Nogala.- (rural) se dice del nogal solitario y por lo
general muy frondoso.
Olma.- (rural) se dice del olmo solitario y, generalmente,
de extraordinario desarrollo.
Peza.- (rural) decíamos del pez del arroyo que excedía del
tamaño corriente.
He querido comenzar de esta manera para si -llegado el momento- nos sirve de referencia.
Desde que salí a la palestra en
defensa de palabras rurales que yo creí que estaban en peligro de desaparecer,
siempre me moví en el entorno de mi pueblo y, a veces, me alejé un poco, pero
siempre sin rebasar el límite de mi vieja Castilla, que no está mal para un, absolutamente, iletrado.
Digo esto porque la palabra de
hoy a mí me parece que ha rebasado los límites de mi pretensión: el lenguaje
rural castellano. La palabra, según nos dice el señor Urdiales, es:
Cacanalona
Es ésta una palabra que, en mi ya larga estancia en este valle de lágrimas, jamás había oído. Por lo que acabo de decir, he procurado buscarla por tierra, mar y… ríos. Al llegar al río Navia, que es donde nos sitúa Delibes con sus “Mis amigas las truchas”, y no habiéndola encontrado por ninguna parte del lenguaje rural castellano pensé: es posible que cacanalona sea palabra del lenguaje gallego (lo mismo que el río) y hasta allí llegué. Pero por más vueltas que he dado, nada, allí tampoco he encontrado nada.
Como creo que la “azotea” sirve
para algo más que para llevar la visera, seguí pensando y sólo puedo decir que
llegué a esta conclusión: la palabra tiene que ser un posible error de imprenta. Porque no quiero pensar en el informante tartaja, y la palabra sea canalona. ¿Por qué
canalona? Volvamos arriba, al comienzo del escrito. Si nogala, olma y peza pudieron ser ¿por qué
canalona: se dice del canalón que se sale de madre por su tamaño, no pudo ser? He dicho que pudo ser error de imprenta pero, ¿se cometió el mismo error en Cátedra Miguel Delibes y en los dos diccionarios del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes? Yo creo que debemos buscar el error en otra parte.
Lo que no puedo es dar por buena
la palabra cacanalona –como parte del lenguaje rural castellano- porque me
suena a -por decir algo- chino.
Si no hubiera venido precedida de
otras que, efectivamente, solo fueron fruto de la imaginación de su autor,
seguramente lo habríamos dejado correr.
Por todo lo expuesto, quiero
decir y digo: en el entorno en el que me muevo esta palabra nunca ha existido.
Por lo que la dejamos en suspense esperando que alguien, que sepa más, nos proporcione alguna referencia. Todo menos -aquí y ahora- parir un palabra, e incluirla en
el grupo de palabras en trance de desaparecer sin más que acabar de nacer en el capricho de su
autor. Aquí lo dejo… (4 de junio de 2015).
… y aquí sigo. (27 de junio de
2015). Presumo de disfrutar de toda la obra de Miguel Delibes, pero en este
caso -y algunos más- (es el precio de prestar libros) “Mis amigas las truchas”
no aparecía. Comoquiera que yo lo había leído y no había encontrado la palabra
en cuestión, cuando llegué a los muy afamados, y bien publicitados, “diccionarios”
me sorprendió el palabro.
¿Os acordáis que no ha mucho,
porque lo había leído en algún periódico, yo decía: “Delibes ya tiene su
diccionario”? pues aquí tenéis otra muestra del llamado “diccionario” de
Delibes. He dicho y vuelvo a decir: ¿cómo es posible que Delibes tenga un
diccionario con palabras que no existen y que jamás usó el escritor?
No sería demasiado pedir que
dejemos descansar en paz al escritor. Dediquémonos al estudio y disfrute de su
obra, podemos aprender mucho y, además, nos hace falta. Pero, de momento,
admitamos nuestra ignorancia en el lenguaje rural y en la obra de Miguel
Delibes.
Aparecido el libro, sin más,
transcribo lo que el escritor escribió en “Mis amigas las truchas” en el pasaje
del río Navia. Escribió:
“El Navia es un río incitante que aquí se ciñe
a una CANALONA (¿qué decía yo más arriba?) tumultuosa no más ancha que un par de metros y allá se
explaya en una vadera que uno no es capaz de franquear de un lance con
cucharilla del 3. (…)”
Y ya sólo añadir que la palabra
cacanalona tampoco aparece entre la correspondencia que el "experto" mantuvo con
el escritor y se nos ofreció en el “diccionario” editado por ediciones Cinca.
¿Será otra de las subrayadas por el escritor?
Comencé esta entrada el pasado 4
de junio y la cierro hoy en:
Camporredondo, 27 de
junio de 2015
PD. Advierto –sólo es un hombre de
campo el que advierte- sobre el peligro que representan diccionarios tan poco
rigurosos para la protección de palabras que están en claro retroceso. He
encontrado en varios periódicos (ABC
entre ellos) que entre las palabras que
admiran se encuentra cacanalona. Sólo decir que, como queda claro en mi
escrito, Delibes jamás usó palabra que no existiera. ¿Deberemos protegerla? Esta
palabra la incluyen entre sus páginas de cultura… ¿cultura? Me resisto a creer
que ésta sea la cultura de nuestra
prensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario