquinas han acudido en auxilio de quien realiza tan noble labor).
Aunque en “La pizarra de Gaude” ya lo he explicado en diferentes entradas, creo que debo repetir todo el proceso de producción de la remolacha, en cuanto a siembra y recolección se refiere.
En el tiempo que la siembra se hacía a cordón seguido, esto es, reguero de semilla surco adelante, debo decir y digo: era necesario eliminar después gran parte de la planta para que la que quedaba a distancia correcta pudiera desarrollarse y con ello aumentar la producción. ¿Que por qué explico todo el proceso? Pues para dejar patente la “burrada” que supondría hacerlo con la herramienta que el señor Urdiales nos indica.
Una vez que la nueva planta se había desarrollado lo
suficiente, era necesario un primer ENTRESAQUE,
lo llamábamos encasillar (dejar grupos de plantas a la distancia que quedaría
después la planta definitiva).
Realizado el primer ENTRESAQUE venía el segundo y definitivo: eliminar todas las
plantas excepto una que es la que formaría parte de la cosecha. Esta segunda
labor lo llamábamos entresacar y más
corrientemente capar.
Y ahora quiero preguntar, y pregunto al “experto”:
¿sería usted capaz de enseñarnos, también, como realizar esta tarea con la
herramienta que nos muestra en la fotografía? No, no se moleste es imposible,
pero no se preocupe porque este inculto paleto se lo explicará a continuación.
Cuando la planta tenía el desarrollo adecuado, el
agricultor, yo, cogía la BINADERA y
además de rozar el surco para eliminar las hierbas indeseables, iba haciendo el primer ENTRESAQUE, dejando las remolachas en
pequeños grupos, llamados casillas (tarea llamada encasillar).
Pasados unos días se volvía sobre el segundo y
definitivo ENTRESAQUE: se arrancaba
toda la planta excepto la más desarrollada, o mejor situada, que es la que formaría parte de la
cosecha (tarea llamada capar).
Ya hemos dicho que tanto para el primero, como el
segundo entresaque, se usaba la binadera. Pero esto era en
Camporredondo y pueblos limítrofes. Había otras zonas en las que estas operaciones las realizaban, además de con la binadera,
con la azuela o el almocafre, como ocurría en Castrillo
Tejeriego, según conferencia mantenida (por mí) con dos vecinos.
Ya tenemos las remolachas ENTRESACADAS, queda cultivarlas para después, allá por los meses de noviembre a febrero/marzo, sacarlas (arrancarlas). ¿Con qué herramienta se
sacaban? Pues eso, con el caco en
Castrillo Tejeriego (pico de sacar
remolachas en Camporredondo y pueblos limítrofes).
El caco,
o pico, es la herramienta más grande
de las dos que nos muestra el “experto”. La otra… la otra en Castrillo
Tejeriego se llama gancho (en
Camporredondo y pueblos limítrofes, ganchillo)
y es posterior. Con el pico había
que clavarlo en la tierra y haciendo palanca con el astil se arrancaba la
remolacha. Con el ganchillo se
enganchaba por la corona y, a tirón, se arrancaba.
¿Ha quedado claro? Tanto el caco como el gancho, en Castrillo Tejeriego, pico
y ganchillo en Camporredondo y
pueblos limítrofes, servían para sacar (arrancar la remolacha). ENTRESACAR es tarea distinta como ya
hemos visto.
Un minuto para la reflexión querido lector: no hay
duda que los años pasan y si, cuando pasen unos cuantos, surge un auténtico
investigador interesado en cómo se
desarrollaban las tareas en el campo allá por la primera mitad del siglo XX y
piensa: ¿para qué darle más vueltas investigando? Hubo un experto que lo dejó estudiado y tiene
todas las garantías de conocer el tema pues… era experto en Delibes y además le
avalaban: Fundación instituto castellano y leonés de la lengua; Cátedra Miguel
Delibes; diario El norte de Castilla, Excma. Diputación provincial de
Valladolid (la cual con dinero del contribuyente financiaba las charlas que el
autor pronunciaba por esos mundos de Dios). Por mediación del Ministerio de
educación impartía sus peroratas por colegios e institutos. También le avalaba la Fundación Miguel Delibes, en cuya sede presentó un librito (llamado “Diccionario
del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes” editado por ediciones
Cinca), y hasta en otros diarios de tirada nacional admiraban palabras que no
existían… etc.
Como decía, este verdadero investigador quiso
saber más e investigó lo que era entresacar,
para llegar a una conclusión: mira si serían brutos -dirá o escribirá- que entresacaban las remolachas con las
herramientas de la foto -que presentará- ¡con lo fácil que hubiera sido hacerlo
con la binadera!
Porque el tiempo ha pasado y a este paleto le
quedan pocos telediarios quiero dejar escrito: si hay un bruto ignorante en
toda esta historia es el autor de la noticia que ni siquiera por respeto a su
bisabuelo -hombre de campo como yo- se molestó en investigar cómo nos ganábamos
los gabrieles. Lo importante, para él, es que la Excma. Diputación provincial
de Valladolid, más ignorante -en el tema- que él, pagaba religiosamente con
dinero público por desinformar, o confundir, sobre una cultura rural ya
desaparecida.
Se llama caco y servía para entresacar
la remolacha (al menos lo llamaban así en Castrillo Tejeriego. No sé en otras
zonas).
Aquí los tenéis: primero por la derecha el caco en Castrillo Tejeriego, pico para sacar remolachas en Camporredondo y sus alrededores. A la izquierda el gancho en Castrillo Tejeriego, ganchillo en Camporredondo y pueblos limítrofes. Los dos servían para sacar (arrancar) la remolacha.
Terminando: cuando el señor Urdiales recurría al DRAE, a veces metía la pata hasta el corvejón, ya hemos dicho que el lenguaje rural no tiene diccionario, pero ahora que ha superado aquella etapa, y va por libre (cree haber aprendido) pues patina más que antes. ¿Por qué digo esto? Pues porque si hubiera acudido al DRAE hubiera visto que en su segunda acepción viene como anillo al dedo. Vedlo amigos:
entresacar
1. tr. Sacar algo de entre otra cosa.
2. tr. Aclarar un monte, cortando algunos árboles, o espaciar las plantas que han
nacido muy juntas en un sembrado.
Una
pregunta: ¿sería posible entresacar
las plantas con las herramientas de la fotografía?
Y, de momento, sólo me queda añadir: obligados deberíamos estar a respetar
la memoria de nuestros ancestros, sus costumbres y su lenguaje rural. La de nuestros
bisabuelos también, señor Urdiales.
Camporredondo 9 de enero de 2016.
P.D. Por considerarlo un derecho que como ciudadano tengo, y una obligación por
denunciar lo que creo es injusto, esta misma entrada será remitida a la Excma.
Diputación provincial de Valladolid. Quedando pendiente de rectificación por
este mismo medio si el/los posibles afectados demostraran algún error o interpretación errónea por mi parte.
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