lunes, 29 de agosto de 2016

Masegar/mesegar

Masegar/mesegar.

Por lo que podemos leer al final del escrito, parece que para el Diccionario de la lengua española (DLE) tanto la palabra masegar como mesegar no existen -o este humilde paleto no ha sido capaz de encontrarlo-. El diccionario parece que tiene claro –y me parece normal y correcto- que todo lo relacionado con meseguero/ra y meseguería es referido a la mies. Ni entro, ni salgo, en por qué no recoge la palabra mesegar como  extensión de terreno sembrado de mies.

Y voy con el objeto de mi comentario: existe en mi pueblo (Camporredondo), desde tiempo inmemorial, un pago llamado El Masegar. Digo desde tiempo inmemorial porque aprendí su nombre de mi abuelo (nacido en 1873) y puedo asegurar que él no le puso el nombre a la zona. El nombre de la zona de El Masegar no es caprichoso: da la casualidad de que, entre toda la flora, la planta predominante es una planta que llamamos masiega, que es el nombre común a una serie de plantas, todas de características similares. Por tanto, me parece que nuestros predecesores acertaron con el nombre, ya que, si el campo está poblado por masiegas, lo más lógico es que se llame masegar, así como el campo de mies puede ser mesegar. ¿O no?

La polémica viene porque un día en que yo usé la palabra masegar para referirme a esta parte del término de mi pueblo. Un señor –más y mejor preparado que yo- me corrigió. No, dijo, la palabra no es masegar… sino mesegar. Esto lo tiene recogido. (¿?) en su libro de (¿?) hace tropecientos años.

Y aquí viene mi problema y pregunto: si, como recoge el DLE, meseguero, meseguera, meseguería, es todo referido a la mies y, según los intelectuales, la palabra masegar no es correcta, sino mesegar, ¿quiere decirse que en los humedales, lagos, y terrenos pantanosos es donde se sembraba la mies en los tiempos de Maricastaña? Digo esto porque nuestro masegar (campo de masiegas) es lo que fue desde que dicen que Dios separó las aguas y la tierra. ¿Por qué puedo estar tan seguro? Pues hombre, porque allí, en el campo de masiegas (masegar para nosotros, rurales) hay una hermosa capa de turba (turba negra) que sólo los miles de años son capaces de formar.

Resumiendo: debo entender que la palabra masegar (campo de masiegas) existió hasta que a un ilustrado hombre que, supongo, -y a las pruebas me remito- no distinguía la mies de la verdura de la huerta, se le ocurrió decir -en su ¿libro?, del que líbreme Dios- que mesegar es la palabra correcta para designar lo que es un masegar (sin entender que son palabras con distinto significado). Esto, pienso yo –que soy un malpensado- que es posible por lo que acabo de decir: el hombre no distinguía entre mies y verdura. Quizá descubramos ahora que en aquel pasaje de la Biblia donde dice “Señor, envía obreros a tu mies”, en vez de segadores, lo que estaba solicitando era recolectores de lechuga.

Meseguero/meseguería = referido a mies

Masegar = campo en que predomina la planta masiega.

Parece claro que hablamos distinto lenguaje.

A continuación lo que recoge el DLE (Diccionario de la Lengua Española).

meseguero, ra
Del lat. *messicarius, de messis 'mies'.
1. adj. Perteneciente o relativo a las mieses.
2. m. Encargado de guardar las mieses.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
meseguería
De meseguero.
1. f. Guarda de las mieses.
2. f. Repartimiento que se hace entre los labradores para pagar la guarda de las mieses.
3. f. Tanto que corresponde a cada labrador por la meseguería.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Y como sabéis que soy muy obstinado, no os preocupéis: seguiré usando la palabra masegar siempre que me refiera al pago de Camporredondo donde predomina la masiega.
Nota: donde digo obstinado, quiero decir tozudo y donde dije tozudo digo cabezota.
Y aquí, en Camporredondo, sigo esperando para contrastar opiniones.
Camporredondo, septiembre de 2016.



martes, 26 de julio de 2016

Matrero

Matrero

AVD p. 44
En diciembre la perdiz mesetera sabe más que Lepe, Lepijo y su hijo. Es pájaro
 matrero, a menudo con algún perdigón en el cuerpo,
matrero.
1.
 
adj. Astuto, resabido.

