“El trillo rueda en la era / polvo de mieses doradas / cantares de mozos truenan (...)".
Palabra de uso corriente por las calles del pueblo llegando los meses de Junio o Julio: ¡han venido los trilleros! ¿Estás trillando? ¿Vas a trillar? ¿Has trillado las grancias? ¡Estoy trillando los garbanzos! ¿Has trillado los yeros?... y así hasta que llegaba el mes de Septiembre en que el trillo era encerrado de nuevo en la caseta de la era o el pajar esperando que, al año próximo, de Cantalejo (Segovia) volverían los trilleros con trillos nuevos o para reponer las chinas (pedernales) perdidos durante la campaña anterior.
Trillo y tornadoras con palas acopladas. Año 2002. |
Tuvo que suponer un gran avance la llegada del trillo hasta la era en la que, hasta entonces, se separaba el grano de la paja a fuerza de golpes, o paseos de los animales por la parva.
Es cierto que si comparamos el trillo de pedernales (chinas decíamos en mi pueblo) con las actuales máquinas automáticas, teledirigidas o con aire acondicionado, no será para quitarse el sombrero delante de él. Pero imaginemos a la familia encima de la parva dándole palos a la mies con el mayal o el garrote hasta conseguir separar el grano de la paja. La diferencia tuvo que ser sorprendente: del mayal -con mucha paciencia y esfuerzo- dándole palos a la mies, a subirte encima del trillo y que los animales tiren de él mientras nosotros los conducimos, si no cómodamente, sí sentados sobre aquel rodón de madera con tres palos como patas y, a veces, dos palos verticales y otro atravesado como respaldo. Además el ahorro, en tiempo, que tuvo que suponer el trillar de una forma o de la otra.
El sílex, al romperlo, se convierte en pequeñas piedrecitas con un filo considerable que se aprovecha para piedras del trillo (chinas). Estas chinas, incrustadas en su madera, al pasar por encima de la parva van cortando el bálago al tiempo que desgranan la espiga. Si además le añadimos unas sierras de acero, como algunos trillos llevaban, la diferencia es notoria.
Se me ocurre hacer un pequeño recorrido por la evolución en la forma de trillar desde que tenemos alguna noticia. En alguna enciclopedia hemos encontrado lo que acabamos de decir; antes se trillaba a fuerza de golpes con el mayal o un garrote, o paseando el ganado por encima de la mies extendida en la era. Después llegó el trillo de pedernales o de pedernales y sierra, y fue un gran avance. Ya no había que darle palos a la mies, si acaso, alguno de vez en cuando, al animal remolón. Seguimos progresando y apareció el trillo mecánico al que, movido a motor independiente, introducías la mies por la tolva y te la devolvía trillada. En un breve espacio de tiempo apareció la trilladora que ya no sólo nos trillaba la mies, sino que la ponías en una cinta sin fin y, cuando volvías a verla, veías la paja por un lado y el grano en los costales o sacos, sin más que ir colocando sacos a medida que se iban llenando. Pero esto aún no fue suficiente y llegó la cosechadora. Con este último avance, si el agricultor quiere, por la mañana tendrá el cereal de pie en la tierra y por la tarde el fruto de su trabajo podrá ponerlo debajo de la baldosa o transformarlo en un automóvil último modelo. O sea: el agricultor salió andando, o en el borriquillo, porque la cosechadora iba a cosechar para él, pero como avisó al banco de lo que ocurría y como los del banco son listísimos, el labriego se olvidó del burro en el rastrojo y regresó a casa en coche. ¿Que no fue así? Bueno, quizás he exagerado un poco, pero podría ser...
Fue ayer. Situémonos: mes de junio o julio; la mies, madura, había que segarla y, con el hocino, se segó, se ató en haces, con el carro y la ayuda del horcón se acarrearon hasta la era, se tendieron con la horca de dos dientes, se trillaron con el trillo, se recogió la parva con la camiza y se amontonó con la horca de cuatro o más dientes. Con el bieldo o la aventadora se separó el grano de la paja, se ensacó y acarreó hasta el sobrado o la panera, se vendió, y se guardó bajo la baldosa la posible parte sobrante porque “no sabemos lo que necesitaremos”.
Para recoger la similar cosecha, hoy: el agricultor salió de casa (pudo salir vestido de fiesta) a cosechar y acaba de regresar llevando en la mano un papelito en el que dice "en el día de hoy ingresó en su cuenta corriente la cantidad XXX euros".
