sábado, 8 de noviembre de 2014

El trillo.

“El trillo rueda en la era / polvo de mieses doradas / cantares de mozos truenan (...)".

Palabra de uso corriente por las calles del pueblo llegando los meses de Junio o Julio: ¡han venido los trilleros! ¿Estás trillando? ¿Vas a trillar? ¿Has trillado las grancias? ¡Estoy trillando los garbanzos! ¿Has trillado los yeros?... y así hasta que llegaba el mes de Septiembre en que el trillo era encerrado de nuevo en la caseta de la era o el pajar esperando que, al año próximo, de Cantalejo (Segovia) volverían los trilleros con trillos nuevos o para reponer las chinas (pedernales) perdidos durante la campaña anterior.

Trillo y tornadoras con palas acopladas. Año 2002.
Tuvo que suponer un gran avance la llegada del trillo hasta la era en la que, hasta entonces, se separaba el grano de la paja a fuerza de golpes, o paseos de los animales por la parva.

Es cierto que si comparamos el trillo de pedernales (chinas decíamos en mi pueblo) con las actuales máquinas automáticas, teledirigidas o con aire acondicionado, no será para quitarse el sombrero delante de él. Pero imaginemos a la familia encima de la parva dándole palos a la mies con el mayal o el garrote hasta conseguir separar el grano de la paja. La diferencia tuvo que ser sorprendente: del mayal -con mucha paciencia y esfuerzo- dándole palos a la mies, a subirte encima del trillo y que los animales tiren de él mientras nosotros los conducimos, si no cómodamente, sí sentados sobre aquel rodón de madera con tres palos como patas y, a veces, dos palos verticales y otro atravesado como respaldo. Además el ahorro, en tiempo, que tuvo que suponer el trillar de una forma o de la otra.

El sílex, al romperlo, se convierte en pequeñas piedrecitas con un filo considerable que se aprovecha para piedras del trillo (chinas). Estas chinas, incrustadas en su madera, al pasar por encima de la parva van cortando el bálago al tiempo que desgranan la espiga. Si además le añadimos unas sierras de acero, como algunos trillos llevaban, la diferencia es notoria.

Se me ocurre hacer un pequeño recorrido por la evolución en la forma de trillar desde que tenemos alguna noticia. En alguna enciclopedia hemos encontrado lo que acabamos de decir; antes se trillaba a fuerza de golpes con el mayal o un garrote, o paseando el ganado por encima de la mies extendida en la era. Después llegó el trillo de pedernales o de pedernales y sierra, y fue un gran avance. Ya no había que darle palos a la mies, si acaso, alguno de vez en cuando, al animal remolón. Seguimos progresando y apareció el trillo mecánico al que, movido a motor independiente, introducías la mies por la tolva y te la devolvía trillada. En un breve espacio de tiempo apareció la trilladora que ya no sólo nos trillaba la mies, sino que la ponías en una cinta sin fin y, cuando volvías a verla, veías la paja por un lado y el grano en los costales o sacos, sin más que ir colocando sacos a medida que se iban llenando. Pero esto aún no fue suficiente y llegó la cosechadora. Con este último avance, si el agricultor quiere, por la mañana tendrá el cereal de pie en la tierra y por la tarde el fruto de su trabajo podrá ponerlo debajo de la baldosa o transformarlo en un automóvil último modelo. O sea: el agricultor salió andando, o en el borriquillo, porque la cosechadora iba a cosechar para él, pero como avisó al banco de lo que ocurría y como los del banco son listísimos, el labriego se olvidó del burro en el rastrojo y regresó a casa en coche. ¿Que no fue así? Bueno, quizás he exagerado un poco, pero podría ser...

Fue ayer. Situémonos: mes de junio o julio; la mies, madura, había que segarla y, con el hocino, se segó, se ató en haces, con el carro y la ayuda del horcón se acarrearon hasta la era, se tendieron con la horca de dos dientes, se trillaron con el trillo, se recogió la parva con la camiza y se amontonó con la horca de cuatro o más dientes. Con el bieldo o la aventadora se separó el grano de la paja, se ensacó y acarreó hasta el sobrado o la panera, se vendió, y se guardó bajo la baldosa la posible parte sobrante porque “no sabemos lo que necesitaremos”.