Hasta aquí lo publicado en Cátedra Miguel Delibes -dependiente de la UVA- pero que, como allí me dijeron, del glosario -DICCIONARIO DE VOCES Y EXPRESIONES POPULARES Y RURALES EN LA OBRA DE MIGUEL DELIBES -  sólo su autor es responsable. Sin comentarios.

A continuación, en Facebook, hoy me encuentro lo que sigue:

Jorge Urdiales Yuste
Es pájaro matrero, a menudo con algún perdigón en el cuerpo (Aventuras, venturas y desventuras...) Matrero: Astuto, resabido

Como cada vez sé menos, pero sigo queriendo ilustrarme; echo mano del Diccionario de la Lengua Española (DLE) y vean lo que nos dice:
matrero, ra
De or. inc.
1. adj. Astuto, resabido.
2. adj. Suspicaz, receloso.
3. adj. Engañoso, pérfido.
4. adj. Arg. y Ur. Fugitivo que buscaba el campo para escapar de la justicia. U. t. c. s.
5. adj. rur. Arg. y Nic. Dicho del ganado: cimarrón. U. t. c. s.
6. adj. Col. Dicho de un toro: Mañoso, que esquiva el trapo con que se lo invita ytrata de embestir al torero.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Leo –hasta ahí sí que llego- que, efectivamente, el diccionario recoge 6 acepciones para la palabra matrero: algo voy aprendiendo. Pero quiero y necesito saber más. Ahora quiero saber qué es eso de resabido que, parece, que Delibes – según el autor del glosario de su Cátedra- aplicó a la perdiz mesetera en el mes de diciembre. Para ello vuelvo al DLE y allí dice:
resabido, da
Del part. de resaber.
1. adj. Que se precia de entendido.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
¡Joder! digo… ¿qué clase de perdices cazaba D. Miguel? Me acuerdo de que, en mis años jóvenes, las perdices podían ser suspicaces, recelosas  pero…  ¿resabidas? ¡Ya está! Pensé: el autor del glosario, y ahora de lo publicado en Facebook, ha tenido un pequeño desliz sin importancia: en vez de aplicar la acepción nº 2 ha aplicado la nº 1 que, aunque están próximas, no quieren decir lo mismo. No es lo mismo –digo yo- una perdiz recelosa, suspicaz… que no se fía vamos (sus motivos debe de tener) que aquella otra -que yo desconozco- que presume (se precia) de entendida.
Y ahí va mi pregunta: ¿Vosotros conocéis alguna perdiz, o cualquier otro animal de los llamados irracionales, que se precie o presuma de algo? Hombre ya sé que había una ratita muy presumida que barría su casita…, pero aquello no tiene nada que ver con las cacerías de D. Miguel Delibes.
Y ya está. Espero que, si lo tenéis a bien me expliquéis lo que yo no acabo de entender, al fin y al cabo no soy más que un humilde paleto inculto deseoso de aprender del “doctor  cum laude en ciencias de la información”.
Como final os ofrezco la frase completa de lo que escribió Delibes en “Aventuras, venturas,  y desventuras de un cazador a rabo”:
En diciembre la perdiz mesetera sabe más que Lepe, Lepijo y su hijo. Es pájaro matrero, a menudo con algún perdigón en el cuerpo, que recela hasta de su madre.
¡Jolines, recela, la perdiz recela! pero… ¿no es eso lo que dice la segunda acepción del DLE? Bueno entonces no hace falta -eso creo yo- que me aclaréis nada: creo que, aunque inculto, esto sí que lo he entendido. Parece que la perdiz mesetera, en diciembre, no era resabida, sino recelosa, suspicaz. Si le añadimos la posibilidad de que llevara en su cuerpo algún perdigón, creo que estaba más que justificado que no se fiara ni de su madre.
Desde este pueblecito… felices vacaciones.

 Camporredondo, 24 de julio de 2016.

martes, 19 de julio de 2016

Mata

Sigo sin entender al “experto”

El “experto” y el paleto siguen hablando distinto lenguaje. Él, más culto, el académico; yo, por carecer de cultura, el rural.

Esta vez seré más breve:

...por pequeñas matas de aulagas (El disputado voto...) Mata: Planta de poca alzada o tamaño.

“(…), las perspectivas acotadas por suaves ondulaciones, moteadas, en sus lomos, por pequeñas matas de aulagas. (…)”.

