martes, 15 de marzo de 2016

La casualidad quiso que...

Un seguidor de “La pizarra de Gaude” hace unos pocos días me enviara unas entrevistas vía radio (Radio exterior de España) y me decía: “mira a ver qué te parece esto”.

Es por eso, y en atención al seguidor de “La pizarra de Gaude” que lo primero que hago es darle mi opinión: ¡vergüenza! Siento vergüenza ajena porque se pueda emitir por “Radio exterior de España” opiniones –sin contrastar- sobre la obra de Delibes y el lenguaje rural castellano.

Y, sin más preámbulos, pasamos a ver lo que Delibes escribe en “La hoja roja” origen del desaguisado:

(…) Por el patio de luces seguían diciendo Manuel, en cristiano, aunque en el pueblo nadie le conociera ya por el nombre. El Picaza dejó de llamarse Manuel cuando, a los seis años, amaestró una urraca que había atrapado en la ribera del río. La Silvina, su hermana, la del Eutropio, le decía en su última que el Picaza vendría a la mili para febrero a todo tardar y cuando la Desi lo comentó con la Marce por el patio, terció la pingo de la Tasia, la del principal, diciendo que se sentase a esperarle que de pie se iba a cansar. Entonces la Desi perdió los estribos, se asió crispadamente a los barrotes y voceó con voz inflamada: “¡Calla la boca tú, estropeabarrigas!”
Otras veces, la Tasia la decía por el patio que lo que ella pretendía era heredar al viejo. En realidad, la Tasia era un pingo y la Desi había vaticinado que de casarse subiría al altar con berretes. La Tasia disfrutaba de una fama turbia en la vecindad. Las más piadosas aseguraban que había abortado dos veces, pero la Marce, que no se llevaba mal con ella, afirmaba que la Tasia reglaba con coágulos y esa era la desgracia lo mismo que el nacer coja. La Tasia no decía que sí ni que no; se dejaba querer. Todo lo más se reía y decía: “Porque puedo; anda esta.” (…)

Lo que acabas de leer, querido lector, es lo que Delibes escribió en la página 278 del tomo 2 de Obra completa (ediciones Destino) sobre la palabra “estropeabarrigas”.

A continuación transcribo lo que el intitulado “experto” en Miguel Delibes ha entendido y nos repite en sus libritos y en Cátedra Miguel Delibes. Tampoco lo corrige en la entrevista que le hacen en “Radio exterior de España”.

Estropeabarrigas
LHR p. 26
"¡Calla la boca tú,
estropeabarrigas!".
Estropeabarrigas:
Se llama así al hombre que deja embarazada a una chica y luego se va con otra. Al padre de la chica embarazada que obligaba al hombre a casarse con su hija se le llamaba "traganiños". (Investigación de campo)
LHR p. 95
¡Calla la boca tú,
estropeabarrigas
!


En algunas ocasiones más, a lo largo de la obra, el escritor vuelve sobre la palabra estropeabarrigas y siempre referido al reproche que la Desi le dirige a la Tasia con la que parece no tener relaciones muy cordiales.

Quizás el señor Urdiales queda a cubierto -posiblemente eso piensa- con “su” (investigación de campo), con la cual parece decirnos: ¡ah, a mí me lo dijeron! Pero esto no vale señor Urdiales, usted, como buen observador y gran filólogo, debería de haberse dado cuenta de que “estropeabarrigas”, para la Desi, no es un hombre, sino la Tasia que -según Delibes- era mujer y por tanto existía la posibilidad de que pudiera abortar. Además, en el posible embarazo no trasluce el hombre que deja una barriga colgada -como veremos más adelante- y haya huido, ni abuelo que obligue al posible padre a casarse, adjudicándose el sobrenombre de “traganiños” como también veremos más adelante.

Si he vuelto sobre la palabra “estropeabarrigas” usada por Delibes en “La hoja roja” no es para mostrar mi más rotundo desacuerdo con la forma que tiene el “experto” en Miguel Delibes de entender y tratar la obra del escritor y el lenguaje rural, que eso ya lo hice en “La pizarra de Gaude” en las entradas de fecha 3-3-2014 y 23-9-2015, entre otras. Mi discrepancia viene ahora con Radio nacional de España (Radio exterior de España) que, aparentemente, no parece tener mucho interés en que aquello que, en teoría, llega a una buena parte del mundo, tenga veracidad o no. Quizá R.N.E. también dice aquello de… a mí me lo dijo Urdiales.