El cambio de lo que acabamos de contar se ha producido en muy pocos años, una sola generación ha participado en todas las etapas.
Se me ocurre hacer un pequeño recorrido por la evolución en la forma de trillar desde que tenemos alguna noticia. En alguna enciclopedia hemos encontrado lo que acabamos de decir; antes se trillaba a fuerza de golpes con el mayal o un garrote, o paseando el ganado por encima de la mies extendida en la era. Después llegó el trillo de pedernales o de pedernales y sierra, y fue un gran avance. Ya no había que darle palos a la mies, si acaso, alguno de vez en cuando, al animal remolón. Seguimos progresando y apareció el trillo mecánico al que, movido a motor independiente, introducías la mies por la tolva y te la devolvía trillada. En un breve espacio de tiempo apareció la trilladora que ya no sólo nos trillaba la mies, sino que la ponías en una cinta sin fin y, cuando volvías a verla, veías la paja por un lado y el grano en los costales o sacos, sin más que ir colocando sacos a medida que se iban llenando. Pero esto aún no fue suficiente y llegó la cosechadora. Con este último avance, si el agricultor quiere, por la mañana tendrá el cereal de pie en la tierra y por la tarde el fruto de su trabajo podrá ponerlo debajo de la baldosa o transformarlo en un automóvil último modelo. O sea: el agricultor salió andando, o en el borriquillo, porque la cosechadora iba a cosechar para él, pero como avisó al banco de lo que ocurría y como los del banco son listísimos, el labriego se olvidó del burro en el rastrojo y regresó a casa en coche. ¿Que no fue así? Bueno, quizás he exagerado un poco, pero podría ser...
Fue ayer. Situémonos: mes de junio o julio; la mies, madura, había que segarla y, con el hocino, se segó, se ató en haces, con el carro y la ayuda del horcón se acarrearon hasta la era, se tendieron con la horca de dos dientes, se trillaron con el trillo, se recogió la parva con la camiza y se amontonó con la horca de cuatro o más dientes. Con el bieldo o la aventadora se separó el grano de la paja, se ensacó y acarreó hasta el sobrado o la panera, se vendió, y se guardó bajo la baldosa la posible parte sobrante porque “no sabemos lo que necesitaremos”.
Para recoger la similar cosecha, hoy: el agricultor salió de casa (pudo salir vestido de fiesta) a cosechar y acaba de regresar llevando en la mano un papelito en el que dice "en el día de hoy ingresó en su cuenta corriente la cantidad XXX euros".
El cambio de lo que acabamos de contar se ha producido en muy pocos años, una sola generación ha participado en todas las etapas.
¿Qué os ha parecido este viaje relámpago que hemos
dado por la era? Parece increíble ¿verdad? Pues de todo este pequeño Tour yo,
que tengo unos pocos años, he participado en todas las etapas.
Que mientras no pisemos el acelerador, y nos
estrellemos, el progreso es bueno, no me cabe ninguna duda. Pero con el
progreso también hemos perdido algunas cosas entrañables: jardín inmenso (la
era) durante los meses de abril, mayo y junio; parejas de jóvenes enamorados que paseaban por el verde de la era en estos meses; matrimonios con sus niños
corriendo alborozados entre chiribitas y un sinfín de flores que ponían
colorido a las plácidas tardes de la primavera castellana... Hoy la era se ha
convertido en el cementerio de muchas de las herramientas que tanto nos
ayudaron en otro tiempo y en escombreras cuyo espectáculo sólo invita a cerrar los ojos.
El niño de ciudad que pasaba algunos días en casa de
sus abuelos o amigos, disfrutaba cogiéndose en la parte trasera del trillo y se
dejaba arrastrar por la parva gozando experiencias nuevas.