Delibes,  en “El disputado voto del señor cayo”,  nos va describiendo el campo con todo detalle, sus matices, ondulaciones, lomos… que están moteados por pequeñas matas de aulagas. ¡Matas, Dios bendito! ¿Qué quiere decirnos el escritor?: ¡echemos mano del DRAE! El Diccionario de la Real Academia Española dice esto:

mata1
Quizá del lat. tardío matta 'estera'.
1. f. Planta que vive varios años y tiene tallo bajo, ramificado y leñoso.
2. f. Planta de poca alzada o tamaño. Mata de tomate, de claveles.
3. f. Ramita o pie de una hierba, como de la hierbabuena o la albahaca.
4. f. Porción de terreno poblado de árboles de una misma especie. Tiene una mata de olivos excelente.
5. f. lentisco.
6. f. Col., Cuba, R. Dom. y Ven. planta (‖ ser vivo autótrofo).

¡Qué malo es el DRAE, no quiere decirnos lo que es una mata de aulagas! Hombre, no nos lo dice tan claro porque el diccionario supone que nosotros sabremos escoger -1 a 6- el más adecuado a lo que queremos saber, por eso nos ofrece 6 acepciones a cual más válida cada una. Lo que pasa es que si no comprendemos absolutamente nada de lo que significa lo que buscamos, es casi imposible. Por eso hemos de recurrir al experto. El problema viene cuando el “experto” es de aquellos de los que se dice… “el analfabeto más profundo es aquel que todo lo sabe”, y nuestro “experto” es doctor cum laude en ciencias de la información. Pero, a veces, -como en este caso- la naturaleza va por otros andurriales ¡me cagüen la leche con la dichosa naturaleza!

Quiero y debo dejar sentado que, según parece, estamos hablando de la narrativa de Miguel Delibes ("El disputado voto del señor Cayo") por lo que debemos buscar, en el DRAE (ahora DLE), la acepción que pueda adaptarse a nuestras necesidades. Además tenemos la suerte de poder recurrir a aquellos que, con su falta de cultura (¿os acordáis?) nos pueden sacar… y nos sacan, del atolladero. Veamos:

¿Se refiere Delibes a la acepción -DRAE- nº 1? Parece que no; el DRAE, aquí, se refiere a un tipo de plantas en general y Delibes nos habla de una en particular: la aulaga. ¿Será, tal vez, la nº 2? Creo que tomates y claveles no es lo que divisan desde el coche nuestro “diputado” y sus amigos. ¿Tal vez la nº 3? Pues no, va a ser que no; Delibes no se refiere a una ramita o pie de una hierba. ¿Acaso sea la nº 4? ¡Hombre! parece que terreno poblado de un mismo tipo de árboles (o arbustos) de una misma especie sí se acerca a la porción de tierra: “lomos moteados por pequeñas matas de aulagas”, ¡albricias! Esto se va pareciendo, a lo que buscamos: “lomos moteados por pequeñas matas de aulagas”.

Como vemos, nuestro “experto” se ha inclinado por la segunda definición de planta que recoge el “Diccionario de la Real Academia Española” que, como definición de mata, es correctísimo. Pero hombre, confundir una tomatera, o una mata de claveles, con una aulaga… ¿no os parece que anda -el “experto”- un poco despistadillo?

Vamos a ver: en este mundo mío, -el rural- cuando nos referimos a un conjunto (corro) de plantas, pinos, árboles, arbustos… -que es donde podríamos incluir a la aulaga-, decimos mata, grupo, corro, mancha… y, a continuación, especificamos el tipo de planta que forma la mata: pinos, chopos, aulagas, jaras o estepas (ardiviejas en la narrativa de Delibes). Permitidme un paréntesis: el concepto de aulaga que tiene el DRAE -me refiero a su altura- puedo decir, y digo, que las conozco con una altura que rebasa ampliamente el metro que el diccionario recoge). Seguimos. Debemos, por tanto, diferenciar entre mata como conjunto de plantas (árboles y arbustos) y mata como planta con un único tallo común a partir del cual parten las ramificaciones sobre las que se produce el fruto: mata de garbanzos, guisantes, alubias, tomates, muelas… Como vemos, en este grupo no podríamos incluir a la aulaga.

 De manera que Delibes se refiere, así lo creo, a la mata de aulagas como pequeño conjunto, o grupo, de plantas que predominan en los lomos del terreno que el diputado y sus amigos van observando a través de la ventanilla del coche.