No puedo entender que si yo me pongo en contacto con Radio nacional de España para transmitirle que acabo de inventarme -porque soy así de bruto o caprichoso- una palabra, la suban a las ondas sin contrastar su veracidad. Pero si, como parece, es así, flaco favor le están haciendo a nuestro lenguaje.

Y como hoy mi máximo interés se centra en el lenguaje rural en la narrativa de Delibes, quiero seguir enlazando con lo que, creo, es la confusión (otra más) del señor “experto “.

En entrada de fecha 28-9-2014 publiqué en “La pizarra de Gaude” lo que a continuación podéis leer:

Página 198 del Diccionario de Expresiones populares en la Narrativa de Miguel Delibes.

Una barriga colgada: dejar embarazada a una mujer.

Leer, leer, leer… qué menos se puede pedir que leer. Lo primero para comprender y, sobre todo, para transmitir el mensaje de lo leído.

En “Viejas Historias de Castilla la vieja” (A la sombra de los enamorados) página 393 de la Obra completa de Miguel Delibes Tomo 2), “Isidoro” nos cuenta cómo su tía Marcelina comentaba, con orgullo, que en su pueblo era tal la hombría de sus jóvenes que a sus noventa y dos años de vida no conoció uno que, a sabiendas, dejara una barriga colgada. Pocos pueblos, creo yo, podrán competir con esa estadística.

A la vista de lo leído Delibes nos está diciendo que una barriga colgada es algo más que dejar a una mujer embarazada, nos dice que la barriga colgada queda después de que el mozo se entera del embarazo se retira y deja la futura madre abandonada sin afrontar su responsabilidad.

Por otra parte: ¿quién no ha oído que dejarle a uno colgado es dejarle abandonado cuando más necesita de auxilio?

Tengo que lamentar, debo lamentar y quiero lamentar, que la obra de Delibes no merezca un trato acorde con su categoría. Diccionarios, Cátedra, Fundación Instituto Castellano y Leonés de la lengua… ¿ninguno lo lee con atención? A las pruebas me remito.

Lo que acabas de leer es lo que dije y hoy sigo manteniendo.

Lo que a mí me parece es que hay una mezcla entre estropeabarrigas (que no hay ninguna posibilidad de que el mozo la estropee) y dejar una barriga colgada que es cuando el mozo, al saber la “buena” nueva, se retira dejando a la futura madre abandonada (barriga colgada). Aquí, de ser cierto -que no lo es-, es cuando podría aparecer el traganiños, que tampoco era, el posible abuelo.

Resumamos:

“Estropeabarrigas” en la narrativa de Delibes (La hoja roja) es de lo que acusa la Desi a la Tasia porque, al parecer, ha abortado dos veces (ha estropeado la barriga dos veces).

¿Puede ser que un hombre sea estopeabarrigas por dejar a una mujer embarazada? Cuando un hombre deja a una mujer embarazada y la abandona (se vaya o no, con otra) deja una barriga colgada. Deja colgada a la futura madre con su barriga. Decimos dejar colgada porque es en ese momento cuando la madre más necesita del futuro padre para seguir adelante y éste la dejó colgada (“creí que tenía un amigo, pero me dejó colgado cuando más le necesitaba”).

"Traganiños": ¿por dónde cogemos esto? No, el traganiños, al menos el rural, es aquel ser monstruoso, aquel ogro con el que se asustaba a los niños porque se los tragaba enteros y vivos. Y he dicho bien cuando he dicho que se los tragaba, porque hoy –afortunadamente- no queda niño que se trague esa trola sin desternillarse de risa. 

Traganiños -dirigido al “macho” adulto en el ámbito rural- era el… matón, fanfarrón, chulo… pero que, en el fondo, era un don nadie: “¡mira el traganiños éste lo que fue a decir!” (mial traganiños este lo que fua icir).

Y no me resisto, una vez más, a solicitar del señor Urdiales: ¿sería usted tan amable de indicar su investigación de campo dónde está realizada? Es que lo creo importante porque yo –o cualquier interesado- podría ponerme en contacto con “su” informante y quizás podríamos conseguir que la luz se hiciera en esta oscuridad en la que a mí particularmente me deja.

En los varios programas que he podido escuchar se habla de piedralipe, araña, humeón, herradón, ardivieja… Sobre todas estas palabras, a todo aquél que esté interesado en saber el significado que tienen en el lenguaje rural le remito a “La pizarra de Gaude” donde están criticadas, rogando al interesado que no esté de acuerdo en lo que allí digo lo manifieste públicamente. Sólo de ahí puede salir la luz y el lenguaje rural saldrá ganando.

