…y no me gusta estar entrampado. Para muchos de vosotros seguramente la imagen permanece en vuestra retina, o en vuestra chinostra. Pero para aquél que por su juventud no lo sepa, los tratos en el ámbito rural, se sellaban con un apretón de manos. La palabra era la mejor garantía para sellarlos. Entonces dejadme que yo me comporte como uno de aquellos hombres con traje de pana, faja negra protegiendo sus riñones y boina calada hasta las cejas. Hace unos días adquirí un compromiso con vosotros: hablaríamos de los útiles de la era siguiendo un orden de aparición en la faena, y a eso vamos.
Como creo que debemos de comenzar
por el principio: comencemos por el
horcón. Bien. ¿Por qué el horcón? Pues
porque con él se cargaban los haces al carro y, a veces, con él se hacinaban y
deshacinaban los haces en la era. De manera que justificada está la inclusión
del horcón entre los útiles de la era.
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El horcón, éste de tres dientes
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Con el horcón, en el rastrojo, se allegaban los haces al carro. Era como
una horca de metal (lo veis en la foto). Los había de dos o tres dientes, y todos
tenían el mango más largo que la horca.
Como no quiero dejar -si soy
capaz- ni un solo resquicio diré: vendrán otros detrás de mí y dirán: ¡pero
también se cargaban los carros con la horca! Esto es cierto. Pero yo quiero
añadir… y con la mano, y también se acarreaba los haces en cargas (sobre el
lomo de los animales) y añada usted todo lo que quiera pero, lo cierto es que
el horcón era el instrumento que fue inventado para cargar los carros de mies
(también de hornija) para transportarla hasta la era (o al horno en el caso de
la hornija). Después use usted un azadón, si quiere, para ayudar a cargar, pero
el apero para esta labor fue el HORCÓN.
Horcón.- útil de dos o tres
dientes de acero y astil largo con el que se alcanzaban, en el acarreo, los
haces al carro. Aquí otro añadiría… ¡y punto! ¿Vale?
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Horcas: de dos y cinco dientes
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Horca de dos dientes.- Ya tenemos los haces en la era, los
distribuimos por la superficie del círculo de la parva y quitamos los atillos:
desatamos los haces. ¡Ya está! Bueno, pues, a continuación tenemos que esponjar
lo mejor posible el bálago para que penetre el sol, lo caliente y runda (cunda)
la trilla.
Ahora, el que jamás ha pisado una
era, ni nadie le ha dicho cómo se hacía -siempre que algún “experto” no le haya
tomado el pelo- preguntará: ¿con qué apero se hacía esa labor? Pues mire
usted: esa labor se hacía con la horca de dos dientes. Y salió el “experto” de
turno y dijo: ¡pues yo lo he visto hacer con la horca de cuatro o más dientes!
A éste le vamos a contestar: yo también he visto comer los garbanzos del cocido
con un tenedor, pero la herramienta más adecuada para con los gabrieles es la
cuchara. Y esto le pasa a la horca de dos dientes: el agricultor tuvo necesidad
de dotarse de un apero que la facilitara la manera de tender la parva y… ¡zas! inventó la horca de dos dientes. Después vino otro “experto” que con aquella
misma horca dirá que movía el estiércol. Bueno, pues encantado de la vida si él
es feliz moviendo el estiércol, pero la utilidad de la horca de dos dientes
queda demostrada al tender y dar la vuelta a la parva, mientras el bálago no
está trillado: es la más eficaz y para eso se inventó.
Queda clara la utilidad de la
horca de dos dientes, más allá de que alguno, también, se rasque la espalda con
ella.
Horca de dos dientes.- útil de era que se usaba para tender
y dar vuelta a la parva, siempre que el bálago no estuviera muy trillado.
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Horcas de tres y cuatro dientes
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Pero los machos -que no han parado de dar vueltas al disco de la parva arrastrando el trillo- han ido trillando el bálago y la horca de dos dientes no sirve porque no recoge las pajas: no nos vale. ¿Y ahora qué hago? Pues ¡hombre, coja usted la horca de tres, cuatro o más dientes y tendrá la solución! ¿Para qué la tenemos si no?