Para recoger la similar cosecha, hoy: el agricultor salió de casa (pudo salir vestido de fiesta) a cosechar y acaba de regresar llevando en la mano un papelito en el que dice "en el día de hoy ingresó en su cuenta corriente la cantidad XXX euros".

El cambio de lo que acabamos de contar se ha producido en muy pocos años, una sola generación ha participado en todas las etapas.

¿Qué os ha parecido este viaje relámpago que hemos dado por la era? Parece increíble ¿verdad? Pues de todo este pequeño Tour yo, que tengo unos pocos años, he participado en todas las etapas.

Que mientras no pisemos el acelerador, y nos estrellemos, el progreso es bueno, no me cabe ninguna duda. Pero con el progreso también hemos perdido algunas cosas entrañables: jardín inmenso (la era) durante los meses de abril, mayo y junio; parejas de jóvenes enamorados que paseaban por el verde de la era en estos meses; matrimonios con sus niños corriendo alborozados entre chiribitas y un sinfín de flores que ponían colorido a las plácidas tardes de la primavera castellana... Hoy la era se ha convertido en el cementerio de muchas de las herramientas que tanto nos ayudaron en otro tiempo y en escombreras cuyo espectáculo sólo invita a cerrar los ojos.

El niño de ciudad que pasaba algunos días en casa de sus abuelos o amigos, disfrutaba cogiéndose en la parte trasera del trillo y se dejaba arrastrar por la parva gozando experiencias nuevas.

En el encabezamiento decíamos... “cantares de mozos truenan el aire...” Pues bien, hoy el mozo no truena el aire con sus canciones; es que ni siquiera canta, o es que yo estoy tan sordo... tan sordo que no lo oigo. Es tan grande el silencio que hay en el pueblo que sólo lo rompe, de vez en cuando, el ruido del tractor. Los niños no gritan, las campanas crían telarañas en sus huecos, el traqueteo de la rueda del carro no se oye, los trilleros no golpetean con sus mazos sobre los pedernales del trillo. Tampoco se oye al pregonero, las campanillas y cascabeles de los collares de los bridones de los animales de tiro engalanados se silenciaron para siempre… ni siquiera canta el gallo en el corral. Todo es… ¿qué es? Pues algo así como muy triste, en el pueblo falta algo para que sea pueblo. Falta la era, porque con ella se llevó la alfombra del verde de la hierba y la ensalada de tomate y pepino a la sombra de la máquina aventadora, y el botijo de agua fresca y natural, como salía de La Fuente Vieja.

Carro con armaje acarreando la mies (Tubilla del Lago).
Aún así, tenemos que decir viva el progreso pero ¡cuántas cosas se ha llevado el progreso!

¿Qué os parece si trillamos una parva? Vamos allá:

Al amanecer ya estaba el carro con los palos de acarrear o el armaje en el rastrojo. Dos personas eran imprescindibles para esta tarea: uno acerca los haces con el horcón hasta el carro y el otro los va colocando para aumentar la capacidad del carro en un caso y para evitar el parto en el otro. Cuando el/los carro/s llegan a la era cargados ya le están esperando con la horca de dos dientes preparada. Se tienden los haces sobre el espacio que después será la parva y se quitan los atillos de los haces: se desatan. Con la horca se comienza a esponjar el cereal, de esta manera el sol penetra más y mejor en la parva y la trilla runde (cunde) más. Si el segador es experimentado habrá dado la revuelta a la manada. Mala cosa ésta para el que tiende la parva porque tendrá que deshacerla, lo cual supone un mayor esfuerzo. Mientras se tiende el primer carro ha llegado hasta la era el segundo con el que se completa la parva. Al terminar de tenderla todo el equipo se va a almorzar sus sopas de ajo y su huevo frito o su tajada de la olla. Entretanto el sol va haciendo su labor que no es otra que calentar la mies. Con la parva caliente trillar runde  (cunde ) mucho más, ¿por qué? pues porque la paja quiebra mejor, rompe mejor. Entre las diez y las once de la mañana los animales son enganchados al trillo y el trillador se sube encima comenzando a dar vueltas sobre el círculo de la parva procurando dar pasadas transversales porque si vamos siempre por el mismo carril no trillaremos toda la parva.