En otra entrevista para la misma “Radio exterior de España” comentan sobre la palabra barbón y parece que para el señor Urdiales –eso dice la grabación- el barbón es la avutarda. ¿Si al “experto” le preguntaran por el carnero, respondería que es la oveja? Eso tengo que entender cuando al hablar de barbón no sabe que es el macho de la avutarda, lo mismo que el carnero es el macho de la oveja. Ya sé que el DRAE no recoge la palabra barbón pero… ¡señor Urdiales, el que escribe es Delibes y barbón es palabra rural! ¿No se ha dado cuenta?

Hay otra palabra –que como todas las anteriores he criticado en “La pizarra de Gaude”- que no me resisto una vez más hacer mención a ella: niebla meona.

El señor Urdiales no sólo no lo ha entendido sino que, de alguna manera, parece culpar a Delibes de modificar lo que la palabra significa. Dice Delibes:

Niebla meona
EUC p. 106
Durante casi un mes, la provincia ha estado entumida bajo una
niebla meona, niebla húmeda y densa que al congelarse en el aire, deja los campos albos como después de una nevada.
niebla.
(Del lat. nebula).
~ meona.
1.
f. Aquella de la cual se desprenden gotas menudas que no llegan a ser llovizna.
Niebla meona:
Delibes acaba de definirnos lo que es para él la niebla meona: niebla húmeda y densa que al congelarse en el aire, deja los campos albos como después de una nevada.(Investigación de campo)

Como vemos, en el “Último coto” Delibes describe –correctamente- lo que es la niebla meona: niebla húmeda y densa que al congelarse deja los campos albos como después de una nevada. A continuación copio y pego lo que según el experto entiende Delibes:

Niebla meona: Delibes acaba de definirnos lo que es para él la niebla meona: niebla húmeda y densa que al congelarse en el aire, deja los campos albos como después de una nevada.(Investigación de campo)

Si el señor Urdiales no ha entendido lo que para Delibes es la niebla meona, debería informarse, porque vamos a ver ¿si la niebla meona no deja los campos albos, deja de ser meona? Como muy bien recoge el DRAE, niebla meona es "aquélla de la cual se desprenden gotas menudas que no llegan a ser llovizna", pero que, yo me atrevo a añadir –porque muchas veces me ocurrió-, calan (mojan). ¿Podríamos decir que lluvia es el agua desprendida de las nubes que al congelarse se convierte en hielo? ¿Y si no hiela deja de llamarse lluvia? Pues con la niebla meona ocurre exactamente igual. La niebla meona, también para Delibes, puede o no congelarse sin dejar de ser meona. Luego para Delibes, para el DRAE, para este aporreador de teclas y para todo el mundo, la niebla es ésta:

Niebla meona
1. f. coloq. Niebla de la cual se desprenden gotas menudas que no llegan a ser llovizna.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Como podemos ver, la aclaración que ha introducido el DRAE en la vigésimotercera edición, respecto de la anterior, es que ha sustituido la palabra aquélla, referido a la niebla, por niebla. Aclaración que, según este humilde paleto, no era necesaria. Pero, en fin, doctores…

Delibes nos ha definido la niebla meona, añadiendo que, si se congela (si se congela, sólo si se congela) deja los campos albos como después de una nevada. Y esto es válido para él, para este paleto que tuvo que sufrirla, para el DRAE… en fin para todos, excepción hecha del “experto” en Delibes que parece querer decirnos que... ¿Delibes se equivoca? Delibes acaba de definirnos lo que es para él la niebla meona.

Hay otra palabra que también comentaron para “Radio exterior de España”: ardivieja. Para el que quiera profundizar un poco más en esta palabra le remito a “La pizarra de Gaude”; allí la encontrará comentada. De momento sólo decir que no: ardivieja y rascaviejas no se parecen en más que son dos plantas, ahí acaba su similitud.

En las entrevistas para “Radio exterior de España” comentan más palabras, pero como creo que todas están recogidas en “La pizarra de Gaude” y no queriendo abusar de vuestra paciencia aquí lo dejamos después de haber descubierto que, también, Radio nacional de España es vehículo de divulgación para la forma que el señor “experto” en Miguel Delibes entiende al escritor y su forma de tratar este querido lenguaje mío: el lenguaje rural. No obstante no quiero abandonar sin ponerme a disposición de todos aquéllos que lo apoyan para disertar, palabra por palabra, sobre todo aquello que en los libritos en la narrativa de Miguel Delibes se ha publicado.

Y, machacando en hierro frío, sigo en…

Camporredondo, 24 de febrero de 2016


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