jueves, 22 de octubre de 2015

Engañapastor/es

En su tercera edición (año MDCCLXXXXI, (1791), el “Diccionario de la lengua castellana” recoge la palabra chotacabras con esta definición: “Ave nocturna que mama y chupa la leche a las cabras con gran sutileza. (Caprimulgus)”.

Tenemos que reconocer que en los años a los se refiere el “Diccionario de la lengua castellana”, ni los medios serían los más adecuados para seguir al engañapastores, ni tampoco habría demasiado interés en distraer tiempo para dedicarlo a seguir al chotacabras en sus excursiones nocturnas.

Digo esto porque –es la humilde opinión de un ex pastor- con sólo haber preguntado a algún cabrero les habría dicho que lo que este pájaro persigue es a los insectos que el paso del ganado (cualquier ganado) levanta: de ellos se alimenta. Es tan fácil ver lo que digo como situarse detrás del rebaño de ovejas para verle sobrevolarlo y cazar insectos: su manjar preferido.

Otro de los motivos que me ha impulsado a esta entrada, es porque se repite con insistencia la palabra engañapastor. Debo decir, una vez más, que Delibes escribe de oído y por eso repite una y otra vez la palabra engañapastor, porque según la zona en la que te encuentres habrá quien usa el singular o el plural. Yo puedo decir, y digo, que en el entorno de este ex pastor se usaban tanto una voz como la otra –yo siempre usé engañapastores-. Creo que, a poco que nos interese, nos daremos cuenta de que el ave no “mamaba” de una sola cabra según el diccionario, por eso era chotacabras: “mamaba” de todas las cabras que se le ponían a tiro.

Por el mismo motivo de lo que acabo de comentar como chotacabras, digo lo de engañapastores, porque no engañaba a un solo pastor, sino a todos que, ingenuamente, se dirigían al pájaro creyéndole herido o sobre el nido.

Todo esto es fruto de haber comenzado a ver el comportamiento de este pájaro a edad muy temprana. Por eso este “cura” en la entrada “El pastor y las sombras” (La pizarra de Gaude) decía que el pastor no se sorprendía ante una sombra que divisó en el suelo y se dirigió hacia ella sólo con el ánimo de ver volar al pájaro.

Resumiendo: engañapastores = a… chotacabras.
                      Engañapastor = a… ¿chotacabra?


Os presento al que, alguna vez, me engañó: el chotacabras, engañapastores por estos lares














Camporredondo, 8 de septiembre de 2015.

2 comentarios:

  1. De niño llamábamos engañapastor a la cogujada, que se quedaba quieta en la rastrojera, como esperándote... para siempre salir volando antes de que llegaras.

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    1. Porque de niño no habías visto al engañapastores que es más crepuscular. Yo tuve la “suerte” de, muy niño, creer que el pájaro, o estaba herido, o tenía su nido allí donde le veía amonado contra la tierra, y a pesar de que mis hermanos me decían que no, que es que te engaña, yo corría y buscaba. Al fin tuve que admitir que aquel pájaro engañaba a los pastores y por eso se le conocía con ese nombre.
      La pobre cogujada, con su gracioso moñete, ni lo pretende ni es capaz de engañar a nadie y menos a los pastores.

      Saludos pajareros

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