Según Delibes, –en “El disputado voto del señor Cayo”- mata: pequeño conjunto de aulagas que predominan en los lomos del terreno que van descubriendo –el grupo de amigos- desde la ventanilla del coche en su camino en busca de “El disputado voto del señor Cayo”.

Pues no he sido tan breve como dije al principio y vosotros, seguramente, hubierais deseado, ¡qué hartura! La verdad es que hay tanta tela que es difícil cortar y aún así, corto en:

Camporredondo, 29 de junio (San Pedro patrón de los pastores) de 2016



martes, 12 de julio de 2016

El matacán.

El DLE (Diccionario de la Lengua Española) en su acepción 3 dice:

Matacán
3. m. Liebre que ha sido ya corrida por los perros.

El glosario de Cátedra Miguel Delibes dice:

Matacán

VHCV p. 77, passim

El matacán, como es sabido, es una liebre que se resabia y a fuerza de carreras y de años enmagrece, se la desarrollan las patas traseras, se la aquilla el pecho y corta el viento como un dalle.
matacán.
3. 
m. Liebre que ha sido ya corrida por los perros.

Y en Facebook encuentro:

14 h · 
El matacán es una liebre que se resabia y a fuerza de carreras y de años enmagrece (VHCV) Matacán: Liebre que ha sido corrida por los perros.

Y yo digo: intentaré dar mi opinión sobre el matacán.

Vamos a ver: ¿a qué tipo de personal va dirigido lo que más arriba he transcrito? ¿Seremos tan brutos los no titulados?

Comencemos por el más fácil y breve: el DLE (Diccionario de la Lengua Española). No señores académicos, a la liebre, no la convierte en matacán el que haya sido corrida por los perros. Más abajo intentaremos razonarlo.

Vamos con Cátedra Miguel Delibes: ¿no le parece, al autor del glosario  de la cátedra, que Delibes –el cazador que escribe- deja meridianamente claro lo que es el matacán? ¿Corregimos, o intentamos corregir, al maestro?

Y a continuación vamos con D. Jorge Urdiales Yuste: 

¿Sería usted tan amable de sacarme de dudas? A mí me parece -sólo me parece- que usted, como el aceite, desearía quedar encima, pero -otra vez más-  le diré una cosa: hay más diferencia entre usted y el lenguaje rural que Delibes usa, que entre el párvulo y el maestro en la escuela. Si no tengo razón  ¿por qué usted intenta darnos otra versión de la que nos da el escritor? ¿No está claro, o no lo entiende?

Y  ahora para todos aludidos más arriba:

Delibes en “El matacán del majuelo” nos deja más claro que el agua (así decimos los de mi pueblo) lo que es un matacán, no creo que haga falta repetirlo. Pero vamos pasito a pasito.

Cuando la liebre nace, en sus propios genes ya lleva escrito que vive en un ambiente que no la perdonará el menor error o descuido. Así, enseguida deberá cuidar de no ponerse al alcance de la comadreja, del turón, del gato, del lince, del raposo, del jabalí, del lobo… etc. etc. etc. además de las rapaces que intentarán hincarle las garras y el pico en cuanto se descuide. Y aquí viene la pregunta del ex pastor y ex cazador: ¿cómo creen ustedes que la liebre llega a matacán? Pues eso, eso; corriendo, corriendo. Bueno debo añadir que en sus primeros días en este medio natural en que la toca vivir, más que correr gazapea (que quiere decir que se mueve sigilosamente, dicho sea de paso para el experto que piensa que es buscar gazapos porque son más fáciles de cazar que los conejos) gazapea, decía, porque no quiere que la vean y se la zampen. Pero, a medida que crece, prefiere poner tierra de por medio, lo cual le facilita llegar a matacán que, como acabamos de ver, no hay necesidad de que la corra el perro. A medida que la liebre va echándose sus, obligadas, carreras, va enmagreciendo, va musculándose, se le van alargando sus patas traseras… se le va aquillando el pecho (se le pone pecho de liebre, pechiliebre ¿os acordáis?), y corta el viento como un dalle, que es lo que dice Delibes. Y todo esto ha ocurrido sin que el galgo (perro) haya visto a la liebre.

Pero claro; si ignoramos que la liebre tiene muchos enemigos naturales que la obligan a correr, llegamos a pensar que si no la corre el perro nunca llegará a matacán. ¡Craso error!

