La labradora, el bieldo, la cuartilla y la
media fanega
Que nadie se preocupe: hasta donde pueda llegar, llegaré.
¿Tiene alguna importancia que lo que nos muestra
la preciosa labradora sea bieldo, cuartilla, media fanega… o, como nos dice el "experto”, sean gario y celemines? Perdonad que, directamente, sea yo el que
responda: sí, sí tiene mucha importancia, porque confunde, o desinforma, a generaciones
futuras. Estas medidas para áridos… ¡ya son historia! Si las futuras generaciones son informadas por "expertos "como el que nos ocupa, jamás sabrán que el bieldo servía
para separar el grano de la paja (beldar o aventar) y el gario -cuya capacidad
multiplicaba varias veces a la del bieldo- para mover la trilla, o trasladar la
paja de un lado a otro (cargar la tolva de la aventadora, retirar la paja
separada del grano, cargar la paja y trasladarla hasta el pajar o el
pajero, etc. Tiene importancia porque tampoco sabrán que el celemín fue una
medida para áridos equivalente a 1/12 de fanega o 4,625 litros. Que, por tanto,
la cuartilla equivale a 13,875 Litros. La media fanega equivale a 27,75 litros
y la fanega a 55,5 litros. En fin, que no es lo mismo el remolque del tractor
que el rural carretillo, de cajón, de mano. Y ya, de paso, digamos al doctor: no es lo mismo una cuartilla que un folio, eso lo sabe usted por el mismo motivo que yo sé que el bieldo y el gario no son iguales, y el celemín y la media fanega tampoco.
No me imagino al “experto” impartiendo
clases-charla por colegios e institutos a niños que a partir de la charla se
les priva de conocer los medios, usos y costumbres de sus antepasados, porque
un “iluminado”, que desconocía absolutamente este mundo, así se lo dijo. Hasta
quizás algunos, a los que sus abuelos informaron correctamente, sean cateados
por el inculto profesor.
No culpo, sólo, al autor de estos desaguisados, sino
a las autoridades académicas que están obligados/as a velar por la historia y
la cultura: consejería de cultura, Diputación provincial, universidad, etc.
etc. etc.
Sigo, rogando primero, y, si puedo exigir,
exigiendo después, control sobre lo que ya forma parte de nuestra historia rural:
merece un respeto.
El autor está tan convencido (nada hay más
atrevido que la ignorancia), que no se corta ni un pelo en ofrecernos la
entrañable fotografía de una preciosa labradora, con las paredes de adobe como
fondo, en las que se apoyan el bieldo, la cuartilla y la media fanega. Así lo encontré
y así os lo presento.
¡Esta es la Castilla de mis bisabuelos,
con sus adobes, sus garios, sus celemines...! Y yo con casi tres años la
disfruto este verano.
¡Menos mal que ha acertado con los adobes! Como veis no queda ahí la cosa:
la niña sigue, según el autor, manejando el “gario” (foto inferior). Parece que
el bieldo para el autor no existe… bueno, está claro que lo desconoce.
¿Explotación infantil? Bueno, en Castilla en verano todos tienen que
ayudar. Jimena trillando, Rodrigo de mochil y Mencía con el gario, ya la veis.
Espero y deseo que Jimena no esté
trillando con la horca y Rodrigo, como mochil, o motril, segando con la tornadora.
Querida labradora: ojalá que
algún día tu informante sea un verdadero experto y pueda trasmitirte lo que fue
la vida en el mundo rural allá por la mitad del siglo XX.
Y ya, como final, añadir que con
el bieldo se beldaba o aventaba la trilla (se separaba el grano y las granzas,
de la paja) y con el gario se gariaba (se trasladaba de un sitio a otro) la
trilla o la paja, pero el gario no hubiera sido práctico para aventar: si
queréis algún día lo razonamos. Sí, ya sé que el DRAE recoge el gario como
instrumento para aventar pero… el DRAE ha manejado poco el gario. Ya os lo
contaré.
De momento… ¿por qué a la máquina
aventadora se la llama también beldadora? ¿Por qué no se la llama gariadora si,
como dice el DRAE, el gario era un instrumento para aventar? Ya sé que sirve de
poco, pero no me rindo: ¡respeto a este mundo rural!
Adquiero, desde este mismo
momento, un compromiso con vosotros: voy a dedicarle una entrada a todos los
útiles de la era, desde el horcón hasta el gario, siguiendo correlativamente el orden del uso que de ellos se hacía, esperando que todos bienintencionados
que hablan sobre estos útiles me corrijan en todo lo que no estén de acuerdo.
Sólo así podrán pasar a la historia tal cual sirvieron.
Camporredondo, 12 de
enero de 2016.