En el encabezamiento decíamos... “cantares de mozos
truenan el aire...” Pues bien, hoy el mozo no truena el aire con sus canciones;
es que ni siquiera canta, o es que yo estoy tan sordo... tan sordo que no lo
oigo. Es tan grande el silencio que hay en el pueblo que sólo lo rompe, de vez
en cuando, el ruido del tractor. Los niños no gritan, las campanas crían
telarañas en sus huecos, el traqueteo de la rueda del carro no se oye, los
trilleros no golpetean con sus mazos sobre los pedernales del trillo. Tampoco
se oye al pregonero, las campanillas y cascabeles de los collares de los bridones de los animales de tiro engalanados se
silenciaron para siempre… ni siquiera canta el gallo en el corral. Todo es…
¿qué es? Pues algo así como muy triste, en el pueblo falta algo para que sea
pueblo. Falta la era, porque con ella se llevó la alfombra del verde de la
hierba y la ensalada de tomate y pepino a la sombra de la máquina aventadora, y
el botijo de agua fresca y natural, como salía de La Fuente Vieja.
Carro con armaje acarreando la mies (Tubilla del Lago). |
¿Qué os parece si trillamos una parva? Vamos allá:
Al amanecer ya estaba el
carro con los palos de acarrear o el armaje en el rastrojo. Dos personas eran
imprescindibles para esta tarea: uno acerca los haces con el horcón hasta el
carro y el otro los va colocando para aumentar la capacidad del carro en un
caso y para evitar el parto en el otro. Cuando el/los carro/s llegan a la
era cargados ya le están esperando con la horca de dos dientes preparada. Se tienden los
haces sobre el espacio que después será la parva y se quitan los atillos de los
haces: se desatan. Con la horca se comienza a esponjar el cereal, de esta
manera el sol penetra más y mejor en la parva y la trilla runde (cunde) más. Si el
segador es experimentado habrá dado la revuelta a la manada. Mala cosa ésta
para el que tiende la parva porque tendrá que deshacerla, lo cual supone un
mayor esfuerzo. Mientras se tiende el primer carro ha llegado hasta la era el
segundo con el que se completa la parva. Al terminar de tenderla todo el equipo se va a almorzar sus sopas de ajo y su huevo frito o su tajada de la olla.
Entretanto el sol va haciendo su labor que no es otra que calentar la mies. Con
la parva caliente trillar runde (cunde ) mucho más, ¿por qué? pues porque la paja
quiebra mejor, rompe mejor. Entre las diez y las once de la mañana los animales
son enganchados al trillo y el trillador se sube encima comenzando a dar
vueltas sobre el círculo de la parva procurando dar pasadas transversales
porque si vamos siempre por el mismo carril no trillaremos toda la parva.
Cuando hemos dado unas cuantas vueltas la parva se
apelmaza y la trilla cunde menos. Para evitar que esto ocurra se coloca la
tornadora y con ella se va removiendo el bálago. Al removerlo lo que estaba
arriba, que es más menudo, pasa abajo y lo de abajo arriba que es lo que nos
interesa. Pero la tornadora no es perfecta y hay una parte de bálago que se
queda pegada a la era donde el gancho no llega. Cuando la mañana avanza el
trillo sigue haciendo su labor, pero las pajas que están pegadas al suelo no se
mueven y si no se mueven no se trillan. Para que la trilla cunda lo interesante
es que en la era haya dos personas: el que trilla y otro que irá metiendo las
orillas o como en este caso que cogerá la horca de dos picos y dará vuelta a la
parva, ahora si, removiendo todo el bálago con lo que ya no quedará ni una sola
paja pegada al suelo.
Cuando llega el mediodía se desuncen los animales
que arrastraban el trillo y se da vuelta a la parva para que, mientras comemos, el sol la caliente bien, con lo que al reanudar la trilla las pajas crujirán
que da gusto. Cuando reanudamos la tarea por la tarde la parva ya está bastante
trillada por lo que tendrá más tendencia a extenderse y agrandar el círculo
destinado a ella. Ahora se hace casi imprescindible que una persona, distinta
al que trilla, se ocupe de ir achicando espacios, esto es, metiendo las
orillas, casi de forma continuada, pero ahora ya con la horca de cuatro dientes
y con la rastrilla después, porque la paja está muy trillada y la horca de dos
dientes sería inútil. Las tornadoras, que no habrán parado ni un momento, ahora
se las habrán añadido las palas que nos dejarán una especie de surcos sobre la
parva aumentando la superficie de ésta y favoreciendo su contacto con el sol,
tan importante para que la trilla cunda, como hemos dicho antes.
Así seguiremos dando vueltas hasta que la parva
quede trillada y con la camiza la enviemos al montón de pico o al pez.
