sábado, 13 de febrero de 2016

Collarón o collera.

La collera vista desde el Paseo de la Castellana

Jorge Urdiales Yuste
La Castilla rural de Delibes en imágenes actuales: collarón.



Así, con imágenes (mejor si son actuales), nos aclaramos mucho mejor. Si es que no hay como intitularnos “expertos” para conseguir que la diputación nos prepare charlas para impartir por esos pueblos de Dios. El “experto” las monta y ejecuta; la diputación, como usa dinero que no sale del pecunio de su presidente, paga -o eso creo- con dinero de todos, y “todos” felices y contentos.

El día 18 de enero de 2016 Jorge Urdiales Yuste sorprendió (a mí ya no me sorprende) a sus estupefactos escuchantes con esta bonita fotografía actual. Tiene que ser muy actual, porque en el tiempo en que Delibes hablaba de la Castilla rural lo que enseñó, el escritor, es que eso era la collera sobre la que descansa el yugo que, se supone, unce a la yunta que ahora ya no me atrevo a decir si se dirige a arar, trillar o sabe Dios hacia dónde las conduce el mozo, si es tan experto como el conferenciante. Posiblemente, al ser tan actuales, estén preparados para dar un paseo por la Gran Vía madrileña ¡vaya usted a saber!

De todas maneras, quizá me estoy pasando de listo y el “experto” se esté refiriendo al enorme collar que posiblemente lleve colgado del cuello el… ¿cómo se llamará, en la imagen actual, el gañán?

Bueno, yo, por si acaso el que lee esto recuerda cómo era, cómo se llamaba, y para qué servían los arreos que muestran la fotografía, quiero tranquilizarle y decirle que no se alarme, que el mundo no ha cambiado tanto, que la collera sigue llamándose collera, el yugo; yugo, y que los machos parecen preparados para arar, trillar o cualquiera de las tareas que realizábamos. Lo que pasa es que el “experto” no entiende a Delibes, e ignora lo que es el mundo rural. Pero que, de cualquier manera, le está viniendo muy bien para darse a conocer aunque sea a costa de trastocar la historia y “analfabetizar” –ruralmente hablando- a futuras generaciones. Por lo demás, ya lo hemos dicho en varias ocasiones: tanto a él, como al que le paga –y los que le apoyan- “les da igual a cuestas que al hombro”.

Afortunadamente esto ocurre en el tiempo en que aún quedamos algún que otro arrastralbarcas que nos tocó uncir a los animales… machos, caballos, burros (de los de cuatro patas)… etc. y también hemos llegado a tiempo de aporrear el teclado para que quede constancia de lo que tuvimos que hacer y los útiles de los que nos tuvimos que valer para ganarnos los garbanzos. Porque si esta cultura -ya desaparecida- hubiera dependido de expertos como el que nos ocupa y presidentes que pagan sin controlar (sin saber qué es lo que pagan) apañada habría quedado la historia rural.

Por si acaso sirve de algo -quizás para que se cuelguen alguna medalla que “de menos hizo Dios” se dice en mi pueblo-, repito: los apoyos que tienen estos libritos que han salido al mercado, y todo lo que rodea a ese mundillo, es fruto del más absolutamente analfabetismo ruralmente hablando. Porque en todo lo demás el analfabeto es éste que aporrea un chisme que escribe sobre una pantalla y hasta me corrige las faltas de ortografía. ¡Lo que hemos llegado a conocer! No, no lo decía por el ordenador, que dicen que así se llama el artefacto, lo digo porque si le dicen a mi abuelo que tendrían que venir de la gran ciudad para enseñarnos lo que es la collera y el collerón, nos habría corrido a gorrazos.

Y ya que hablo de abuelos, y por si acaso existe el cielo –que si existe está lleno de gente del agro,- como dicen que desde allí todo lo ven, dejadme que envíe un ruego a todos los que fueron delante y que quizá no se hayan dado cuenta de cómo está todo esto de cambiado. Ahí va:

Hola colegas,

¿Cómo estáis? Por aquí abajo las cosas están cambiando a marchas forzadas. Está cambiando todo a tal velocidad que aquello que vosotros conocíais hoy no lo conoce ni la madre que lo parió. Con deciros que vienen por los pueblos enseñándonos cómo eran y para qué servían los arados, las colleras, los bieldos… dicen que el arado viñero y el romano son el mismo arado, que con el gario separaban el grano de la paja, que la media fanega es el celemín… bueno, una muestra de lo que os digo es esta foto de hoy que, como podéis ver, nos dicen que la collera se llama collarón. No, no, collerón no, dice que se llama collarón como aquello que vosotros llamabais a los collares grandes... pues así.

Pero para no aburriros con mis cosas os invito a que os deis un garbeo por esto que llaman internet y allí encontraréis “La pizarra de Gaude”. En ella veréis una pequeña parte de los cambios que se han producido en el lenguaje que me enseñasteis y que yo trato de conservar pero que nada, no es posible. 

Veréis por qué digo que es imposible: a nosotros, cuando digo a nosotros quiero decir a vosotros y a mí, nos llaman paletos y dicen que como carecemos de cultura damos variaciones fonéticas a las palabras. Así dicen que nosotros (vosotros y yo) decimos marrotar en vez de malrotar, que cuando decimos que algo lo tenemos fuertemente agarrado deberíamos decir que lo tenemos machihembrado en vez de amachambrado como decimos vosotros y yo… bueno que lo que quieren decirnos es que el lenguaje rural es aquel lenguaje que se imparte en unos sitios que para vosotros y para mí no existieron: las universidades.

Así que nada, si tenéis una universidad por ahí a mano creo que os lo pasaríais de tres pares de cojones dándoos una vuelta para que veáis las burradas que desde ellas dicen los eruditos que hay. Lo cojonudo de lo que os digo es que por aquí les creen a pies juntillas y, encima, hasta cobran sus buenas pesetillas (hoy se llaman euros) por ello.

De vosotros y de mí, como no sabemos leer y escribir dicen que somos analfabetos. Ellos, que no saben lo que es un arado terciado y no distinguen el pino albar del negral y hasta llegan a decir que cuando tienen las arcas vacías (sin un céntimo) dicen que las tienen ahítas, pues tienen títulos tan extraordinarios como “doctor cum laude en ciencias de la información”… bueno un sinfín de títulos para ocultar que son mucho más analfabetos que nosotros porque nosotros lo sabemos y nos quedamos tan panchos, pero estos doctores creen que saben todo y –como vosotros decíais- no hay analfabeto más profundo que aquél que todo lo sabe, y éstos que os digo no distinguen una remolacha de una achicoria, ni el collerón de la retranca.

Bueno chicos, sabré el día que habéis visto “La pizarra de Gaude” porque oiré vuestras carcajadas desde aquí; entre binaderas, bieldos, garios, colleras, collerones, picos, arados… porque todo eso, como ya no se usa, lo tengo recogido para que no se pierda.

Y aquí sigo en este pueblo llamado:
Camporredondo, 9 de febrero de 2016




2 comentarios:

  1. ¡Cómo se lo pasan nuestros abuelos en la pizarra de Gaude! 👏🏻👏🏻

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    1. ¡Cómo se lo pasa este abuelo cuando las nuevas generaciones se asoman hasta "La pizarra de Gaude"!

      ¡Ánimo! que esto que hago va dirigido a vosotros.

      Gracias Oscar.

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