Primera noche sin ti
Así sucedió: mi amigo llevaba ya
unos días que no se encontraba bien. Aun así sus demostraciones de cariño para con
nosotros, nunca faltaban. Pero día a día sus fuerzas le abandonaban. Un día, “Boli
hoy no ha comido”, dijo su amiga. Pero bueno, puede ser, como ya había ocurrido
más veces, que haya comido más de la cuenta: mañana seguro que estará bien.
Pero al día siguiente tampoco parece que se animara. Lejos de eso ya sólo bebía
agua. Él seguía acudiendo a darnos sus besos, hasta que esta mañana acudió a
recibirme a la salida del elevador, pero sus patitas ya no le permitieron
despegarse del suelo y tuve que ser yo el que, dentro de mis limitaciones, me
agachara para hacerle mis acostumbradas caricias. Caricias a las que ya no pudo
responder metiendo mi mano dentro de su boca y lamiéndome para demostrarme su
cariño.
Por la tarde, aprovechando que
está en el pueblo César –hermano de su amiga-, y Rafi, su señora, pedí que
hicieran el favor de llevar a Boli a la clínica en la ciudad. Llamé,
concertamos hora (las cinco y media). A las cinco menos diez Boli salió de casa en brazos de Rafi y fue la
última vez que yo le vi.
Al salir de casa quise ponerme a leer
para hacer más corta la espera pero… no podía. Mi vista pasaba por encima de
las letras, pero en mi mente siempre está mi amigo Boli. A las siete, pereciéndome
que se retrasaban, llamé, cogió el teléfono César para decirme: ya ha
terminado.
Boli: me has jodido, me has
dejado hecho un trapo. ¿Sabes lo que hice cuando me lo dijeron? Pues verás:
pegué un grito que, a pesar de que tú sabes que tengo, también, la voz
atrofiada, pegué un grito que si tú no lo oíste sería porque estabas en la
ceremonia de bienvenida que te estaban dando en el cielo de los BOLIS. Y lloré,
lloré mucho, y me enfadé, me enfadé mucho. Fíjate si me enfadé, que me enfadé hasta con Dios. Pero bueno, no te preocupes, porque si hay Dios, tiene que
tener un corazón como el tuyo y seguro que me comprende.
Y quiero decirte una cosa: hablé
contigo después, tú no me contestabas, pero yo te hablé mirando, desde mi
sillón, hacia la izquierda que es donde seguía tu camita, pero ya… vacía para
siempre.
Después me dediqué a buscarte un alojamiento
cerca de mí, a escasos dos metros de la cristalera donde tú sabes que hago mis
pequeñas cosas en esto que llaman ordenador.
Cuando llegaron contigo ya habían
pensado donde ponerte definitivamente, sin saber que ya tenías tu sito cerca de
mí, y dije: ahí, delante de la jardinera de terracota, en el corral. Ése es el
sitio de Boli, ahí podré darle los buenos días cada mañana aunque sé que no me
vas a contestar porque estás en el cielo, y todavía no hay línea directa.
En la clínica les dieron una caja
para ti. No quise verla, tu cama para siempre ya estaba decidida y cuando tu amiga habló de ella dije: mi amigo no estará en contacto conmigo, pero sí
quedará envuelto en algo que me haya pertenecido. Y así fue: tu amiga te envolvió,
con mucho amor, en una prenda de vestir mía, te di un beso y ella te depositó
en tu última morada, desde donde nunca nos veremos pero nos sentiremos cerca.
Así hasta que Dios quiera.
Descansa en paz querido Boli.
16 de diciembre de 2017.
Al otro lado del arcoiris estan todos los Perros buenos.. Osea, (todos los Perros)
ResponderEliminarDescansa en Paz Boli.
Gracias Carlos. Se los quiere mucho, pero es que ellos quieren sin límite. Hasta el último momento Boli me demostró que era mi amigo. Ya no podía nada más que mirarme y me miraba, había una expresión especial en su mirada.