Cuando hemos dado unas cuantas vueltas la parva se apelmaza y la trilla cunde menos. Para evitar que esto ocurra se coloca la tornadora y con ella se va removiendo el bálago. Al removerlo lo que estaba arriba, que es más menudo, pasa abajo y lo de abajo arriba que es lo que nos interesa. Pero la tornadora no es perfecta y hay una parte de bálago que se queda pegada a la era donde el gancho no llega. Cuando la mañana avanza el trillo sigue haciendo su labor, pero las pajas que están pegadas al suelo no se mueven y si no se mueven no se trillan. Para que la trilla cunda lo interesante es que en la era haya dos personas: el que trilla y otro que irá metiendo las orillas o como en este caso que cogerá la horca de dos picos y dará vuelta a la parva, ahora si, removiendo todo el bálago con lo que ya no quedará ni una sola paja pegada al suelo.

Cuando llega el mediodía se desuncen los animales que arrastraban el trillo y se da vuelta a la parva para que, mientras comemos, el sol la caliente bien, con lo que al reanudar la trilla las pajas crujirán que da gusto. Cuando reanudamos la tarea por la tarde la parva ya está bastante trillada por lo que tendrá más tendencia a extenderse y agrandar el círculo destinado a ella. Ahora se hace casi imprescindible que una persona, distinta al que trilla, se ocupe de ir achicando espacios, esto es, metiendo las orillas, casi de forma continuada, pero ahora ya con la horca de cuatro dientes y con la rastrilla después, porque la paja está muy trillada y la horca de dos dientes sería inútil. Las tornadoras, que no habrán parado ni un momento, ahora se las habrán añadido las palas que nos dejarán una especie de surcos sobre la parva aumentando la superficie de ésta y favoreciendo su contacto con el sol, tan importante para que la trilla cunda, como hemos dicho antes.

Así seguiremos dando vueltas hasta que la parva quede trillada y con la camiza la enviemos al montón de pico o al pez.

Tres tristes trillos trillaron trigo del trigal.Para el de la derecha, faltaron las fuerzas y se quedó sin limpiar 
Demasiado rápido hemos trillado la parva, esto es debido a que la mies estaba muy seca, el día era espléndido y el sol nos ayudó sobre manera. Pero otro día la mies estaba cereña, el sol andaba un poco remolón, o unas gotas de lluvia humedecieron ligeramente la parva. Por cualquiera de estos motivos el trillo no se desliza por encima de la mies... el trillo arrolla y lejos de trillar recoge la parva en montones (que arrollar no es recoger la parva con el rollo, como dice el DCT. en su pág.70), el trillo se lo lleva todo por delante, lo arrolla y así no se puede trillar. Ese día las horcas de dos o cuatro dientes tendrán mucho trabajo, no podrán parar de extender los montones que el trillo va formando. Y si el problema persiste habrá que desenganchar a los animales que mueven el trillo y esperar mejor momento para seguir trillando.

Muy de pasada (trillar era algo más) hemos querido reflejar una parte del trabajo en la era, parte que por no requerir de gran esfuerzo físico siempre lo realizaban los niños, las mujeres o personas mayores. Los más fuertes segaban, acarreaban y, siempre, acamizaban.

Y sólo quiero añadir algo que ocurría con bastante frecuencia: cuando la persona que ejercía de trillador era el niño, los animales de tiro enseguida se daban cuenta y en cualquier momento dejaban de obedecer a los ramales, abandonaban la parva en el momento más inoportuno, sufriendo los pedernales las consecuencias de encontrar en vez de espigas alguna piedra que no había forma de trillarla.

