jueves, 9 de octubre de 2014

En Camisas de Once Varas: A huevo.

Yo creo que tiene que llegar el momento de cortar este empeño que tengo en ver las cosas de distinta manera a como las ve el “experto” en la narrativa de Miguel Delibes y, debo entender,  aquél que se las publica.

Aquí tenemos otra muestra más:

A huevo: Locución adverbial: que apenas cuesta. “Indica lo baratas que costaban o se vendían las cosas”.

EUC p. 65.
(…) sobre el navazo encharcado y fallar una segunda a huevo (…)

Vamos a ampliar un poco lo que Delibes nos dice en “El último coto” y después seguimos comentando: “(…) No cacé más de hora y media (el temor de la vuelta al coche me enervaba) tiempo suficiente para derribar una perdiz lanzada sobre el navazo encharcado y fallar una segunda a huevo, entre los pinos. (…)”

Bien, parece que el cazador no andaba de compras en ese momento, ni pretende decirnos si las cosas se compraban o vendían baratas. Delibes en “El último coto” nos dice que le salió una perdiz a huevo, o sea fácil, a capón… ¿se acuerdan? Bueno pues eso; que aun saliéndole mansa, a huevo, la falló. Ése parece que era su lamento, más que el de los precios en el mercado.

Decía al principio del escrito que veo las cosas de distinta manera a como las ve el “experto” con lo que uno de los dos nos equivocamos; o no, porque posiblemente los dos tengamos razón, cada uno lo vemos desde distinta óptica: él desde la ciudad y yo desde el terruño desde donde, indudablemente, las cosas parece que se ven de distinta manera: yo veo a la perdiz volando lanzada sobre el navazo encharcado y volando entre los pinos, y él la ve volando entre los puestos del pescado, la carne o la fruta. A mí no me preocupan los precios del mercado y a él no le preocupa si el navazo está encharcado o era un secarral.

YO SIGO CONTANDO LAS COSAS DESDE EL PUEBLO.


2 comentarios:

  1. Lo que me faltaba por ver: el cazador de rebajas por los grandes almacenes, a la caza de gangas por las tiendas y no en los aguazales. No se puede permitir tanto daño en la interpretación de Delibes. Ni el Instituto, ni la Cátedra deben permanecer impasibles. ¡De vergüenza ajena!

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  2. Quizás -para otros- este sea el respeto que merece la obra de Miguel Delibes.
    Para el posible lector interesado por el origen de mi entrada, este se encuentra en el Diccionario de expresiones populares en la narrativa de Miguel Delibes página 37 editado por Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.
    Gracias.

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