El galgo del guarda Bonifacio Alonso con la libre de los majuelos de La Gamarra en Camporredondo, o el lebrel de Arabia de Don Benjamín con la liebre del majuelo del tío Saturio (ver El matacán del majuelo), no pudieron nada contra el animal porque ya era matacán (liebre a lo bestia). Los galgos del pueblo tampoco la alcanzaban porque la liebre había enmagrecido, se había musculado, se la habían desarrollado las patas traseras, el pecho se la había aquillado y para cazarla tuvieron que hacerla trampas: a los dos matacanes (¿o fue uno sólo?) les mataron de dos disparos: uno murió camino del perdedero natural y el otro al llegar al Monte Arenas –su perdedero natural- donde, saliendo por detrás de un pimpollo su cazador-matador, dos disparos acabaron con él, el matacán de La Gamarra.

Y nada más. Repito lo que dijo Delibes sobre el matacán:

Matacán

VHCV p. 77, passim
El matacán, como es sabido, es una liebre que se resabia y a fuerza de carreras y de años enmagrece, se la desarrollan las patas traseras, se la aquilla el pecho y corta el viento como un dalle.

¿Alguien puede decirlo más claro? En el pueblo tenemos la misma opinión: la liebre llega a matacán a fuerza de años y carreras que no, necesariamente, las dará perseguida por el galgo (perro).

Esto aprendí en mi juventud, y esto digo en:

Camporredondo, 9 de julio de 2016





viernes, 8 de julio de 2016

Enconar


Hoy es día 8 de julio de 2016. Precisamente hoy (sigo diariamente la palabra que el DLE, DRAE nos ofrece) encuentro que el diccionario de la Real Academia Española nos ofrece la palabra “inconar” con el significado que vemos:

inconar 
1. tr. coloq. El Salv. y Ven. enconar (‖ infectar).

Supongo que no tiene mayor importancia, pero reclamo el derecho de Camporredondo (Valladolid), mi pueblo, a ser incluido en el grupo de El Salvador y Venezuela donde se usa la palabra enconar –en vez de inconar- para referirse a una herida infectada.

Quiero añadir que la misma palabra –enconar- se usa para referirse a un asunto (problema) cuando en lugar de ir solucionándose va empeorando, se dice: este asunto se ha enconado (ha empeorado).

Así decimos en:
Camporredondo, 8 de julio de 2016


martes, 5 de julio de 2016

Pechiliebre 2

Decía yo en “La pizarra de Gaude” “En camisas de once varas:pechiliebre” de fecha 14-3-2014:

Porque es una de las palabras, creo, en trance de desaparecer.-o prácticamente desaparecida- y porque es una de las palabras que más veces oí usar como apelativo cariñoso, no puedo permitir que desaparezca, o se desvirtúe su significado, sin yo mover un dedo.

De todas maneras, ya queda recogida en el Diccionario de Camporredondo en esta misma pizarra.
Vean lo que dice el DCRNMD en su página 178 sobre…

Pechiliebre: Fanfarrón, chulo. (Investigación de campo) (Sic)

Quiero y debo decir, que no tengo nada que objetar si en otra zona distinta a la mía la palabra tiene otro significado. Lo que yo quiero que quede constancia es que aquí, el significado que siempre tuvo fue:

Pechiliebre o pecholiebre que tanto monta.- Se dice de la persona enclenque, débil, estrecho de pecho. Se aplicaba en plan cariñoso al niño poco desarrollado pero que ya quería empezar a hacerse notar. “¡Mira lo que ha dicho, o hecho, el pecholiebre”! o también “¡Anda pecholiebre!”


Por ser palabra incluida en las mejoradas en el diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes editado por ediciones Cinca, que, además, formó parte del mismo diccionario editado por Fundación instituto castellano y leonés de la lengua y en Cátedra Miguel Delibes, he creído interesante ofrecer las dos lecturas.

Ésta es la primera:

Pechiliebre
LGNA p. 140
Que un servidor, ya usted lo habrá advertido, siempre ha sido un poco
 pechiliebre,
Pechiliebre:
Fanfarrón, chulo. (Investigación de campo)

A continuación la actual:

pechiliebre
LGNA P.140
Que un servidor, ya usted lo habrá advertido, siempre ha sido un poco pechiliebre,
Pechiliebre: Fanfarrón, chulo. Las liebres tienen el pecho más erguido que los conejos. (Investigación de campo)

A partir de la lectura que hacemos podemos observar que su (investigación de campo) le ha llevado, al autor, a la misma conclusión: Pechiliebre: Fanfarrón, chulo. (Investigación de campo)

Para el que no haya leído “Las guerras de nuestros antepasados,” de Miguel Delibes, yo le invito a que lo haga, merece la pena la obra y, además, podrá juzgar si Pacífico Pérez es un “chulo y fanfarrón” o nada más lejos de este calificativo que le asigna el autor de los “diccionarios”.

