Ya que, de
pasada, en anterior entrada he aludido al periódico ABC en referencia a la inexistente
palabra cacanalona, no quiero dejar de referirme a otras lindezas de las que
hace alarde Antonio Astorga en su “Hemeroteca
> 12/03/2007> Miguel Delibes: <<El revanchismo debemos enterrarlo,
pero antes a los muertos >>”. Dice el
¿periodista? : “…y permanecerá esa Castilla
de 1950 donde se enjaretaba a los
machos para la fiesta (…)”. Ya sé que ha transcurrido mucho tiempo
desde que alguien se inventara, o no entendiera, esta frase que parece que
tanto ha llamado la atención de analfabetos y absolutamente ignorantes del
mundo rural. Pero por eso precisamente me veo obligado, una vez más, a salir al
paso para retar a los sabios doctores cum
laude, periodistas que no
investigan, gente que se acerca al mundo rural para sentirse importantes porque
nadie les va a criticar sus absurdos razonamientos sobre este mundo tan
maltratado por todos. Digo: reto a todos estos ilustres personajes, o personajillos,
a que me presenten un testigo que en los años 1950 enjaretara a los machos para las fiestas.
Creo que aún no
han aprendido a discernir entre enjaretar
y engalanar, que esto último sí
hacíamos los hombres de campo en las pocas fiestas que podíamos disfrutar. Nosotros,
yo mismo, con mi juventud a cuestas (1942), engalanaba los machos para ir a la
fiesta de nuestra señora de El Henar. Este día se engalanaban los machos, caballos y demás animales de tiro para
acudir a la fiesta.
Había dos días
casi seguros a lo largo del año en que se engalanara a los machos. Uno acabamos
de comentarlo: la fiesta de la virgen de El Henar en el que sobre la pradera,
junto a los carros y sobre una manta tendida en el suelo, se daba buena cuenta
de la merienda preparada por la madre la noche anterior.
Otro de los días
que se engalanaban los machos era cuando se limpiaba el grano y se acarreaba y
costaleaba hasta el desván (sobrao) de la casa. Este día también había algo que
celebrar, era el día que se aseguraba el humilde cocido para todo el año.
Así que ilustres
personajes que garabateáis sobre el papel, os ruego; no, no, os ruego no, os
exijo un poco de respeto a este mundo para todos vosotros desconocido, pero que
seguramente si os raspáis un poco vuestra piel saldrán gotas de sudor de
vuestros abuelos.
Respeto sí,
respeto. Nosotros distinguíamos entre enjaretar
y engalanar, por eso no tratábamos
de enjaretar a nadie lo que no
quisiéramos para nosotros, y cuando teníamos algo que celebrar engalanábamos a nuestros compañeros de
fatigas: machos, caballos, burros, bueyes… y no sabéis, no podéis comprender,
lo satisfechos que nos sentíamos. Respetad la memoria de vuestros antepasados.
Quizá vosotros
sí, enjaretáis, nosotros
apechugábamos con nuestras dificultades y cuando teníamos algo que celebrar engalanábamos a nuestros compañeros de
fatigas que, os puedo asegurar, eran muchas.
Es posible, "ilustres doctos", que hayáis oído la palabra enjaezar y eso os confunda (no sabéis lo que significa) por eso os digo: nosotros éramos más humildes, sólo engalanábamos, humildemente, a nuestros animales de tiro. No, nuestros jaeces se limitaban a poner los bridones con sus collares de campanillas y cascabeles, y poco más, pero eso nos hacía mucha ilusión.
Es posible, "ilustres doctos", que hayáis oído la palabra enjaezar y eso os confunda (no sabéis lo que significa) por eso os digo: nosotros éramos más humildes, sólo engalanábamos, humildemente, a nuestros animales de tiro. No, nuestros jaeces se limitaban a poner los bridones con sus collares de campanillas y cascabeles, y poco más, pero eso nos hacía mucha ilusión.
Camporredondo,
15 de julio de 2015
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