¿Qué se dice que es la veteranía?
Pues como vosotros, "que sois más listos que los conejos", ya lo sabéis, no lo vamos a repetir. Sería tan absurdo como preguntarle al agricultor lo que es la grada.
El pasado día 30 de noviembre
acudí al dial de la radio en busca del Dialecto agrario, y encontré una palabra
muy normal y corriente en el mundo agrario: grada.
La emisora contactó con su
“experto” y éste nos aclaró lo que es la grada agraria.
Nada que objetar, en parte, nada
que decir a la explicación que el “experto” en la narrativa de Miguel Delibes nos regaló; al fin y al cabo es lo mismo que el escritor escribió en “Las perdices
del domingo” página 161.
Una cosa sí que me llamó la atención:
el presentador del programa preguntó a un agricultor si conocía la palabra
grada -confieso que jamás se me habría ocurrido preguntar al locutor de radio si conoce la palabra micrófono-. Naturalmente –no faltaría más- la contestación era de Perogrullo.
Pero claro, uno, que abrió los
ojos –entre terrones, gradas y ovejas- por primera vez hace ya algunos decenios,
enseguida se dio cuenta de la juventud que traslucía entre los que trataban –correctamente-
el tema desde su óptica de 2016, y pensé: ¡coño! ¿ya nadie se acuerda de mi
rastra, rastra-grada de madera de tres palos y grada de hierro de dos o más
cuerpos?
Delibes nos habla de la grada
acoplada al tractor y sus expertos siguen por esa línea, pero yo digo: ¿nadie
se acuerda de la grada acoplada al par de animales de tiro a través del balancín, del timón,
o del estrinque, del barzón, la mediana, el yugo y la collera? Pues para eso
estoy aquí con mi carga de ruralismo sobre mi jaula (chepa, espalda).

Para no dejarme nada en el tintero vamos a comenzar por la más humilde de la familia: la rastra de tablón. El que nuestro amigo José Criado (Pepe) nos encomendara su custodia, nos evita su descripción: es lo que se ve (la falta un diente en este extremo). Pero como ya parece que nadie -o pocos- se acuerdan de para qué servía, decimos: cuando no había otra, con ella se arrastraba o gradeaba -como usted quiera- (el DLE dice gradaba) la tierra después de arada a vertedera. Si se había arado con buen tempero, al final de la jornada se arrastraba lo arado y lo que, al orearse, hubieran sido terrones, por estar tiernos (húmedos) quedaban desmenuzados y la tierra perfectamente allanada. Buena labor hacía nuestra humilde rastra.
Otra labor -imprescindible labor-
que hacía la rastra de tablón, era en la siembra a surco. En este tipo de
siembra –generalmente con el arado romano- el cerro, panera o lomo quedaba
rematado por un vértice demasiado agudo por lo que el desarrollo de la planta
en su cima hubiera sido complicado: la raíz quedaba demasiado somera, casi
descubierta, y la humedad enseguida se alejaba. ¿Qué hacer para evitarlo? Pues pasar
nuestra humilde rastra y con ello el lomo quedaba truncado (achatado, rebajado),
mejor para el desarrollo de la planta. Éstos son los dos usos más importantes de nuestra pequeña grada (tenía más).

Este modelo de rastra es tomado
de internet (http://www.laislatortuga.com) Se diferencia de la que yo usé en
que aquélla era de tres brazos, con más dientes, pero su labor era la misma.

Hasta aquí llegamos con nuestras "entrañables" gradas, todas movidas por tracción animal. A partir de aquí, un gran número de gradas arrastradas por elementos mecánicos abastecen las necesidades del mundo agrario actual. Sobre ellas, a continuación os ofrecemos un pequeño ejemplo.


Como mi sobrino Carlos nos ha enviado varias fotografías, os ofrezco dos vistas más en las que podéis apreciar más detalles.

Pobres bípedos tras de las gradas y pobres cuadrúpedos -desde el asno hasta el buey- que tenían que tirar y arrastrar las gradas… eran otros tiempos.
Ya sólo me resta decir que ésta
es la grada de discos; las otras, las humildes, de madera o de hierro, son las
gradas de dientes.
Si os ha sabido a poco no tenéis
más que decirlo, os espero en…
Camporredondo, 5 de diciembre
de 2016.
Como siempre, Gaude, dejas todo perfectamente claro. Muchas gracias y recibe un fuerte abrazo.
ResponderEliminarYo creo, Luciano, que lo que dejo perfectamente claro es que tengo algunos años de experiencia.Que hace algunos decenios usé las humildes gradas que los jóvenes desconocen. Para los que vivimos y usamos aquellas gradas nos parece broma que puedan conocerse con el mismo nombre.
EliminarGracias por asomarte a "La pizarra de Gaude" Un abrazo de pueblo.