Cuando la parva estaba trillada, había que acamizarla (recogerla para
formar el montón de pico o de forma de pez), con la camiza por supuesto. Pero
la camiza (camizadera, caniza y todo lo que usted quiera) no puede elevar la trilla.
Ahora… -dice el que nunca se ha visto en otra- ¿qué hago? Pues hombre, con la
horca de tres, cuatro o más dientes elevarlo hasta hacer el montón con la
altura suficiente para ocupar menos espacio en la era, y hacerlo bien para que, si llueve, el montón no se cale más allá de una pequeña capa superficial (no se
hagan goteras se decía).
O sea: con la
horca de tres, cuatro o más dientes volvemos la parva cuando con la de dos ya es inútil, formamos el motón
de trilla y también acercamos la trilla para facilitar la tarea al gario, como
más adelante veremos.
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Éste es el rastrillo que fue muy útil en la era.
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Los trillos siguen sin parar y ahora se nos presenta otro problema:
queremos volver la parva, pero el bálago está tan trillado que se cuela entre
los dientes de las horcas y no hacemos buena labor... ¡Pero hombre de Dios! ¿No
tienes el rastrillo? ¡Pues úsalo hombre! Y el tío cogió el rastrillo, o la
rastrilla, y dio vuelta a la parva como quien ve llover. Aunque la palabra
llover no debe ni nombrarse en la parva.
Con el rastrillo también se recogían (metían) las orillas cuando la parva se extendía demasiado.
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Trillo con sus dos tornadoras y estas con sus palas |
Había una herramienta muy útil en la parva: era la tornadora (otros
dirán tornadera, pero como yo creo que su nombre verdadero es tornadora (la que
torna, la que vuelve la parva), por eso le llamo tornadora. Además porque así
se llamaba en Camporredondo, mi pueblo.
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Camiza. En otros sitios camizadera, acamizadera. caniza...
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La tornadora, al poco rato de
empezar la trilla, se enganchaba en la parte trasera del trillo y ya no se
desmontaba hasta el final. La tornadora, por su forma, iba enganchando las
pajas largas que había pegadas al suelo de la era y las sacaba a la superficie.
Cuando el bálago iba estando más trillado, a la tornadora se le acoplaba la
pala que al mismo tiempo que removía la parva abría surcos en ella permitiendo
que el sol calentara más superficie.
Ya hemos trillado la parva y amontonado la trilla. Para llegar hasta
aquí hemos usado el horcón, la horca de dos, tres, cuatro o más dientes, las
tornadoras, el rastrillo o la rastrilla y la camiza. Además, claro está, del
trillo.
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El que quiera aprender a beldar aquí tiene la ocasión. Hermanos Busto beldando
los gabrieles para el cocido.
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Ya hemos terminado de trillar. Tenemos unos hermosos montones y
queremos limpiarlo para que el grano quede bien guardado en la panera, o bajo
la baldosa en forma de papeles del banco de España. ¿Qué hacer? Pues en el
tiempo en que no había aparecido la aventadora, beldadora o máquina de limpiar,
coger el/los bieldos y, con ellos y la ayuda de Eolo, separar la paja del grano
y las grancias (granzas).
Ya vamos llegando al capítulo de preguntas: ¿los
señores “expertos” creen que es práctico aventar con el gario? ¿Sería
aconsejable? Ya veréis como contemplando la foto os daréis cuenta de que
resultaría poco práctico. Imagínese una gariada llena, sería cuasi imposible
que el aire lo traspasara, se trata de que siempre haya trilla en el aire y en
no mucha cantidad para darle tiempo a Eolo a separar la paja del grano: arrastrar
aquélla y dejar éste. Lo mismo que nos están indicando los hermanos Busto: mis
primos. No obstante ¿usted ha visto aventar, también con el gario? Seguro que
sí. Y con la pala de regar si estaba a mano, y con la horca y hasta con los
pies. Veréis cómo lo entendéis enseguida: limpiar la cosecha, que tanto nos
había costado verla en el montón, era muy importante y no dependía de que
quisiéramos limpiarlo, dependía de que el dueño y señor del aire despertara y
abriera la ventana. Cuando esto ocurría, la familia se lanzaba sobre el montón
con lo que tuviera más a mano: bieldo, horca, gario, pala… en fin, lo que tuviera
a mano y sirviera para levantar la trilla al aire ¡no podía esperar!