Tres tristes trillos trillaron trigo del trigal.Para el de la derecha, faltaron las fuerzas y se quedó sin limpiar |
Muy de pasada (trillar era algo más) hemos querido
reflejar una parte del trabajo en la era, parte que por no requerir de gran
esfuerzo físico siempre lo realizaban los niños, las mujeres o personas
mayores. Los más fuertes segaban, acarreaban y, siempre, acamizaban.
Y sólo quiero añadir algo que ocurría con bastante frecuencia:
cuando la persona que ejercía de trillador era el niño, los animales de tiro
enseguida se daban cuenta y en cualquier momento dejaban de obedecer a los
ramales, abandonaban la parva en el momento más inoportuno, sufriendo los
pedernales las consecuencias de encontrar en vez de espigas alguna piedra que
no había forma de trillarla.
Quede para el recuerdo este breve paseo con el trillo por la era que, a pesar de su dureza, tenía grandes dosis de entrañables momentos.
Quede para el recuerdo este breve paseo con el trillo por la era que, a pesar de su dureza, tenía grandes dosis de entrañables momentos.
PALABRAS DE USO POCO FRECUENTE USADAS EN ESTE ESCRITO
ACAMIZAR.- Recoger la parva trillada
con la camiza.
ACARREAR.- Recoger con el carro la
mies segada en el campo y traerla hasta la era.
ARMAJE.- Andamiaje que se instala
en el carro, sobre el que se montan unas redes para aumentar su capacidad en el
acarreo de la mies.
ARROLLAR.- No deslizarse el trillo
por encima de la mies arrollándola, esto es; recogiéndola en montones. Observ. Esto se producía por estar la mies cereña o
húmeda.
ATILLO.- Pequeña soga de esparto
trenzado con la que se ataban los haces de mies.
AVENTADORA.- Máquina que mediante unas
aspas movidas por un volante generaba aire y mediante un movimiento de vaivén
en el cuerpo de cribas servía para separar el grano de la paja en dos
operaciones: espajado y cribado.
BÁLAGO.- Conjunto de la mies con
la espiga desgranada. (El bálago es la paja)
BRIDÓN.- Cabezada elegante que
asociada al collar de cascabeles y campanillas se usa para engalanar a las
caballerías en momentos o días determinados.
CAMIZA.- Tablón de aprox.
2X0’40X0’05 metros al que se le añade un timón y dos tirantes para su refuerzo,
que se usaba para recoger la parva trillada. --> Camizadera.
CEREAL.- Planta gramínea que el
agricultor cultiva (cebada, centeno, trigo, avena etc.).
CEREÑO.- Mies que se siega antes
de estar totalmente seca.
COSECHADORA.- Máquina, generalmente
autopropulsada, que recoge y selecciona la cosecha sobre el terreno en el que
está sembrada. En este caso recoge el cereal y separa el grano de la paja. ¡Un
gran descubrimiento para el agricultor!
COSTAL.- Saco grande de lona que
se usaba para transportar el grano, de la era a casa o al almacén- panera para
su venta. Observ. Se usaba más el saco que el costal o talega.
(Era más barato)
DESGRANAR.- Separar los granos. En
este caso deshacer la espiga.
DESUNCIR.- Dejar libres a los
animales de tiro. Quitar el yugo al par de animales.
ENGANCHAR.- Unir los animales,
mediante los arreos, al carro o cualquier otro apero para obligarles a que
tiren de él.
ERA.- Espacio de tierra
asentada, prado, o empedrada, preparada para trillar la mies.
HAZ.- Conjunto de cosas largas
atadas. En este caso conjunto de varias gavillas de mies atadas para facilitar
su traslado hasta la era.
HORCA.- Herramienta de era, de
madera, no de hierro, posiblemente de sauce que aprovechando ramas de forma
especial remataba en dos, tres, cuatro o más dientes. Eran unos de los útiles
de era que mayor utilidad tenían.
HORCÓN.- Herramienta, esta si, de
hierro con dos o tres dientes, a la que se unía un mango largo para que salvara
la altura del carro cargado de mies. Observ. También se usaba para alcanzar las gavillas
de ramera o cualquier otra hornija para hornos de cal, de pan, o alfarerías.
LABRIEGO.- Campesino, agricultor.
MAYAL.- Útil compuesto de dos
palos de longitud desigual unidos por una cuerda o correa, con el que
desgranaban el cereal en tiempos pretéritos.
