domingo, 29 de marzo de 2015

Seguimos machacando en hierro frío: pero machacamos

Collarón-collerón

Mañana en EsRadio mi sección de todos los miércoles a las 19:30. La palabra de mañana: collarón, el de la foto. Los mayores quizá los habréis visto sobre los machos. Otros los tenéis en el corral de casa. A los demás os dejo la foto. Entre foto y palabra es fácil hacerse una idea de para qué servía.

Collarón. foto tomada del blog del señor Urdiales.
¿No creen ustedes que para collar es un poco exagerado aunque
lo llamen collarón? Los de pueblo lo llamamos collerón.

Seguramente para el “experto” sea fácil hacerse una idea de para qué servía el collarón del señor Urdiales, por lo que yo voy a rogarle que me aclare si es para lo que yo tenía idea que servía (hasta que llegó el experto): el collerón.

La palabra collarón, aquí, no es correcta Yo podría pensar que es un error de imprenta pero no, es otra de las palabras fruto de la ignorancia valiente y atrevida de un ignorante “experto” (después seguiré). Según mi idea quiero decir que el collerón se colocaba sobre el pescuezo (cuello, de ahí collerón, así como collera) del animal de tiro o arrastre.

Se colocaba sobre el cuello del animal así: la parte que vemos arriba de la foto, era colocada en la parte baja del pescuezo y se aseguraba mediante tiras de cuero y hebillas por la parte de arriba del cuello del animal.

Mediante unos cintos muy fuertes -llamados francaletes- y sus hebillas, se enganchaban los tiros que podían arrastrar el carro de varas, el trillo, el arado, la rastra, etc. A grandes rasgos, para eso, creo yo, servía el collerón. El collarón, siempre según mi idea, servía para engalanar a los machos en días especiales, al fin y al cabo eran collares, aunque un poco exagerados.

La diferencia de uso entre la collera y el collerón estriba en que, con aquélla, el animal empuja sobre el yugo y las costillas de éste para el arrastre de la cosa, y con el collerón, el animal de tiro, tira de la cosa a través del los francaletes y los tiros. ¿Estaré en lo cierto de para qué servía el collerón que tantas veces tuve que colocar cuando aún no podía (era muy joven) con él? Estoy encantado de que el experto, a partir de hoy, tenga claro, tanto la palabra collerón, como para qué servía. 

Sigo insistiendo: usted señor Urdiales, con su total y absoluto desconocimiento del tema que trata puede hacer, y hace, mucho daño a aquello que dice “defender”. Usted lo desconoce como puedo demostrar a través de sus disparatadas interpretaciones de éste, mi lenguaje. Quiero decir en su descargo que es usted –como suele decirse- carne de cañón; a usted se le engaña sin necesidad de ser doctor cum laude, por eso usted pregunta -eso tengo que creer, de lo contrario sería muy grave- y si al que usted pregunta es un experto, esas serán las palabras que usted acierta. Pero si el preguntado es lego en el tema, pero no calla, sino que opina, usted es engañado. Esto no tendría mayor importancia si usted en su ignorancia no se creyera experto y se dedicara a dar charlas a diestro y siniestro.

Y ya paso a demostrar mi defensa de la palabra collerón frente a la palabra collarón del “experto”:

Para empezar diré que mi abuelo tendría en la actualidad 132 años, yo tengo 73. Bueno, pues en todo este tiempo, las guarniciones –que aquí llamamos arreos- para los cuellos de los animales de tiro y arrastre se llamaron collera y collerón. ¿Sería suficiente? Pues hay más: debajo de los soportales de la Plaza Mayor de Valladolid había una guarnicionería que se llamaba “Guarnicionería Moral”. ¿Sabe usted lo que vendía? Bueno, tampoco tiene por qué saberlo, por eso se lo digo yo: vendía cabezadas, bridones con collares y collarones de cascabeles y campanillas para los cuellos de las caballerías, sillines, sufras, barrigueras, retrancas, tiros… en fin todo eso que se necesitaba para mover los carros, arados, trillos, rastras, etc. para el cultivo de la tierra. Si el collar era sencillo se le llamaba eso: collar. Pero si era más grande (tres o más hileras de campanillas y cascabeles se le llamaba eso: sí, eso, eso, collarón y servían para engalanar a los animales en días especiales (nunca para enjaretar ¿se acuerda?)

