Es esta otra de las mejoras que el Señor Urdiales ha añadido en el nuevo-viejo diccionario y que yo debo agradecer y agradezco. De no mediar el diccionario a mí se me había pasado –los años no perdonan- incluir la palabra acostadero en el “Diccionario de Camporredondo”.
Para evitar el inconveniente de buscar en el "Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes" editado por ediciones Cinca, transcribo lo que en él dice su autor:
"Aseladero: Palo que sirve de acostadero para las gallinas. Las medidas y disposiciones de los aseladeros en los gallineros son diversas. Un aseladero medio puede medir unos seis centímetros de de ancho por dos o tres de alto. El largo estará en función de las necesidades del gallinero. Hay gallineros con uno, dos o más aseladeros. Pueden estar colgados del techo mediante unos alambres o discurrir de una pared a otra o estar sujetos a la pared durante el día para ser descolgado cuando llega la noche. En todos los casos el aseladero permanece suspendido en el aire a cierta distancia del suelo. Mientras las gallinas están en el aseladero, los excrementos caen al suelo o sobre el propio aseladero, que se limpia cada cierto tiempo con una azuela (especie de espátula) rascando los excrementos ya secos. A dichos excrementos se les llama "gallinaza" y son un excelente abono. Cuenta un dicho de la zona: "Tienes más mierda que el palo de un gallinero". Si el gallinero tenía pulgón, se quemaba levemente el aseladero con fuego dando una pasada con un papel encendido o similar para acabar con él. (Investigación de campo)".
Como podemos apreciar el aseladero del experto y el acostadero que disponían nuestras gallinas difieren bastante.
Para evitar el inconveniente de buscar en el "Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes" editado por ediciones Cinca, transcribo lo que en él dice su autor:
"Aseladero: Palo que sirve de acostadero para las gallinas. Las medidas y disposiciones de los aseladeros en los gallineros son diversas. Un aseladero medio puede medir unos seis centímetros de de ancho por dos o tres de alto. El largo estará en función de las necesidades del gallinero. Hay gallineros con uno, dos o más aseladeros. Pueden estar colgados del techo mediante unos alambres o discurrir de una pared a otra o estar sujetos a la pared durante el día para ser descolgado cuando llega la noche. En todos los casos el aseladero permanece suspendido en el aire a cierta distancia del suelo. Mientras las gallinas están en el aseladero, los excrementos caen al suelo o sobre el propio aseladero, que se limpia cada cierto tiempo con una azuela (especie de espátula) rascando los excrementos ya secos. A dichos excrementos se les llama "gallinaza" y son un excelente abono. Cuenta un dicho de la zona: "Tienes más mierda que el palo de un gallinero". Si el gallinero tenía pulgón, se quemaba levemente el aseladero con fuego dando una pasada con un papel encendido o similar para acabar con él. (Investigación de campo)".
Como podemos apreciar el aseladero del experto y el acostadero que disponían nuestras gallinas difieren bastante.
En el dibujo que nos proporciona
mi cuñado Marciano, podemos apreciar el tipo de acostadero, o aseladero, como
usted quiera, que disponían las gallinas, ya fueran las que gozaban de mayor
libertad corriendo y picoteando por el corral, o las que tenían asignado un
local exclusivamente para ellas.
Tanto las encerradas en el llamado gallinero,
como las que picoteaban por el corral, a la hora de dormir disponían del mismo
tipo de cama. Creo que en el entorno en que está ambientada la obra “Los santos
inocentes” se adapta muy bien al aseladero-acostadero de las gallinas. Aquellos
acostaderos eran fijos, las gallinas iban subiendo por los palos de abajo hacia arriba. Cuando el palo más alto (el más deseado, las gallinas luchaban por dormir en él) se llenaba, ocupaban el
siguiente, de forma que la cantidad de palos que se montaban estaban en
consonancia al número de gallinas que correteaban por el corral. Quizás el
aseladero al que hace mención el señor Urdiales sea más industrial, quiero
decir posterior al momento en que Delibes concibió su obra. De cualquier forma es significativamente distinto.
En cuanto a su limpieza, que era
muy necesaria, cada uno lo rascaba con lo que tuviera a mano, con tal de que
despegara bien las deposiciones (cagadas) que las gallinas hacían y que no todas
iban al suelo. Efectivamente: se decía, y se dice, de algo que está muy sucio:
“tiene más mierda que el palo de un gallinero” refiriéndose al palo del acostadero.
En cuanto al trato contra el pulgón, recuerdo que se usaba la ceniza del hogar. Andar con fuego... pues hubiera sido muy complicado: suelo de paja, palos de madera... recordemos el dicho: "el que juega con fuego acaba quemándose".
En cuanto al trato contra el pulgón, recuerdo que se usaba la ceniza del hogar. Andar con fuego... pues hubiera sido muy complicado: suelo de paja, palos de madera... recordemos el dicho: "el que juega con fuego acaba quemándose".
Por todo lo que acabo de teclear
no quiero que se piense que yo no admita que, en otra parte, el aseladero no
sea un palo de tres por seis por X centímetros que se cuelga y se descuelga
según la hora (un poco incómodo ¿no?). Lo que quiero es reivindicar la palabra acostadero que se usaba
en estos pueblos y que, me parece, está en peligro de desaparición.
Y, metidos en harina, quiero
contaros donde teníamos en casa ubicado el acostadero, sobre todo en invierno.
Pues resulta que la cuadra de los machos era bastante amplia y en un extremo,
pegado a la pared como el del dibujo, allí tenían nuestras gallinas su
acostadero. Puedo garantizar que allí no pasaban frío.
Camporredondo 12, de
mayo de 2015.
En efecto, Gaude, es mucho más rural el acostadero que representa tu cuñado Marciano, excelente dibujante, por otra parte. Abrazos.
ResponderEliminarEn la 3ª edición del “Diccionario de la lengua castellana” (1791) la palabra “aselar” no existe. Ignoro la edición en la que fue incluida en el DRAE.
EliminarMis abuelos (siglo XIX) ya usaban la palabra acostadero. Suponiendo -yo no lo sé- que las gallinas siempre tuvieron su lugar para acostarse, lo más lógico es que el lugar se llamara acostadero.
A partir de aquí no sé lo que pudo pasar, pero la palabra rural acostadero fue sustituida por aseladero y hasta aquí hemos llegado.
Vengo diciendo que, con los influjos de los advenedizos que van llegando, dentro de pocos años el lenguaje rural será sustituido por otro más académico. Los más jóvenes lo iréis viendo.
Las palabras rurales que un paleto pueda defender frente a los académicos tendrán poco recorrido frente a las que diga y escriba un rotundo analfabeto en lenguaje rural, pero que tendrá todos los títulos académicos habidos y por haber y, además, será apoyado por cátedras nacidas de la más pura ignorancia rural. Incluso os dirán que están avaladas por el más grande escritor, en lenguaje rural, de todos los tiempos: Miguel Delibes Setién. Sólo unos pocos sabréis que eso es falso, pero lo publicado, publicado quedará, y nuestro lenguaje rural desaparecerá para siempre.
Leo en alguna parte: “Delibes ya tiene su diccionario” y, yo digo: el Instituto castellano y leonés de la lengua, Cátedra Miguel Delibes, El Norte de Castilla, la Excma. Diputación de Valladolid, el Ministerio de incultura rural, el doctor cum laude D, Jorge Urdiales Yuste… y otros ¡ya tienen su diccionario rural!
Pero el mundo rural se ha quedado sin palabras.
Un abrazo.