“Con pan y vino se anda el camino”. Lo que dice el refranero es bastante cierto; pero yo quiero añadirle algo: si al pan y al vino los animas con un chorizo casero, de pueblo –de aquéllos de 20-22 de pimentón, 20-22 de sal… etc. etc.- como los que embutía la señora Pepa (mi madre), bien curado, de los que llamábamos de la tripa del cagalar -gordos y hermosos-, es posible que usted no ande el camino, sino que se quede dormido haciendo la digestión a la sombra del primer pino que encuentre. ¡Joder qué delicia! Es otro de los manjares que el llamado progreso se ha llevado por delante.
Reivindicación:
Pasemos al lechuguino (pan lechuguino): es el tema
que trataremos hoy. Lo que a continuación quiero referir, es la explicación que
nos da el maestro panadero (5ª generación) de San Miguel del Arroyo, “Ore”. “Ore”
es panadero -hoy jubilado, sigue su hijo- desde su más tierna infancia, 5ª generación
de panadero rural. Lo digo por si alguien piensa que hablo desde mi experiencia
de pastor o agricultor. Lo que he requerido de mi amigo y panadero “Ore”,
es lo que, desde que nací, pude aprender.
Nada mejor que una foto de los panes – fabricados a mano por mi amigo y
maestro panadero “Ore” en su horno de San Miguel del Arroyo para la
ocasión-, en la que podemos apreciar, sin otra posible interpretación, que el pan
lechuguino no tiene canteros, sino que una cosa es el lechuguino y otra
el pan que -corrientemente se hace- de cuatro, o cinco, cortezones (canteros
para otros). Los dos, exquisitos; los dos, de pan candeal -cuando lo había-, pero
distintos en su forma. No, no hay lechuguino de cuatro canteros. Hay pan
lechuguino y pan de cuatro, o cinco, cortezones (canteros para gente urbanita y
académica).
Panes hechos para la ocasión, al estilo tradicional, por el maestro panadero "Ore"
en San Miguel del Arroyo (Valladolid).
|
Al pan lechuguino podremos
adornarle –porque además se lo merece- con flores, pero dejaría de ser el pan
lechuguino castellano para pasar a ser pan lechuguino ornado con flores, que es
lo que le pasa al lechuguino que nos presentan los que se ve que han aprendido
en otra escuela.
Situémonos: provincia de
Valladolid, Tierra de Pinares, zona de San Miguel del Arroyo y Camporredondo.
En esta parte de Castilla -panera del hoy desaparecido trigo candeal- el maestro panadero “Ore”, y sus ancestros,
fabricaban –entre otras exquisiteces- el famoso pan lechuguino -sin otros
adjetivos- y el de cuatro canteros. Además fabricaban –y fabrican- las famosas
tortas de chicharrón y las no menos –en otro tiempo- famosas hogazas, que eran
las más familiares.
Y vamos con la variedad de trigo usado
para la fabricación de estos dos formatos de pan. Hubo un tiempo –que el progreso
se encargó de hacer que pasara a la historia- en que el pan se fabricaba con el trigo
candeal –también con el Aragón, aunque era de inferior calidad-. Pero aquellos
tiempos pasaron. Sin embargo, el pan lechuguino, el de cuatro canteros, y
otros, siguieron fabricándose. La calidad del pan pasó a ser inferior, pero los
panes no cambiaron de nombre. Quiero decir que el nombre no se lo da el trigo
usado en la fabricación, sino el formato usado (o sea, que si el trigo no es candeal, este tipo de pan seguirá llamándose lechuguino)
Todo lo que digo es porque parece
–si me atengo a lo escuchado en radio, o publicado en algunos libros- que el
pan lechuguino, y los demás exquisitos panes que se producen en Castilla y León,
haya desaparecido con el trigo candeal que, qué duda cabe, fue uno de los
mejores trigos para panificar. (¿os acordáis de lechazar?… pues eso).
Además quiero hacer mención a lo que Delibes escribió en
aquel tiempo. Escribe Delibes: “(…) con
pan y vino se anda el camino” reza el refrán, pero es obvio que si el pan es
lechuguino, de cuatro canteros, y el vino de Rueda o Vega Sicilia, (yo
añadiría hoy: o Dehesa de los Canónigos) es
posible que el camino se haga dos veces y hasta sin sentirlo. (…).
Y ahora, pobre de mí, me meto “en camisas de once varas”:
parece -digo yo- que si Delibes se hubiera
referido, sólo, al pan lechuguino, hubiera sido suficiente con decir: “…pero es obvio que si el pan es lechuguino…”
pero yo creo que Delibes conoce y valora, también, el de cuatro canteros.
Entonces yo, burro de mí, lo que interpreto –dado que no hay pan lechuguino de
cuatro canteros, y creo que Delibes lo sabe-, que él ha querido decir -o tal
vez ha dicho- que el pan puede ser
lechuguino, o de cuatro canteros, con tal de que sea pan de trigo candeal y
fabricado en Valladolid.
Y si digo lo que digo, es porque he escuchado lo escuchado:
“Es radio CYL, programa Es el campo, dialecto agrario”, (miércoles 5 de abril
de 2017).