Y como ahora estamos hablando de la palabra “pechiliebre” dejemos para mejor ocasión si los conejos tienen el pecho menos o más erguido que las libres. ¿Tiene algo que ver comparar el pecho del conejo y la liebre con que Pacífico Pérez sea más o menos fanfarrón y chulo?

Opinión de este, inexperto, tecleador: Pacífico Pérez es la antítesis del hombre fanfarrón y chulo, además de tener el pecho un poco aquillado, eso parece desprenderse de (…) Que un servidor siempre ha sido un poco pechiliebre, o sea, la espina me arma tal que así, entre las tetillas, como una punta, ¿no?, (…).

De todo lo dicho, una cosa debe quedar clara: la liebre no tiene un pecho como para que el pechiliebre, o pecho liebre, pueda presumir de fanfarrón y chulo.

He dicho en:

Camporredondo a 26 de octubre de 2015.


PD. De todas maneras lea usted “Las guerras de nuestros antepasados” (merece ser leída, eso creo) y saque sus propias conclusiones.

martes, 28 de junio de 2016

¿El más experto?: el DRAE.



Reflexión previa a la entrada de hoy.

No, no debo meterme por terreno resbaladizo porque, seguro, patinaré. Eso ya lo sé. Pero si no me meto en algún berenjenal de éstos nunca sabríais, por vía directa, que nada hay más atrevido que la ignorancia. Y como quiero colaborar a vuestra amplia cultura pues… allá voy, cuesta abajo y sin galga en el carro.

Soy aficionadillo a la obra de Delibes, eso lo sabéis: yo os lo he dicho reiteradamente. Pero lo que no os he dicho nunca es que también me gusta leer comentarios, críticas, opiniones de todo tipo, referidas a D. Miguel y su obra. Y como casi todas son favorables, bien documentadas y razonadas, pues no puedo decir más que, con casi todas, estoy de acuerdo. (Ya sé que algunos me aplicarán la fábula de Tomás de Iriarte; “El oso, la mona y el cerdo”, pero es lo que hay).

Acabo de decir que con casi todos los comentarios sobre la obra de Delibes estoy de acuerdo, pero dentro de ese “cuasi” se encuentra mi total desacuerdo con la forma de entender y comentar la obra del escritor por parte del “experto” que, creo, comenzó intitulándose experto antes de leer la narrativa de D. Miguel para, a medida que transcurría el tiempo, ir aprendiendo por dónde van los –nunca mejor dicho- tiros del escritor.

Pregunto: ¿con solo buscar, en el DRAE, las palabras que el escritor maneja y contarnos lo que, según el diccionario de la Real Academia significan, ya se es experto en Delibes? ¿Tan fácil es? Entonces ¿cómo calificaríamos a los comentaristas a los que más arriba me he referido? El título de hoy en mi entrada en “La pizarra de Gaude” no es tomado al azar: es título pensado y meditado para el caso que nos ocupa. Quiero invitaros a repasar el glosario de Cátedra Miguel Delibes para que veáis y podáis opinar.

Y después de este pequeño comentario, seguimos:

“Cuando el viejo se lo propuso a la muchacha, la Desi palideció, pensando en la Adriana, la resinera, y en Moisés, el que se abrasó la cara en el horno de achicoria, le dijo que se iba con él y que qué le había sucedido al señorito Isaías”. (…)

Has leído bien, sí. Delibes, en "Obra completa 1ª edición página 394 La hoja roja”, nos habla de la achicoria cultivada y del horno en que se tostaba. Entonces, si a nosotros lo que nos interesa… si queremos ser expertos en la narrativa de Delibes… ¿quiere alguien decirme qué pinta aquí lo que sigue?

Achicoria
LHR p. 177, passim
(...) el que se abrasó la cara en el horno de
achicoria, y le dijo que se iba con él y que qué le había sucedido al señorito Isaías.
achicoria.
(De chicoria).
1. f. Planta de la familia de las Compuestas, de hojas recortadas, ásperas y comestibles, así crudas como cocidas. La infusión de la amarga o silvestre se usa como remedio tónico aperitivo.

