lunes, 1 de febrero de 2016

Lo prometido es deuda...

…y no me gusta estar entrampado. Para muchos de vosotros seguramente la imagen permanece en vuestra retina, o en vuestra chinostra. Pero para aquél que por su juventud no lo sepa, los tratos en el ámbito rural, se sellaban con un apretón de manos. La palabra era la mejor garantía para sellarlos. Entonces dejadme que yo me comporte como uno de aquellos hombres con traje de pana, faja negra protegiendo sus riñones y boina calada hasta las cejas. Hace unos días adquirí un compromiso con vosotros: hablaríamos de los útiles de la era siguiendo un orden de aparición en la faena, y a eso vamos.

Como creo que debemos de comenzar por el principio: comencemos por el horcón. Bien. ¿Por qué el horcón? Pues porque con él se cargaban los haces al carro y, a veces, con él se hacinaban y deshacinaban los haces en la era. De manera que justificada está la inclusión del horcón entre los útiles de la era.

El horcón, éste de tres dientes
Con el horcón, en el rastrojo, se allegaban los haces al carro. Era como una horca de metal (lo veis en la foto). Los había de dos o tres dientes, y todos tenían el mango más largo que la horca.

Como no quiero dejar -si soy capaz- ni un solo resquicio diré: vendrán otros detrás de mí y dirán: ¡pero también se cargaban los carros con la horca! Esto es cierto. Pero yo quiero añadir… y con la mano, y también se acarreaba los haces en cargas (sobre el lomo de los animales) y añada usted todo lo que quiera pero, lo cierto es que el horcón era el instrumento que fue inventado para cargar los carros de mies (también de hornija) para transportarla hasta la era (o al horno en el caso de la hornija). Después use usted un azadón, si quiere, para ayudar a cargar, pero el apero para esta labor fue el HORCÓN.

Horcón.- útil de dos o tres dientes de acero y astil largo con el que se alcanzaban, en el acarreo, los haces al carro. Aquí otro añadiría… ¡y punto! ¿Vale?

Horcas: de dos y cinco dientes
Horca de dos dientes.- Ya tenemos los haces en la era, los distribuimos por la superficie del círculo de la parva y quitamos los atillos: desatamos los haces. ¡Ya está! Bueno, pues, a continuación tenemos que esponjar lo mejor posible el bálago para que penetre el sol, lo caliente y runda (cunda) la trilla.

Ahora, el que jamás ha pisado una era, ni nadie le ha dicho cómo se hacía -siempre que algún “experto” no le haya tomado el pelo- preguntará: ¿con qué apero se hacía esa labor? Pues mire usted: esa labor se hacía con la horca de dos dientes. Y salió el “experto” de turno y dijo: ¡pues yo lo he visto hacer con la horca de cuatro o más dientes! A éste le vamos a contestar: yo también he visto comer los garbanzos del cocido con un tenedor, pero la herramienta más adecuada para con los gabrieles es la cuchara. Y esto le pasa a la horca de dos dientes: el agricultor tuvo necesidad de dotarse de un apero que la facilitara la manera de tender la parva y… ¡zas! inventó la horca de dos dientes. Después vino otro “experto” que con aquella misma horca dirá que movía el estiércol. Bueno, pues encantado de la vida si él es feliz moviendo el estiércol, pero la utilidad de la horca de dos dientes queda demostrada al tender y dar la vuelta a la parva, mientras el bálago no está trillado: es la más eficaz y para eso se inventó.

Queda clara la utilidad de la horca de dos dientes, más allá de que alguno, también, se rasque la espalda con ella.

Horca de dos dientes.- útil de era que se usaba para tender y dar vuelta a la parva, siempre que el bálago no estuviera muy trillado.

Horcas de tres y cuatro dientes
Pero los machos -que no han parado de dar vueltas al disco de la parva arrastrando el trillo- han ido trillando el bálago y la horca de dos dientes no sirve porque no recoge las pajas: no nos vale. ¿Y ahora qué hago? Pues ¡hombre, coja usted la horca de tres, cuatro o más dientes y tendrá la solución! ¿Para qué la tenemos si no?

