En un rincón de Castilla, de cuyo
nombre no quiero acordarme… ha muchos años, vivieron dos hermanos agricultores
que tenían puntos de vista muy dispares en la forma de cultivar la tierra: uno
aprovechaba la mínima ocasión para ponerse manos a la obra: arar y sembrar. Y el otro gustaba de hacer las labores sólo cuando el terreno estuviera en buena
sazón, según su criterio.
Cuando terminaron las labores de era… recogieron paja y grano y barrieron la era, no quedaba más tarea que ir preparando la tierra para la siguiente cosecha.
Arando con el arado romano en El Henar.
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Uno de los hermanos, sin pensarlo dos veces, unció los machos, cogió el arado de vertedera y salió dispuesto a voltear la tierra antes de que lloviera. Al salir, con la yunta, del corral, encontró al otro hermano que, extrañado, le preguntó: ¿pero dónde vas? A lo que el otro le responde: ¡joder! ¿No lo ves? Voy a arar. Pero hombre, ¿no ves que está muy duro el terreno? Te va a costar mucho levantar el rastrojo y levantarás muchos terrones. Si, contestó el otro, eso ya lo sé, pero cuando llueva tendré buena parte de la tierra preparada para sembrar. Yo no, dice el otro, prefiero esperar las lluvias de otoño y con buen tempero será más fácil.
De esta manera uno fue labrando
despacito y el otro esperó la llegada de las lluvias de otoño.
Llegaron las lluvias y, pasados
unos días, que parecía que ya no escamparía nunca más, los hermanos salieron a
la puerta para observar el tiempo y uno dice ¡oye! ¿Qué te parece si enganchamos
y vamos sembrando? ¡Quita hombre!, ¿no ves que está muy pesado? Ahora no se
haría buena labor, espera unos días y verás que buena labor se hace. Bueno,
bueno, dice el otro, aún así yo voy a ir sembrando.
Pasaron unos días y cuando, según
el criterio de uno de los hermanos, el terreno estaba en su punto, el otro ya
tenía todo sembrado. Más, hete aquí, que al encargado de abrir los grifos allá
arriba se le ocurrió abrirlos y se le debió de olvidar cerrarlos, de forma que
cuando dejó de llover ya era tarde para la sementera.
Pasó el invierno, llegó y pasó la
primavera y, llegó el verano. La cosecha del que sembró en su tiempo no debemos
decir que fue espléndida, mientras que la del otro hermano encañeció (encañó) y
se agostó sin apenas haber espigado.
Como la cosecha de uno de los
hermanos fue muy mediocre, y había que sembrar para la siguiente y no habiendo ni
semilla, ni para comprarla, el hermano cuyo granero estaba barrido se presentó
en casa del otro y le dijo: ¿no podrás prestarme unas fanegas para la siembra?
Es que como la cosecha ha sido mala no tengo semilla. Sí hombre, no faltaría
más, y le dio el grano necesario para la sementera.
El invierno siguiente fue muy
duro, sobre todo para las paneras barridas. No teniendo ya de donde echar mano, el de las paneras vacías volvió en casa de su hermano y dijo: mira a ver si te
sobran unas fanegas que no tengo nada para que coman los chicos. ¡Pero hombre!
dijo el otro ¡no creerás que yo iba a consentir que mis sobrinos pasaran
hambre! carga y lleva al mercado lo que quieras. Como le parecía que su hermano no cargaba lo suficiente
le animó a que llenara más talegas de grano, pues él tenía de sobra. Sí, le dijo el otro,
pero es que no podré pagártelo. No te preocupes hombre, eso está arreglado,
vamos a hacer una cosa: yo te doy el grano y tú me das un beso en el culo.
Acepto, dijo el otro, no tengo otro remedio. Y así fue como cerraron el trato. El hermano le dijo, aprende: “Para no tener que dar a tu hermano un beso en el
culo... siembra en blando y en duro”.
Moraleja: que cada uno saque la
que crea conveniente, yo saqué la mía y no me arrepiento.
Camporredondo 18 de
febrero de 2015
Hermosa fábula, Gaude, digna de Iriarte o Samaniego. Gracias y abrazos.
ResponderEliminarSon fábulas que se van escribiendo a lo largo de la vida y de las que se pueden sacar algunas lecciones. En este caso, el agricultor no puede ni debe dejar todo en manos de Dios. Él te ayuda si tú le ayudas... ¿Quizás la ayuda es mutua? En fin: cada uno debe sacar lo que estime conveniente, si es que hay algo interesante.
EliminarGracias amigo