METER LAS
ORILLAS.-
Cuando la parva se iba extendiendo en su perímetro había que recogerla,
achicarla, con la horca o el rastrillo. Esto se llamaba meter las orillas.
MIES.- Nombre con el que se designa
a la planta del cereal ya maduro.
PAJAR.- Lugar, generalmente
edificio cubierto, en el que se guarda la paja.
PALOS DE
ACARREAR.- Astiles grandes terminados en punta, que como suplementos se
colocaban en las esquinas del carro para aumentar su capacidad a la hora del
acarreo de la mies hasta la era.
PARIR.- Caerse los haces del
carro en el viaje hacia la era. Observ. Era motivo de burla por parte de lo demás
transportistas.
PARVA.- Porción de mies extendida
en la era, en forma circular, para trillarla o ya trillada.
PEDERNAL.- Especie de silex que los
trilleros colocaban en la parte baja del trillo, y que por sus aristas corta la
mies y desgrana la espiga.
PEZ.- Montón de mies trillada
que se hacía en forma alargada. Generalmente se hacía en los laterales de la
era.
PICO.- Montón de mies trillada
en forma de cono que se hacía en el centro de la parva.
PREGONERO.- Persona que recorría el
pueblo pregonando por sus calles productos de venta, extravíos, encuentros,
órdenes del alcalde...etc.
RAMALES.- Cuerdas de esparto o tiras
de cuero con las que, sujetas a la cabezada del animal, se le dirigía desde el
trillo.
RASTRILLA.- Útil de era. Consta de
travesaño sobre el que se fijan varios dientes (diez o más) y se le dota de
mango largo. Con el se rastrilla la parva, para volverla cuando está casi
trillada, para meter las orillas...etc.
RASTROJO.- Caña del cereal que queda
en la tierra después de segar y hasta que se ara de nuevo.
REVUELTA.- Rodear, el segador, la
manada que ya ha segado, con unas cuantas pajas para liberar la zoqueta y aumentar la capacidad de
la mano para, de este modo hacer menos gavillas. La revuelta se sujetaba con el
dedo índice o dedo pajero.
SEGAR.- Cortar la mies con el
hocino, la guadaña o a máquina.
SILEX.- Variedad de cuarzo.
TABURETE.- Asiento bajo, a veces con
respaldo, que se colocaba encima del trillo para sentarse. -->Rodón
TORNADORA.- Arco de hierro que se
fijaba en el travesaño posterior del trillo para remover y dar la vuelta a la
parva. Cuando la parva estaba bastante trillada se le añadía la pala, con lo
que dejaba una especie de surco facilitando la exposición al sol.
TRAQUETEO.- Vaivén de la rueda del
carro sobre su eje. Esto originaba el traqueteo característico al golpear el
buje contra el sontroz y el tope interior. Observ. El carro bien equilibrado y engrasado
traqueteaba (cantaba) muy bien. Era deseable que el carro cantara bien. Hay un
dicho popular: “para que el carro cante, hay que untarle”. (Suena a soborno,
pero ahí está)
TRILLAR.- Pasar el trillo por
encima de la mies en la parva para quebrantar y cortar la paja y desgranar la
espiga.
TRILLERO.- Vendedor de trillos por
los pueblos y encargado de reponer los pedernales perdidos durante la trilla.
TRILLO.- Instrumento para trillar,
formado por un tablón amplio al que por debajo se le añaden trozos de pedernal,
o pedernal y sierras de acero, con el que se trilla la mies y la legumbre.
UNCIR.- Unir mediante el yugo a los
animales de tiro.
VOLVER.- Dar vuelta a la parva
para sacar a la superficie las pajas sin trillar y para que el sol la caliente.
Excelente explicación sobre en qué consistía la antigua trilla y su evolución. Casi todas las palabras coinciden con las que aprendí en mi pueblo de pequeñín y luego me ha recordado mi padre y algunos amigos mayores que yo. Hay algunas divergencias en el vocabulario, pero las variantes son legítimas: en mi pueblo se usa "aparvador" en lugar de "camiza", porque se llama "parva" al montón que se va formando con lo trillado. Muchas gracias por tus valiosas aportaciones al conocimiento del mundo rural.
ResponderEliminarQué más quisiera yo que saber contaros todo lo que mi memoria guarda sobre el mundo rural que yo viví, del que pocos nos acordamos.
ResponderEliminarLa palabra exacta era camizadera pero solo se usaba camiza.
Gracias