Cuando la parva estaba trillada, había que acamizarla (recogerla para formar el montón de pico o de forma de pez), con la camiza por supuesto. Pero la camiza (camizadera, caniza y todo lo que usted quiera) no puede elevar la trilla. Ahora… -dice el que nunca se ha visto en otra- ¿qué hago? Pues hombre, con la horca de tres, cuatro o más dientes elevarlo hasta hacer el montón con la altura suficiente para ocupar menos espacio en la era, y hacerlo bien para que, si llueve, el montón no se cale más allá de una pequeña capa superficial (no se hagan goteras se decía).

O sea: con la horca de tres, cuatro o más dientes volvemos la parva cuando con la de dos ya es inútil, formamos el motón de trilla y también acercamos la trilla para facilitar la tarea al gario, como más adelante veremos.

Éste es el rastrillo que fue muy útil en la era.
Los trillos siguen sin parar y ahora se nos presenta otro problema: queremos volver la parva, pero el bálago está tan trillado que se cuela entre los dientes de las horcas y no hacemos buena labor... ¡Pero hombre de Dios! ¿No tienes el rastrillo? ¡Pues úsalo hombre! Y el tío cogió el rastrillo, o la rastrilla, y dio vuelta a la parva como quien ve llover. Aunque la palabra llover no debe ni nombrarse en la parva.

Con el rastrillo también se recogían (metían) las orillas cuando la parva se extendía demasiado.



Trillo con sus dos tornadoras y estas con sus palas
Había una herramienta muy útil en la parva: era la tornadora (otros dirán tornadera, pero como yo creo que su nombre verdadero es tornadora (la que torna, la que vuelve la parva), por eso le llamo tornadora. Además porque así se llamaba en Camporredondo, mi pueblo.

Camiza. En otros sitios camizadera, acamizadera. caniza...
La tornadora, al poco rato de empezar la trilla, se enganchaba en la parte trasera del trillo y ya no se desmontaba hasta el final. La tornadora, por su forma, iba enganchando las pajas largas que había pegadas al suelo de la era y las sacaba a la superficie. Cuando el bálago iba estando más trillado, a la tornadora se le acoplaba la pala que al mismo tiempo que removía la parva abría surcos en ella permitiendo que el sol calentara más superficie.

Ya hemos trillado la parva y amontonado la trilla. Para llegar hasta aquí hemos usado el horcón, la horca de dos, tres, cuatro o más dientes, las tornadoras, el rastrillo o la rastrilla y la camiza. Además, claro está, del trillo.

El que quiera aprender a beldar aquí tiene la ocasión. Hermanos Busto beldando
los gabrieles para el cocido.
Ya hemos terminado de trillar. Tenemos unos hermosos montones y queremos limpiarlo para que el grano quede bien guardado en la panera, o bajo la baldosa en forma de papeles del banco de España. ¿Qué hacer? Pues en el tiempo en que no había aparecido la aventadora, beldadora o máquina de limpiar, coger el/los bieldos y, con ellos y la ayuda de Eolo, separar la paja del grano y las grancias (granzas).

Ya vamos llegando al capítulo de preguntas: ¿los señores “expertos” creen que es práctico aventar con el gario? ¿Sería aconsejable? Ya veréis como contemplando la foto os daréis cuenta de que resultaría poco práctico. Imagínese una gariada llena, sería cuasi imposible que el aire lo traspasara, se trata de que siempre haya trilla en el aire y en no mucha cantidad para darle tiempo a Eolo a separar la paja del grano: arrastrar aquélla y dejar éste. Lo mismo que nos están indicando los hermanos Busto: mis primos. No obstante ¿usted ha visto aventar, también con el gario? Seguro que sí. Y con la pala de regar si estaba a mano, y con la horca y hasta con los pies. Veréis cómo lo entendéis enseguida: limpiar la cosecha, que tanto nos había costado verla en el montón, era muy importante y no dependía de que quisiéramos limpiarlo, dependía de que el dueño y señor del aire despertara y abriera la ventana. Cuando esto ocurría, la familia se lanzaba sobre el montón con lo que tuviera más a mano: bieldo, horca, gario, pala… en fin, lo que tuviera a mano y sirviera para levantar la trilla al aire ¡no podía esperar!

