Dice el “experto” en la página 65 del librito titulado
“Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes” de
ediciones Cinca:
encaderada
ELCM p. 149
El Barbas
distingue inmediatamente la liebre herida de riñones, de la liebre encaderada. La primera muere, la
segunda no.
Seguidamente nos da su definición (la del “experto”):
Encaderada (la liebre): Coja por tener la cadera rota. Si la liebre
está siendo perseguida, seguirá corriendo aunque esté encaderada. (Investigación de campo)
En la entrada de fecha 16-3-2014
dejé mi protesta sobre el trato dado al lenguaje rural y a la obra de Delibes. Decía
yo entonces, y repito ahora: Delibes no pudo decir, y nunca dijo, que la liebre
herida en la cadera estaba encaderada.
No sé si en alguna otra entrada
lo he repetido: si la liebre está herida en la cadera (tiene rota la cadera)
siempre estará escaderada, o
descaderada, como usted quiera. Esto es así porque encaderada ya estaba (se supone que tenía cadera) por eso corría
que se las pelaba.
Parece que, una vez más, debemos
recurrir, y recurrimos, a “El libro de la caza menor”. Esta vez, sobre la
página 527, Obra completa, ediciones Destino, primera edición mayo de 1966, es donde
encontramos lo que ahora transcribimos:
“…
irremediable. Asimismo, el Barbas distingue inmediatamente la liebre herido de
riñones, de la liebre escaderada;
la primera muere; la segunda, no. Tales observaciones son valederas para todo
el pelo: conejo, zorro o garduño. (…)”
Después de esto creo que queda
claro lo que Delibes escribió. Pero, digo yo: si por error de imprenta, o
cualquier otra circunstancia, se hubiera colado la palabra encaderada, para referirse a la liebre herida en la cadera, ¿no
hubiera sido suficiente motivo para que un doctor cum laude en ciencias de la información averiguara dónde estaba el
error? Porque, indudablemente, error habría, ya que descaderar -escaderar
decimos en el pueblo, por eso lo usa Delibes- el diccionario de la Real Academia
(DRAE) nos dice:
1. tr. Hacer
a alguien daño grave en las caderas. U. t. c. prnl.
Y como creo que no debo seguir, no sigo. Tengo la esperanza puesta en que algún día, lo que este paleto dice, será leído por algún docto en la materia y quizás, entonces, quiera sacarme los colores por mis muchos errores. Eso sería porque los libritos llamados diccionarios en la narrativa de Miguel Delibes hacían justicia al mundo rural. Yo, de momento, siento pena por el trato que allí se da, tanto al lenguaje rural como a la obra de Miguel Delibes. ¡He dicho!
Camporredondo, 7 de septiembre de 2015
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