EliminarDesde luego que si, Class murió en mis brazos, y esa mirada la tengo grabada para siempre.
ResponderEliminarHan sido trece años el tiempo que habéis disfrutado de él. Ahora Boli está feliz al otro lado del puente del arco iris junto con Lukitas y Class, que le están cuidando.A los que nos encontramos al otro lado nos cuesta mucho superar su ausencia. Besos tíos queridos.
ResponderEliminarGracias sobrinos.
EliminarHan sido 160 meses de agradable compañía los que nos ha brindado el "pequeño yorksire sin pedir nada a cambio. Ahora se nos ha ido y me ha dejado muy jodido, cada día me acuerdo más y, cada día, sigo dándole los buenos días como antes. Cada noche, al bajar la persiana que me permite ver su nueva residencia se me clava en el alma. Él que le gustaba salir cuando yo le abría, pero se volvía cuando veía que no le acompañaba, ahora salió y, para siempre se quedó fuera. Vale: le quería y le quiero.
Se me saltaron las lágrimas
ResponderEliminarCARTA DE UN PERRO A SU AMO
A MI AMO: A ti, que eres mi jefe, mi líder, mi guía, necesito decirte algo.
Piensa que desde el momento en que me escogiste para llevarme a vivir contigo, a partir de entonces, te entregué mi vida de manera absoluta, incondicional. No me importó que tipo de casa tenías, donde me ibas a alojar, que me darías de comer, nada. Lo único importante para mí es que me habías elegido.
Crecí a tu lado aprendiendo lo que querías enseñarme, saliendo a pasear cuando tú lo dispusieras y aprendí también a quedarme en casa solo, esperando por ti, el tiempo que fuera necesario y mi mayor alegría era oírte y verte al regresar. Por supuesto que te aceptaba sin importar el estado de ánimo que trajeras, yo lo entendía y me adaptaba a el de inmediato, si venías alegre yo me entusiasmaba contigo y estaba dispuesto a lo que tú quisieras, salir a caminar, jugar con la pelota, lo que fuera... Tu alegría era mi alegría. Si venías enojado trataba de hacerme pequeño, no molestar, esperar a que te calmaras, y si venías enfermo o cansado, me quedaba a tu lado, cuidándote, vigilante, alerta....
Pasamos los años compartiendo, aprendiendo un poco cada día como éramos los dos. Me siento muy feliz de sentir como ha crecido el amor entre nosotros, nos gusta estar juntos, divertirnos, aprender cosas, pero... no se si tú lo sepas, yo voy a envejecer antes que tú, mi cuerpo sentirá los estragos del tiempo y es de eso que quiero hablarte...
Cuando envejezca, por favor, cuídame, no me abandones. Quizá tenga problemas para oír o para ver como antes, quizá mi caminar sea más lento pero sigo siendo tu compañero de siempre, acéptame con las limitaciones que vaya trayendo la edad y busquemos nuevas formas de disfrutar la vida. Tal vez no pueda ir por la pelota con la velocidad que lo hacía antes, pero puedo aprender nuevos trucos.
Y cuando el tiempo o la enfermedad te indiquen que ya no puedo más, déjame ir con dignidad. No esperes que el dolor o la debilidad acaben conmigo. Te he entregado mi vida hasta el punto en que tú puedes decidir cuándo ayudarme a terminar. Sé que esta decisión te entristecerá mucho pero por el mismo amor que me tienes, no prolongues inútilmente una situación en la que los dos estamos sufriendo. Yo se que tomarás la decisión en el momento correcto. Déjame ir y quédate con nuestros recuerdos que yo llevaré grabados en mis ojos y en mi corazón la imagen del ser vivo que más amé en la vida...
CON AMOR, TU PERRO
Los Angeles se van juntando en el cielo. Descansa en paz TIO.
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