Dos modelo de gario: pero garios los dos. Respecto del bieldo,son como la
cucharilla del café y el cucharón de la sopa.
Pero los tiempos han mejorado y llegó la aventadora, beldadora… en una palabra: la máquina de limpiar (separar el grano de la paja).

Acercamos la máquina al montón y se presenta otro problema: elevar trilla a la tolva de la aventadora. Otra pregunta ¿con qué lo hacemos? ¡Vaya pregunta más tonta!: con el gario ¿con qué va a ser?

Resulta que el encargado de abastecer de trilla la tolva de la aventadora, es la primera vez que lo hace y todo lo que sabe es que se hace con el gario.

Aprovechando que Carlos acribaba los garbanzos, pinchamos los dos bieldos para
que no haya duda de su diferencia con el gario.
Como no sabe lo que es, ni la forma que tiene el gario, echa mano del Facebook y allí ve (le dicen) lo que es; el “experto se lo ha dicho en una fotografía que ha incluido. Busca un… “gario” y todo ufano y orgulloso se lanza a colmar la tolva de la máquina. El hombre lucha a brazo partido por darle abasto pero que nada, no hay forma. En esto pasa por allí el“paleto”, le ve sudando por cada pelo una gota y le dice: siéntate a la sombra y espera un poco. El paleto se va para casa, y vuelve con otro artilugio al que otros le llaman… no sé cómo. Toma, le dice, verás como con esto te rundirá (cundirá) más con menos esfuerzo. ¿Qué te parece? ¡Oye, esto es cojonudo! ¿cómo se llama este artilugio? Hombre, ¡esto es el gario! Pero si a mí me había dicho un “experto” que el gario era esto que tengo en la mano. Y el paleto le contesta: es que yo he sido cocinero antes que fraile y ese “experto” no llega ni a pinche de cocina.

El tío comienza a suministrar trilla a la tolva y como runde (cunde) mucho, pronto el montón le va quedando un poco alejado. Como el viejo paleto aún no se había marchado, le pregunta el esforzado gariador: ¿qué hago ahora? Pues mira, ahora necesitas otra persona que te vaya acercando la trilla porque si no perderás mucho tiempo. ¡Ya! Le dice el sufrido gariador, ¿con qué me lo acerca? Bueno, ¿ves aquella pieza que tienes allí? es la horca de cuatro dientes y con ella se hace muy bien. Además, le añadió el paleto: ¿no te das cuenta que la paja se te amontona a la salida de la máquina? Pues mira, para eso necesitas otro gario que te lo vaya lanzando hacia el pajero porque si intentas hacerlo con el “gario” del “experto” te verás negro para retirarlo.

Y a partir de ese momento el inexperto agricultor fue aprendiendo que para saber hay que preguntar al que sabe. En este caso sobran títulos académicos: es cuestión de experiencia...

Todo trillado y limpio, llegó el momento de “arrear” con ello hacia la panera. Oye, pregunta el agricultor aficionado: ¿con qué aparato lleno los costales?¿con el celemín que dice Urdiales? El paleto que se ha quedado a ver cómo termina todo, dice: los costales se llenan con la media fanega. ¿Por qué no lo hago con la fanega que rundirá (cundirá) más? Pues verás porque no habría dios que lo aguantara, es una medida de referencia pero poco práctica, se manejaría muy mal. Con la media fanega llenas los costales y tendrás una referencia de lo que ha sido, en fanegas, la cosecha. Después tienes la cuartilla, el celemín, el medio celemín y el cuartillo de celemín, pero estas medidas son más para andar por casa: se usa mucho para medir pequeñas cantidades como, por ejemplo, las igualas que se tenían con el veterinario, el herrero, etc. También para medir gabrieles, alubias… en fin que estas medidas ya no debemos considerarlas de era.