Quede para el recuerdo este breve paseo con el trillo por la era que, a pesar de su dureza, tenía grandes dosis de entrañables momentos.

PALABRAS DE USO POCO FRECUENTE USADAS EN ESTE ESCRITO

ACAMIZAR.- Recoger la parva trillada con la camiza.
ACARREAR.- Recoger con el carro la mies segada en el campo y traerla hasta la era.
ARMAJE.- Andamiaje que se instala en el carro, sobre el que se montan unas redes para aumentar su capacidad en el acarreo de la mies.
ARROLLAR.- No deslizarse el trillo por encima de la mies arrollándola, esto es; recogiéndola en montones. Observ. Esto se producía por estar la mies cereña o húmeda.
ATILLO.- Pequeña soga de esparto trenzado con la que se ataban los haces de mies.
AVENTADORA.- Máquina que mediante unas aspas movidas por un volante generaba aire y mediante un movimiento de vaivén en el cuerpo de cribas servía para separar el grano de la paja en dos operaciones: espajado y cribado.
BÁLAGO.- Conjunto de la mies con la espiga desgranada. (El bálago es la paja)
BRIDÓN.- Cabezada elegante que asociada al collar de cascabeles y campanillas se usa para engalanar a las caballerías en momentos o días determinados.
CAMIZA.- Tablón de aprox. 2X0’40X0’05 metros al que se le añade un timón y dos tirantes para su refuerzo, que se usaba para recoger la parva trillada. --> Camizadera.
CEREAL.- Planta gramínea que el agricultor cultiva (cebada, centeno, trigo, avena etc.).
CEREÑO.- Mies que se siega antes de estar totalmente seca.
COSECHADORA.- Máquina, generalmente autopropulsada, que recoge y selecciona la cosecha sobre el terreno en el que está sembrada. En este caso recoge el cereal y separa el grano de la paja. ¡Un gran descubrimiento para el agricultor!
COSTAL.- Saco grande de lona que se usaba para transportar el grano, de la era a casa o al almacén- panera para su venta. Observ. Se usaba más el saco que el costal o talega. (Era más barato)
DESGRANAR.- Separar los granos. En este caso deshacer la espiga.
DESUNCIR.- Dejar libres a los animales de tiro. Quitar el yugo al par de animales.
ENGANCHAR.- Unir los animales, mediante los arreos, al carro o cualquier otro apero para obligarles a que tiren de él.
ERA.- Espacio de tierra asentada, prado, o empedrada, preparada para trillar la mies.
HAZ.- Conjunto de cosas largas atadas. En este caso conjunto de varias gavillas de mies atadas para facilitar su traslado hasta la era.
HORCA.- Herramienta de era, de madera, no de hierro, posiblemente de sauce que aprovechando ramas de forma especial remataba en dos, tres, cuatro o más dientes. Eran unos de los útiles de era que mayor utilidad tenían.
HORCÓN.- Herramienta, esta si, de hierro con dos o tres dientes, a la que se unía un mango largo para que salvara la altura del carro cargado de mies. Observ. También se usaba para alcanzar las gavillas de ramera o cualquier otra hornija para hornos de cal, de pan, o alfarerías.
LABRIEGO.- Campesino, agricultor.
MAYAL.- Útil compuesto de dos palos de longitud desigual unidos por una cuerda o correa, con el que desgranaban el cereal en tiempos pretéritos.
METER LAS ORILLAS.- Cuando la parva se iba extendiendo en su perímetro había que recogerla, achicarla, con la horca o el rastrillo. Esto se llamaba meter las orillas.
MIES.- Nombre con el que se designa a la planta del cereal ya maduro.
PAJAR.- Lugar, generalmente edificio cubierto, en el que se guarda la paja.
PALOS DE ACARREAR.- Astiles grandes terminados en punta, que como suplementos se colocaban en las esquinas del carro para aumentar su capacidad a la hora del acarreo de la mies hasta la era.