Pues esto lo encontramos en el glosario de la Cátedra Miguel Delibes (¡vaya tela!) cuyo autor es el mismo de lo que sigue:

(...) en el horno de achicoria (La hoja roja). Achicoria: planta de hojas recortadas y comestibles. Cuando no había café se bebía achicoria.

Y los dos razonamientos son fruto de lo que indico a continuación.

Dice el DRAE:

achicoria.
(De chicoria).
1. f. Planta de la familia de las Compuestas, de hojas recortadas, ásperas y comestibles, así crudas como cocidas. La infusión de la amarga o silvestre se usa como remedio tónico aperitivo.
2.  f. Bebida que se hace por la infusión de la raíz tostada de esta planta y se utiliza como sucedáneo del café.

Que es lo que nos dice el DRAE. Y… ¿qué decía yo al principio? Pues eso: el más experto, el DRAE. ¿Que no te crees lo que digo? Pues vete a la Cátedra Miguel Delibes y echas una ojeada al "espléndido" glosario con que nos obsequia; es digno de un premio Nobel que, de no existir, tendrían que crear como premio a la mejor investigación en lenguaje rural castellano: ¡joder, qué pena!

Nuestro/su deseo es ser experto en la narrativa de Delibes, o eso cabe deducir. Pero el esfuerzo requerido es tremendo. Si queremos saber tanto como sabía el escritor sobre el mundo rural, después de haber pasado muchas horas, muchos días y muchos años, pegando la hebra (pegando y fumando un cigarrillo de hebra mientras charlaba) con la gente de campo... mira que lo digo veces: si quieres comprender el lenguaje rural, el que manejaba Delibes, y no has nacido y crecido en el pueblo, o pateas muchos terrones y charlas con sus destripadores, o no te molestes: siempre serás un analfabeto profundo, por más que tengas todos los títulos académicos habidos y por haber. Y cuanto más hables, más meterás la pata.

Pero ¿qué ocurre si tienes prisa para que se te escuche o se te vea en seguida por televisión? Pues eso, recurres al más experto que conoces: el DRAE. Pero te vuelvo a decir, el Diccionario lo hacen personas que, como tú, jamás han pisado un cavón y en cuanto pisan el terrón, como tú, en seguida tropiezan y se caen. Pero en la academia son, casi, infalibles.

Total que yo, como hombre rural que soy, y me siento, te agradecería que el lenguaje rural vaya por un lado y la academia por otro, no trates de academizar mi lenguaje porque sería un asesinato -de mis viejas y entrañables palabras- con premeditación y alevosía.

Y como final te digo: si quieres saber algo sobre el horno donde se tostaban las achicorias -el equivalente a aquél en el que se quemó la cara Moisés- te aconsejo (¿quién soy yo para aconsejar?) que te des una vuelta por “La pizarra de Gaude”, allí encontrarás (gratis) lo que buscas. Y si a pesar de todo no quedas satisfecho, te lo ruego: pregunta, podemos explicar desde el momento de preparar la tierra para su siembra, hasta que se empaqueta la achicoria para su venta como sucedáneo del café, después de pasar por el horno, claro. Y si otro día quieres que hablemos de la achicoria silvestre pues también podemos hacerlo. De momento te anticipo que las ovejas y los conejos domésticos las comían, y comen si se las dan, con todas ganas del mundo.

Permitidme, aunque sea de pasada: yo digo que la mejor ensalada del mundo es la de ajunjeras (que otros también llaman achicoria). Otros de mi pueblo, mayorcitos como yo (entre ellos Marciano, mi cuñado) sostienen que la mejor es la de los tallos de achicoria cuando se ha enterrado la raíz y se cogen blanquitos antes de salir a la superficie (cuestión de gustos). ¡Ah! y las hojas de la achicoria -sucedáneo del café- nunca las vi comer, ni crudas, ni cocidas (son muy amargas). Las ovejas y los conejos sí, con tantas ganas como las silvestres.

Rematamos la faena con una pequeña anécdota: Allá por los años cincuenta del siglo XX, un joven de mi pueblo, metido en juerga, gritaba a pleno pulmón, para que todo el mundo se enterara de la importancia que tenía esta planta para la economía rural: “¡VIVA LA ACHICORIA!” Y yo, eco retardado de su grito, repito: ¡VIVA!
Camporredondo 6 de abril de 2015