Bueno, hasta aquí me apoyo en la “Guarnicionería Moral” que estaba debajo de los soportales de la Plaza Mayor de Valladolid, donde le aseguro que no sólo vendía guarniciones (arreos) para los animales de tiro y arrastre de mi pueblo, vendía –por lo menos- para toda la provincia y ¿sabe usted de dónde era Miguel Delibes? Pues eso: de Valladolid. Tal vez Delibes nunca paseó por los soportales de La Plaza Mayor.

Pero no se preocupe que hay más: en Arrabal de Portillo; si, allí donde usted dice que los alfareros, hermanos Alberto y Conceso, fabricaban herradones de latón o zinc. Pues allí también había un guarnicionero que confeccionaba guarniciones para caballerías y, ¡qué casualidad! los llamaba lo mismo que en mi pueblo.

De camino hacia Íscar pasamos por Cogeces de Iscar; si, allí donde Delibes dice que están (porque siguen estando) los cipreses más papujados que nunca haya visto el cronista, o sea Delibes. ¡Sí hombre, aquellos cipreses que usted situó en Cogeces del Monte y de un plumazo los secó! Pues en Íscar había otro guarnicionero que vendía sus productos en mi pueblo y ¡qué casualidad! llamaba collerones a los que usted llama collarones. Pero no se crea, también llevaba collares y collarones, pero ésos eran los de engalanar a los machos y se ponían encajados en los bridones en la parte alta de la cabeza de los animales.

Otro guarnicionero –gran amigo de casa- había en Montemayor de Pililla –se llamaba Gonzalo- y éste, quizá también porque no le había leído a usted, decía que aquello se llamaba collerón. ¿Quiere usted más referencias? Si usted las quiere las tengo.

En fin señor Urdiales, infórmese, patee pueblos, se lo he aconsejado muchas veces, y cuando usted esté seguro gánese la vida con su esfuerzo, es muy loable. Entretanto yo le ruego por lo que más quiera, DEJE DE HACER DAÑO AL LENGUAJE DE MIS ABUELOS.

Nota al final: el DRAE no recoge la palabra collarón, sí recoge collerón, pero se nota que tampoco han pateado mucho terruño (campo). Dice el DRAE:

collerón.
1.m.Collera de lujo, fuerte y ligera, que se usa para los caballos de los coches.

Qué pena que el DRAE no sepa que lo que comemos a diario se produce en el campo y que para arrastrar los carros y herramientas necesarias para cultivar la tierra se usaban los collerones. Eso sí, no eran de lujo, lo importante es que no hicieran daño (hirieran en el pescuezo) a los animales de tiro.

Después de la pequeña historia del collerón quiero dejar constancia, mediante documento fotográfico, -y espero que de una vez por todas sirva para diferenciar entre el collerón rural y el collarón académico de lo que fue el collerón: arreo para trabajar el campo y tirar del carro; bridón y collar, o collarón, para engalanar a la caballería. Éstos de la foto fueron confeccionados por Gonzalo, guarnicionero de Montemayor de Pililla y amigo de casa (espero que durante muchos años sirvan de modelo para generaciones venideras. De momento los conservamos lo mejor que sabemos. 


De izquierda a derecha: bridón, collar o collarón, según con
lo que se le compare, y collerón.
El conjunto para engalanar (no enjaretar) la cabeza del animal, lo forma el bridón y el
collar, o collarón según el tamaño. La "B" corresponde con la inicial del apellido
Busto: eran los de casa. En la otra anteojera esta grabada la "G" de Gaudencio.



Camporredondo 26 de marzo de 2015.

2 comentarios:

  1. Magnífico artículo, Gaude, con jugosas y útiles precisiones. Muchas gracias. Espero que el "experto" por antonomasia tome cumplida nota. Abrazos.

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    1. Lo que yo pediría es que las instituciones, al menos las que pagan con dinero ajeno (Diputación Provincial de Valladolid, Ministerio de Cultura) tomaran nota y velaran para que nuestros estudiantes sean formados, o informados, correctamente.
      Un rural abrazo.

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