Cosecha trillada, limpia, grano en la panera -o bajo la baldosa- y nos queda llenar el pajar para tener comida para los animales durante todo el año y, si sobra paja, la llevamos al pajero.

Bieldo y gario flanqueados por la garia de picos y de bolas
Entonces, uncimos los animales al carro, cogemos los garios que hemos visto más arriba y gariada a gariada lo retiramos de la era, que barreremos a continuación con las escobas que cuelgan del trillo en la fotografía que os presento. En esta misma fotografía quiero que veáis la diferencia que existe entre el bieldo (centro a la izquierda) y el gario en el centro del trillo. Yo creo que se nota cierta diferencia. ¿o no?


Creo que no debo olvidar estos útiles de era que nos venían muy bien, principalmente, para retirar el grano a la caída de la aventadora y también había quien la usaba para aventar el grano si se nos había ensuciado de tamo. En fin que eran piezas muy útiles en la era, o en la panera si había que amontonar o mover el grano: son las palas de madera (las de los extremos son catalanas y la del centro producto del más puro estilo castellano).

Las palas del grano se llamaba a las palas de madera.
En la fotografía de la entrada anterior; en la que nos dijeron que lo que la pequeña labradora manejaba era el gario, podíamos, también, admirar lo que para su autor son los celemines. Deliberadamente lo he dejado para el final para presentaros lo que son la media fanega, la cuartilla, el medio celemín y el cuartillo de celemín. Manifestando: todas piezas que he presentado son útiles de la era rural. Si hay otra era académica, o universitaria, yo la desconozco y no puedo opinar: “zapatero a tus zapatos”.




1/4 celemín = 2'3125 litros.

Cuartilla = 13'875 litros.




1/2 fanega = 27'75 litros.
1/2 celemín = 4'625 litros.
                                        
Liado entre horcas, garios, celemines etc. se me había pasado por alto otros dos útiles importantes de la era: la criba y el badil.

Antonio acribando garbanzos. Pero el resultado
es el mismo ya sea legumbre o cereal.
Siempre que he hablado de aventar o beldar, ya sea con la aventadora o con el bieldo, he procurado decir que en esta operación se separaba la paja del grano y las grancias (granzas). Razonemos esto: cuando se hace pasar el aire a través de la trilla, el viento no distingue lo uno de lo otro más que por su peso. Entonces el grano pesa y se queda a los pies, no se desplaza. Pero las grancias (granzas) que son trozos de espiga, nudos, pajotes pesados, también se quedan junto con el grano. Queda claro que en la primera operación sólo hemos separado la paja. ¿Qué hacer después? en el caso de que lo hayamos separado con el bieldo, pues coger la criba y acribar, y en el caso de la aventadora cambiar el juego de cribas -que el efecto es el mismo que con la criba de piel o alambre- y separar las grancias (granzas) del grano.
Badil que muchas tolvas y cribas llenó



















Con los agujeros de las cribas acorde con lo queremos acribar, el grano cae al muelo y las grancias al montón correspondiente.

Para cargar la criba tanto en la manual como en la máquina aventadora pues usamos el badil ¿hay herramienta más apropiada?

Una pequeña anotación: para que el acribado fuera uniforme, una vez la tolva llena, esta siempre debería mantenerse llena, por lo que, a veces, era interesante el concurso  de dos badiles.

Ahora, echemos una mano al “experto”: él dice -porque desconoce absolutamente el lío en el que se ha metido- que los bieldos son garios, que la media fanega y la cuartilla son los celemines etc. pero… ¿Por qué lo dice? Pues porque es lo que dice el DRAE, que parece que tampoco le ha picado el tamo en la era. Vedlo a continuación:

bieldo
Del dialect. Beldar 'aventar las mieses', y este del lat. Ventilāre 'agitar en el aire'.
1. m. Instrumento para aventar compuesto de un palo largo, de otro de unos 30 cm de longitud que lo atraviesa en uno de sus extremos, y de otros cuatro o más fijos en este en forma de dientes.
2. m. bielda (‖ bieldo de seis puntas).
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
La acepción primera: correcta. La segunda: no tanto.
gario
De garfio.
1. m. Alb. Triple garfio para sacar de los pozos latas, cubos, etc.
2. m. Cantb., León, Pal., Seg. Y Vall. Instrumento para aventar.
3. m. Cantb. Horca de hierro.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
La acepción segunda, que es la que nos ocupa: absolutamente incorrecta.