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Dos modelo de gario: pero garios los dos. Respecto del bieldo,son como la
cucharilla del café y el cucharón de la sopa.
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Pero los tiempos han mejorado y llegó la aventadora, beldadora… en
una palabra: la máquina de limpiar (separar el grano de la paja).
Acercamos la máquina al montón y
se presenta otro problema: elevar trilla a la tolva de la aventadora. Otra
pregunta ¿con qué lo hacemos? ¡Vaya pregunta más tonta!: con el gario ¿con qué
va a ser?
Resulta que el encargado de abastecer de trilla la tolva de la aventadora, es la primera vez que lo hace y todo lo que sabe es que se hace con el gario.
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Aprovechando que Carlos acribaba los garbanzos, pinchamos los dos bieldos para
que no haya duda de su diferencia con el gario.
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Como no sabe lo que es, ni la
forma que tiene el gario, echa mano del Facebook y allí ve (le dicen) lo que es; el “experto se lo ha dicho en una fotografía que ha incluido. Busca un… “gario”
y todo ufano y orgulloso se lanza a colmar la tolva de la máquina. El hombre
lucha a brazo partido por darle abasto pero que nada, no hay forma. En esto
pasa por allí el“paleto”, le ve sudando por cada pelo una gota y le dice:
siéntate a la sombra y espera un poco. El paleto se va para casa, y vuelve con
otro artilugio al que otros le llaman… no sé cómo. Toma, le dice, verás como
con esto te rundirá (cundirá) más con menos esfuerzo. ¿Qué te parece? ¡Oye,
esto es cojonudo! ¿cómo se llama este artilugio? Hombre, ¡esto es el gario!
Pero si a mí me había dicho un “experto” que el gario era esto que tengo en la
mano. Y el paleto le contesta: es que yo he sido cocinero antes que fraile y
ese “experto” no llega ni a pinche de cocina.
El tío comienza a suministrar
trilla a la tolva y como runde (cunde) mucho, pronto el montón le va quedando un
poco alejado. Como el viejo paleto aún no se había marchado, le pregunta el
esforzado gariador: ¿qué hago ahora? Pues mira, ahora necesitas otra persona
que te vaya acercando la trilla porque si no perderás mucho tiempo. ¡Ya! Le
dice el sufrido gariador, ¿con qué me lo acerca? Bueno, ¿ves aquella pieza que
tienes allí? es la horca de cuatro dientes y con ella se hace muy bien. Además,
le añadió el paleto: ¿no te das cuenta que la paja se te amontona a la salida
de la máquina? Pues mira, para eso necesitas otro gario que te lo vaya lanzando
hacia el pajero porque si intentas hacerlo con el “gario” del “experto” te
verás negro para retirarlo.
Y a partir de ese momento el
inexperto agricultor fue aprendiendo que para saber hay que preguntar al que
sabe. En este caso sobran títulos académicos: es cuestión de experiencia...
Todo trillado y limpio, llegó el
momento de “arrear” con ello hacia la panera. Oye, pregunta el agricultor
aficionado: ¿con qué aparato lleno los costales?¿con el celemín que dice
Urdiales? El paleto que se ha quedado a ver cómo termina todo, dice: los
costales se llenan con la media fanega. ¿Por qué no lo hago con la fanega que
rundirá (cundirá) más? Pues verás porque no habría dios que lo aguantara, es
una medida de referencia pero poco práctica, se manejaría muy mal. Con la media
fanega llenas los costales y tendrás una referencia de lo que ha sido, en fanegas, la
cosecha. Después tienes la cuartilla, el celemín, el medio celemín y el
cuartillo de celemín, pero estas medidas son más para andar por casa: se usa
mucho para medir pequeñas cantidades como, por ejemplo, las igualas que se
tenían con el veterinario, el herrero, etc. También para medir gabrieles,
alubias… en fin que estas medidas ya no debemos considerarlas de era.
