Acabo de escuchar en la radio la palabra ganchito en la narrativa de Miguel Delibes y, debo confesarlo: me he sentido un poco triste. No me siento triste porque Delibes use la palabra cada vez que se le presenta la ocasión, lo leí un montón de veces y… me quedé tan tranquilo. Pero hoy, cuando mientras lo escuchaba por radio miraba el campo a través de los cristales de mi salón, algo ha protestado dentro de mí. El cazador que escribe, que tantas muestras ha dado de estar siempre del lado del humilde, en este caso nos habla –a los humildes- desde la atalaya del cazador de muchas alas y pocos bofes (no los necesita).
Indudablemente, el ganchito ("ojeo a lo pobre") es como el
aperitivo que precede al banquete (montería, gancho, batida para ricos). Desde la perspectiva que
ahora mismo tengo delante –si pudiera- preguntaría al cazador que escribe: ¿el
cazador humilde (los de mi pueblo, yo...) no tiene derecho a ilusionarse con la palabra ojeo?
Veamos: dice el escritor… “basta una
tropilla de media docena de chavales para patear el terreno como Dios les da a
entender.” ¡Joder, querido y admirado escritor! Si una tropilla de
seis chavales ojeando no es un ojeo,.. ¿podría decirme como llamamos al dado por
un niño, muerto de miedo, al que su hermano le indicó la dirección a seguir -sin más referencias que dos pinos que destacaban sobre la espesura del monte- hasta encontrarse con el cazador? Pues yo se lo voy a decir: aquel "chaval", de
no más de seis años, era este aporreador de teclas, y mi hermano Alfredo fue el
cazador que en aquel “ganchito” aculó dos liebres y el que descubrió, al verme aparecer, que iba llorando de miedo. Y...¿saben todos los “cazadores” de escopeta repetidora y secretarios para cargar y recargar la escopeta del señor y
recoger las piezas abatidas, cómo llamamos los cazadores de pueblo a estos
humildes “ganchitos”? Pues sí señores, sí, a estos “ganchitos” nosotros los
llamamos lisa y llanamente: OJEOS. Y es que, en el campo, ojear es espantar la caza para dirigirla al lugar que nos interesa y eso lo consigue uno u ochenta, sin otro límite que el espacio de terreno que queramos batir.
He dicho lo que siento y, por una
vez, sin que sirva de precedente, no estoy de acuerdo con el escritor que caza:
nosotros, los humildes cazadores de pueblo no conocíamos la palabra ganchito
más allá del aperitivo que precede… bueno, tampoco, porque aperitivo tampoco
teníamos antes de los gabrieles o las patatas viudas.
ganchito
1 m. Esp. Aperitivo ligero y crujiente, de forma alargada o de gancho, generalmente hecho con maíz o patata.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Lo demás, en el pueblo, son OJEOS.
Después de casi setenta años aun
recuerdo el miedo que pasé en mi primer OJEO (ojeo de la pimpollada en la parte sur de la nava de arriba) en el Monte Arenas de Camporredondo.
Hasta aquí he
intentado hablar del ojeo en mi ambiente: el ambiente de pueblo, con cazadores
de pueblo. Para hablar del gancho, la batida, la montería… quizá hubiera que
recordar al Nini: “yo de eso no entiendo, eso es inventado”. El gancho será
gancho y su diminutivo será ganchito. Pero el ojeo siempre será ojeo: en el
pueblo no tiene diminutivo.
Camporredondo, 19 de
octubre de 2016
La solución al problema que planteas es fácil: según qué sitios o ambientes, hay diferentes acepciones...
ResponderEliminarPero, digas lo que digas, contigo siempre aprendemos algo (tampoco te acostarás...)
No amigo, no; esta vez no va de zonas, la palabra ojeo la recoge hasta el Diccionario de la Lengua Española (DLE). Mi protesta va porque parece que nuestros OJEOS -los de la gente de campo- no puedan catalogarse como las espectaculares “cazatas” de los grandes señores ¿lo miramos sólo por el número de piezas… recogidas? Porque si lo medimos por el grado de ilusión lo nuestro estaría –al menos- al mismo nivel de las grandes cacerías que no tenían, a veces, más mérito que saber apretar el gatillo.
EliminarLo que dije y sigo diciendo: lo nuestro, ni es ganchito, ni es ojeito; lo nuestro era y -aunque en menor cantidad- sigue siendo 0JEO, aunque Delibes lo titule ganchito (ojeo a lo pobre).
Gracias Piscator y, en mano, no en ojeo, recibe un abrazo campero.