Reflexionemos. Dice el DRAE: bieldo es un palo largo, otro de unos 30 cm que lo atraviesa y de otros 4 o más fijos en este en forma de dientes. Bien. Si nos fijamos en las fotos, que os ofrezco más arriba, veremos que todos los bieldos son de 6 dientes (puntas dice el diccionario). Pero después añade que el que tiene 6 puntas (dientes, decimos los paletos) se llama bielda. Bueno, para nosotros siempre fueron bieldos, tanto si eran de cuatro (para mí desconocido) o de 6 dientes. La bielda, como podemos apreciar en la foto, no tiene más picos (puntas dice el DRAE) pero sí es de más capacidad: sus dientes son más largos.

Sigamos: a continuación, el DRAE, nos dice que el gario es un instrumento para aventar. ¿En qué quedamos, se bielda, o avienta, con el bieldo o con el gario? ¿Es lo mismo bieldo que gario? Os aseguro que, para el que aporrea este teclado, no (sigo hablando desde el pueblo).
Estoy en condiciones de asegurar que en Palencia, Segovia y Valladolid, gario es el instrumento con el que se manejaba la trilla y la paja: pero no para aventar, ya hemos intentado razonarlo. En Cantabria y León lo desconozco (en mi pueblo –tal vez porque no habíamos pasado por la universidad- aventábamos con el bieldo y movíamos la trilla y la paja con el gario).
Bieldo.
Un tipo de gario





















Bieldo exagerado: bielda.


 Otro tipo de gario

Supongo que las fotografías serán suficientemente ilustrativas. Como podemos apreciar, hay un tipo de bieldo, la foto anterior nos dice que el bieldo excede de sus dimensiones normales y por eso se llama bielda y le siguen dos tipos de gario, pero garios los dos. ¿Se diferencian unos de otros? Yo creo que sí.

Para el “experto” que dice que en Castilla cambiamos a las cosas de nombre más que por su género por su tamaño, quiero decirle: si usted quiere aprender, aquí tiene otro ejemplo similar al olmo-olma, nogal-nogala, pez-peza, canalón-canalona,…y ahora bieldo-bielda.

Podremos constatar que se cumple lo que vengo diciendo: no hay cambio de género sino distinto tamaño que de alguna manera tenemos que diferenciarlo. ¡Vaya peza! Decía el que había pescado en el arroyo un pez fuera de lo corriente; entonces el/los acompañantes sabían que había pescado un pez enorme. ¡Coge la bielda! y ya sabías que el aparejo más adecuado no era el pequeño, sino el bieldo grande. Así nos manejábamos los de pueblo, y como estamos hablando en lenguaje rural; culto es aquél que lo conoce y el antónimo de culto es el que no lo ha visto en su vida.
Resumiendo:

Bieldo: útil de era para aventar (separar el grano y las grancias (granzas) de la paja.

Bielda: bieldo de dimensiones extraordinarias (dientes más largos que los del bieldo).

Gario.- útil de era para el manejo de la trilla o la paja (cada cosa en su momento).

Después de esta explicación que cada uno los use para lo que crea conveniente. Así y para esto lo llamábamos y lo usábamos en el mundo rural.

Ruego a todo aquel interesado que no esté de acuerdo con lo que acabo de exponer, que públicamente lo manifieste y, sólo de esa manera los útiles y palabras del mundo rural ocuparán en la historia el espacio que les corresponde, porque es el que tenían.

Gracias.
Camporredondo, 26 de enero de 2016






2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias, Gaude, por compartir tu experiencia y sabiduría. Abrazos.

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    1. Gracias Luciano. Experiencia mucha. Sabiduría la justa para distinguir el celemín de la media fanega y el bieldo del gario.

      Un abrazo

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