Brerial
AVD p. 172
(...) la perdiz se refugiaba en perdidos y breriales.
Breriales: Forraje que se cría en el campo: escobas, retamas, emperejutas, brezos, etc. (Investigación de campo)
(...) la perdiz se refugiaba en perdidos y breriales.
Breriales: Forraje que se cría en el campo: escobas, retamas, emperejutas, brezos, etc. (Investigación de campo)
No, ya no me sorprendo ante cualquier “burrada” que pueda encontrarme.
Hace algún tiempo, me sorprendió una palabra que
encontré en el “Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel
Delibes”, editado por el Instituto castellano y leonés de la lengua. No obstante
pensé: quizás mi cultura no da más de sí y ahí me quedé.
Ha sido ahora, repasando las “mejoras” que nos dice el
autor que ha añadido, cuando he vuelto a encontrarme con la dichosa palabra que
entonces, por pura ignorancia, acepté. La palabra, como podéis ver más arriba
es: Brerial.
Deseando ampliar mi culturilla –que falta me hace- me
dije: voy a ver a dónde enfocó Delibes el significado de la palabra y así sabré
a lo que se refiere. Uno -éste que aporrea las teclas- ni por asomo, conoce
todas las palabras rurales. Entonces volví a ojear “Aventuras, venturas y
desventuras de un cazador a rabo” y al llegar a la página 175, Destinolibro 1ª
edición 1985, dije: ¡joder, aquí está lo que Delibes escribió! Pero resulta que
Delibes no escribió breriales, sino BREÑALES. Esto sí, me cuadra, pensé. Breñal o breñar: sitio de breñas.
¿Qué es sitio de breñas? Pues un
sitio de quebradas (de difícil tránsito) y lleno de maleza (zarzas, yerbajos…).
Así sí, nos vamos aclarando.
Si se dan un garbeo por “La pizarra de Gaude” verán
que repetidamente digo: “o no leemos a Delibes, o no comprendemos lo que dice”.
No hace falta repetir por qué lo digo: “para muestra un –otro- botón” como ya
he dicho en más de una ocasión.
Pero lo que ya se sale de madre es con lo que el autor
del “diccionario” remata la faena. Lo mismo que tantas otras veces, dice: (investigación de campo). Y yo digo lo que tantas veces digo: ¿dónde
se investigó? Es que, a los que seguimos los “diccionarios”, nos facilitaría mucho
el trabajo: si yo supiera algo sobre el informante, me pondría en contacto con
el lugar o la persona (Castrillo de Tejeriego, Santa María del Campo… y algunas
más), y sólo así podría darse por válida la investigación
y protección de la palabra rural que deseamos proteger. Yo creo que nos queda
una reflexión:
Navegando, navegando, -creo que se dice así- encontré un día: “Delibes ya
tiene un diccionario”.
Reflexionemos: ¿Delibes tiene un diccionario que se
titula “Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes”?
Entonces yo digo: ¡cáspita! ¿Cómo puede Delibes tener un diccionario de su
propia narrativa, con palabras rurales que no existen y que, además, él no
escribió? ¿Cómo que Delibes tiene un diccionario? El que decía esto no estaba
bien informado. Este informante debería saber que Delibes tiene dos diccionarios en la narrativa de Miguel
Delibes y otro que se titula “Diccionario de expresiones populares en la
narrativa de Miguel Delibes”, o sea, tres “diccionarios”(a cual “mejores” los tres),
escritos por el mismo autor ¡no restemos méritos al experto!
Mi razonamiento final: cuando pase mucho tiempo, nuestros descendientes
quizá quieran saber cómo hablaban sus bisabuelos. Para ello consultarán unos “diccionarios”
que habrá en la biblioteca escritos por un señor, muy preparado, basados en la
narrativa de Miguel Delibes que fue un escritor que manejaba el lenguaje rural
a las mil maravillas. ¡Vaya referencia! mejor imposible. Entre las palabras que
encontrarán estará ésta que hoy nos ocupa y darán por bueno lo que el
diccionario dice. No en balde lo escribe un doctor cum laude en ciencias de la información que, además, se apoya en la
narrativa de Delibes. Y así, y a partir de ese momento entrará en el lenguaje
rural la palabra brerial, que nunca
existió, y saldrá la palabra breñal
porque un señor que no sabía lo que era el campo -porque nació y se crió en la
gran ciudad- así lo dejó escrito.
Por otra parte intentarán navegar por el internet de turno y encontrarán
con lo que un paleto escribió, y exclamarán: ¡Qué paleto más ignorante! no
sabía lo que era un brerial, lo llamaba breñal, al collarón le llamaba
collerón, no sabía que el herradón donde ordeñaba sus ovejas era de latón, él
decía que era de barro cocido porque le hacían los alfareros de Arrabal de
Portillo, tampoco sabía que la liebre estaba encaderada, el analfabeto decía
que la liebre estaba escaderada… bueno, bueno, bueno, es que no pegaba ni una.
Además dicen que fue pastor. ¡Qué brutos debían de ser aquellos paletos!
Otro comentará: fíjate si sabría el Urdiales éste, que hasta le apoyaba la
Cátedra Miguel Delibes, la Fundación Miguel Delibes, la Excma. Diputación de
Valladolid, el Instituto castellano y leonés de la lengua, el periódico El norte de Castilla… y el Ministerio de
cultura dice que hacía posible que impartiera clases por colegios e institutos y, además, daba charlas por los pueblos que
creo lo subvencionaba La Diputación de Valladolid… ¡vaya currículo!
Bueno pues… querido lector, sigo pensando; pensando porque yo no lo
entiendo… ¿y tú?
Camporredondo, 25 de junio de 2015
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