PARIR.- Caerse los haces del carro en el viaje hacia la era. Observ. Era motivo de burla por parte de lo demás transportistas.
PARVA.- Porción de mies extendida en la era, en forma circular, para trillarla o ya trillada.
PEDERNAL.- Especie de silex que los trilleros colocaban en la parte baja del trillo, y que por sus aristas corta la mies y desgrana la espiga.
PEZ.- Montón de mies trillada que se hacía en forma alargada. Generalmente se hacía en los laterales de la era.
PICO.- Montón de mies trillada en forma de cono que se hacía en el centro de la parva.
PREGONERO.- Persona que recorría el pueblo pregonando por sus calles productos de venta, extravíos, encuentros, órdenes del alcalde...etc.
RAMALES.- Cuerdas de esparto o tiras de cuero con las que, sujetas a la cabezada del animal, se le dirigía desde el trillo.
RASTRILLA.- Útil de era. Consta de travesaño sobre el que se fijan varios dientes (diez o más) y se le dota de mango largo. Con el se rastrilla la parva, para volverla cuando está casi trillada, para meter las orillas...etc.
RASTROJO.- Caña del cereal que queda en la tierra después de segar y hasta que se ara de nuevo.
REVUELTA.- Rodear, el segador, la manada que ya ha segado, con unas cuantas pajas para liberar la zoqueta y aumentar la capacidad de la mano para, de este modo hacer menos gavillas. La revuelta se sujetaba con el dedo índice o dedo pajero.
SEGAR.- Cortar la mies con el hocino, la guadaña o a máquina.
SILEX.- Variedad de cuarzo.
TABURETE.- Asiento bajo, a veces con respaldo, que se colocaba encima del trillo para sentarse. -->Rodón
TORNADORA.- Arco de hierro que se fijaba en el travesaño posterior del trillo para remover y dar la vuelta a la parva. Cuando la parva estaba bastante trillada se le añadía la pala, con lo que dejaba una especie de surco facilitando la exposición al sol.
TRAQUETEO.- Vaivén de la rueda del carro sobre su eje. Esto originaba el traqueteo característico al golpear el buje contra el sontroz y el tope interior. Observ. El carro bien equilibrado y engrasado traqueteaba (cantaba) muy bien. Era deseable que el carro cantara bien. Hay un dicho popular: “para que el carro cante, hay que untarle”. (Suena a soborno, pero ahí está)
TRILLAR.- Pasar el trillo por encima de la mies en la parva para quebrantar y cortar la paja y desgranar la espiga.
TRILLERO.- Vendedor de trillos por los pueblos y encargado de reponer los pedernales perdidos durante la trilla.
TRILLO.- Instrumento para trillar, formado por un tablón amplio al que por debajo se le añaden trozos de pedernal, o pedernal y sierras de acero, con el que se trilla la mies y la legumbre.
UNCIR.- Unir mediante el yugo a los animales de tiro.
VOLVER.- Dar vuelta a la parva para sacar a la superficie las pajas sin trillar y para que el sol la caliente.


Camporredondo, octubre de 2014.

2 comentarios:

  1. Excelente explicación sobre en qué consistía la antigua trilla y su evolución. Casi todas las palabras coinciden con las que aprendí en mi pueblo de pequeñín y luego me ha recordado mi padre y algunos amigos mayores que yo. Hay algunas divergencias en el vocabulario, pero las variantes son legítimas: en mi pueblo se usa "aparvador" en lugar de "camiza", porque se llama "parva" al montón que se va formando con lo trillado. Muchas gracias por tus valiosas aportaciones al conocimiento del mundo rural.

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  2. Qué más quisiera yo que saber contaros todo lo que mi memoria guarda sobre el mundo rural que yo viví, del que pocos nos acordamos.
    La palabra exacta era camizadera pero solo se usaba camiza.

    Gracias

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