Cosecha trillada, limpia, grano en la panera -o bajo la baldosa- y
nos queda llenar el pajar para tener comida para los animales durante todo el
año y, si sobra paja, la llevamos al pajero.
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Bieldo y gario flanqueados por la garia de picos y de bolas
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Entonces, uncimos los animales al
carro, cogemos los garios que hemos visto más arriba y gariada a gariada lo
retiramos de la era, que barreremos a continuación con las escobas que cuelgan
del trillo en la fotografía que os presento. En esta misma fotografía quiero
que veáis la diferencia que existe entre el bieldo (centro a la izquierda) y el
gario en el centro del trillo. Yo creo que se nota cierta diferencia. ¿o no?
Creo que no debo olvidar estos útiles de era que nos venían muy bien, principalmente, para retirar el grano a la caída de la aventadora y también había quien la usaba para aventar el grano si se nos había ensuciado de tamo. En fin que eran piezas muy útiles en la era, o en la panera si había que amontonar o mover el grano: son las palas de madera (las de los extremos son catalanas y la del centro producto del más puro estilo castellano).
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Las palas del grano se llamaba a las palas de madera.
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En la fotografía de la entrada
anterior; en la que nos dijeron que lo que la pequeña labradora manejaba era el
gario, podíamos, también, admirar lo que para su autor son los celemines.
Deliberadamente lo he dejado para el final para presentaros lo que son la media
fanega, la cuartilla, el medio celemín y el cuartillo de celemín. Manifestando:
todas piezas que he presentado son útiles de la era rural. Si hay otra era académica,
o universitaria, yo la desconozco y no puedo opinar: “zapatero a tus zapatos”.
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1/4 celemín = 2'3125 litros.
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Cuartilla = 13'875 litros.
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1/2 fanega = 27'75 litros.
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1/2 celemín = 4'625 litros.
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Liado entre horcas, garios, celemines etc. se me había pasado por alto otros dos útiles importantes de la era: la criba y el badil.
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Antonio acribando garbanzos. Pero el resultado
es el mismo ya sea legumbre o cereal.
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Siempre que he hablado de aventar o beldar, ya sea con la aventadora o con el bieldo, he procurado decir que en esta operación se separaba la paja del grano y las grancias (granzas). Razonemos esto: cuando se hace pasar el aire a través de la trilla, el viento no distingue lo uno de lo otro más que por su peso. Entonces el grano pesa y se queda a los pies, no se desplaza. Pero las grancias (granzas) que son trozos de espiga, nudos, pajotes pesados, también se quedan junto con el grano. Queda claro que en la primera operación sólo hemos separado la paja. ¿Qué hacer después? en el caso de que lo hayamos separado con el bieldo, pues coger la criba y acribar, y en el caso de la aventadora cambiar el juego de cribas -que el efecto es el mismo que con la criba de piel o alambre- y separar las grancias (granzas) del grano.
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Badil que muchas tolvas y cribas llenó
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Con los agujeros de las cribas acorde con lo queremos acribar, el grano cae al muelo y las grancias al montón correspondiente.
Para cargar la criba tanto en la manual como en la máquina aventadora pues usamos el badil ¿hay herramienta más apropiada?
Una pequeña anotación: para que el acribado fuera uniforme, una vez la tolva llena, esta siempre debería mantenerse llena, por lo que, a veces, era interesante el concurso de dos badiles.
Ahora, echemos una mano al “experto”: él dice -porque desconoce
absolutamente el lío en el que se ha metido- que los bieldos son garios, que la
media fanega y la cuartilla son los celemines etc. pero… ¿Por qué lo dice? Pues
porque es lo que dice el DRAE, que parece que tampoco le ha picado el tamo en
la era. Vedlo a continuación:
bieldo
Del dialect. Beldar 'aventar las mieses', y este del lat. Ventilāre 'agitar en el aire'.
1. m. Instrumento para aventar compuesto de un palo largo, de otro de unos 30 cm
de longitud que lo atraviesa en uno de sus extremos, y de otros cuatro o más fijos
en este en forma de dientes.