Entre otras cosas, dice el experto: “…el
pan lechuguino, que tanta gente conoce, es el pan de cuatro canteros,
pan de trigo candeal, más aplastado. Además de los cuatro canteros,
lleva ciertos cortes o dibujos, la gente lo recordará, en el centro. Los
dibujos varían según los panaderos, pero antiguamente solían tener forma de
flor o de cogollo de lechuga, de ahí lo de lechuguino…”. (Afirmar
esto último me parece, cuando menos, un poco arriesgado, o caprichoso…).
Dejando para otra ocasión el posible origen del nombre
“lechuguino” (a ver si algún lector se anima a participar) pasamos, brevemente,
a comentar si el trigo debe de ser candeal o no. Es evidente que, si condición
indispensable para tener un pan lechuguino es elaborarlo con trigo candeal,
hace rato que el pan lechuguino habría desaparecido.
El trigo candeal, trigo por excelencia en la panificadora, desapareció hace ya
algunos decenios: era de mucha calidad, pero de muy bajo rendimiento y el
progreso se encargó de sustituirlo por otros que nada, o muy poco, tienen que
ver con la categoría panificadora del candeal.
Y nada más por el momento. Si queréis otro día seguimos,
pero hoy queremos dejar sentado que el pan lechuguino no tiene cortezones
(canteros para la cultura académica) y que los cortezones (canteros) –que son
cuatro o cinco- quedan para el pan que da nombre eso… al pan de cuatro
cortezones, que es parecido, pero no es lo mismo.
![]() |
Ejemplo de pan lechuguino en Castilla |
![]() |
Pan de cuatro cortezones (canteros) |
![]() |
Pan con cinco canteros (cortezones) |
Valgan estas fotos, junto a la opinión de nuestro amigo maestro
panadero “Ore”, para dejar constancia de lo que decimos sobre el pan lechuguino
y el de cuatro cortezones (canteros).
Quiero retirarme -y me retiraré-, pero no sé cuando, aquí,
en:
Camporredondo a 10 de
abril de 2017.
Bravo por el pan lechuguino y tu disertación erudita, Gaude.
ResponderEliminarDeja que la imaginación vuele Ángel: pan lechuguino de trigo candeal, producido en el páramo en tierra labrada con los machos y el arado romano -yo agarrado a la esteva-, sembrado a voleo, segado a mano y atado en haces, acarreado en carro de armaje, tendido y trillado en la era, aventado con el bieldo, molido en el Molino del Valle, cernido con el cedazo, amasado por las manos expertas de mi vecina Germana en su horno de hornija y, para rematar: hambre canina, chorizo –bien curado- de los que embutía la señora Pepa, el porrón con el tinto de cosecha a tope y la lumbre chisporroteando al tiempo que el viento ulula y las gotas de lluvia golpean los cristales de la ventana mientras devoras el lechuguino y el chorizo… Mis pelillos se erizan solo de pensarlo. ¡Quién pudiera revivir la última parte de la escena!
EliminarGracias Ángel. Un abrazo acorde con la merienda.
Y después de una mañana de dura bici por estos campos de Dios...¡qué bien sabe una tortilla de patatas acompañada de un buen lechuguino y mejores amigos! Sinceramente, no o cambio por comer en un buen restaurante.
ResponderEliminarMe tomo licencia para un consejo, Piscator: sobre la mesa que hay bajo la encina en el frente de la bodega coloca dos platos; uno contendrá una hermosa tortilla de patata, sobre el otro resplandecerán dos, o tres, tajadas de la olla, de aquellas que se freían ligeramente y se conservaban todo el año entre manteca. Al lado de los platos campeará un pan reciente: el lechuguino. Entrarás en la bodega, sacarás un jarro de la cuba que hay en la sisa de la derecha que, como está en la cueva, estará a unos 17 grados. Cogerás un jarrillo de la alacena y con todo eso te sentarás bajo la sombra de la encina.
EliminarNada de cuchillo y tenedor, abre la navaja cabritera y, ora taco de tortilla, ora rodaja de chorizo irás pasándolo todo al calorcillo del cuerpo humano.
Como la tarde va cayendo, donde antes cantaban las perdices y los jilgueros ahora cantará el búho, tu no sentirás preocupación ninguna y, cuando despiertes, allá en el fondo de la vega, verás un resplandor ¡son las vegas! dirás tú, pero no, yo te digo que son las luces de Camporredondo que vistas desde la ladera te parecerá que estás en otro mundo. ¡Buen provecho, Piscator!
¡Excelente disertación sobre el pan de Castilla, amigo Gaude! A mí me parece que el lechuguino debe su nombre a tener muchos adornos, a semejanza de las personas muy atildadas, que así se llamaban, por lo menos en nuestro viejo castellano.
ResponderEliminarAbrazos.
Completamente de acuerdo amigo Luciano: ya somos dos que, fieles a la tradición, opinamos lo mismo sobre el origen del nombre del pan lechuguino. Lejos de lo que es mi costumbre, he acudido al DLE y esto es lo que he encontrado:
Eliminarlechuguino, na
De lechuga e -ino.
1. m. y f. despect. Persona joven que se compone mucho y sigue rigurosamente la moda. U. t. c. adj.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Y esta fue la referencia tomada (así lo prendí) para poner nombre a un pan especial que, con solo su presencia, destacaba sobre todos los demás.
Gracias Luciano, un abrazo.