2. m. bielda (‖ bieldo
de seis puntas).
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
La acepción primera:
correcta. La segunda: no tanto.
gario
De garfio.
1. m. Alb. Triple garfio para sacar de los pozos latas, cubos, etc.
2. m. Cantb., León, Pal., Seg. Y Vall. Instrumento
para aventar.
3. m. Cantb. Horca de hierro.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
La acepción segunda, que es
la que nos ocupa: absolutamente incorrecta.
Reflexionemos. Dice el
DRAE: bieldo es un palo largo, otro de unos 30 cm que lo atraviesa y de otros 4
o más fijos en este en forma de dientes. Bien. Si nos fijamos en las fotos, que
os ofrezco más arriba, veremos que todos los bieldos son de 6 dientes (puntas
dice el diccionario). Pero después añade que el que tiene 6 puntas (dientes, decimos los paletos) se llama bielda. Bueno, para nosotros siempre fueron
bieldos, tanto si eran de cuatro (para mí desconocido) o de 6 dientes. La
bielda, como podemos apreciar en la foto, no tiene más picos (puntas dice el
DRAE) pero sí es de más capacidad: sus dientes son más largos.
Sigamos: a continuación, el
DRAE, nos dice que el gario es un instrumento para aventar. ¿En qué quedamos,
se bielda, o avienta, con el bieldo o con el gario? ¿Es lo mismo bieldo que gario? Os aseguro que, para el que aporrea este teclado, no (sigo hablando desde el pueblo).
Estoy en condiciones de asegurar que en Palencia, Segovia y Valladolid, gario es el instrumento con el que se manejaba la trilla y la paja: pero no para aventar, ya hemos intentado razonarlo. En Cantabria y León lo desconozco (en mi pueblo –tal vez porque no habíamos pasado por la universidad- aventábamos con el bieldo y movíamos la trilla y la paja con el gario).
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Bieldo.
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Un tipo de gario
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Bieldo exagerado: bielda.
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Otro tipo de gario
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Supongo que las fotografías serán
suficientemente ilustrativas. Como podemos apreciar, hay un tipo de bieldo, la
foto anterior nos dice que el bieldo excede de sus dimensiones normales y por
eso se llama bielda y le siguen dos tipos de gario, pero garios los dos. ¿Se
diferencian unos de otros? Yo creo que sí.
Para el “experto” que dice que en
Castilla cambiamos a las cosas de nombre más que por su género por su tamaño,
quiero decirle: si usted quiere aprender, aquí tiene otro ejemplo similar al
olmo-olma, nogal-nogala, pez-peza, canalón-canalona,…y ahora bieldo-bielda.
Podremos constatar que se cumple
lo que vengo diciendo: no hay cambio de género sino distinto tamaño que de
alguna manera tenemos que diferenciarlo. ¡Vaya peza! Decía el que había pescado
en el arroyo un pez fuera de lo corriente; entonces el/los acompañantes sabían
que había pescado un pez enorme. ¡Coge la bielda! y ya sabías que el aparejo
más adecuado no era el pequeño, sino el bieldo grande. Así nos manejábamos los
de pueblo, y como estamos hablando en lenguaje rural; culto es aquél que lo
conoce y el antónimo de culto es el que no lo ha visto en su vida.
Resumiendo:
Bieldo: útil de era para aventar
(separar el grano y las grancias (granzas) de la paja.
Bielda: bieldo de dimensiones
extraordinarias (dientes más largos que los del bieldo).
Gario.- útil de era para el
manejo de la trilla o la paja (cada cosa en su momento).
Después de esta explicación que
cada uno los use para lo que crea conveniente. Así y para esto lo llamábamos y
lo usábamos en el mundo rural.
Ruego a todo aquel interesado que no esté de acuerdo con lo que acabo de exponer, que públicamente lo
manifieste y, sólo de esa manera los útiles y palabras del mundo rural ocuparán
en la historia el espacio que les corresponde, porque es el que tenían.
Gracias.
Camporredondo, 26 de
enero de 2016