Si yo viviera en otra región
española, habría visto la definición y, seguramente, habría dicho: mira cómo
llaman en Castilla al estado óptimo para hacer las labores en la tierra, y no
me habría atrevido a más. Pero es que vivo en el corazón de Castilla, en
Camporredondo –Valladolid- a dos pasos de donde se ha editado el Diccionario
del Castellano Tradicional. No entiendo cómo puede variar tanto el concepto en
tan pocos km. Vean lo que dice el diccionario en la página 118:
Tempero: n.m. Temperatura ideal en que se halla el terreno para el
laboreo. (Sic).
A ver si lo entiendo: ¿Quizá
debería el agricultor esperar un día del mes de mayo que no haga aire, ni mucho
sol, para hacer las labores agrícolas y sembrar? Porque en junio haría
demasiado calor y en enero demasiado frío. Creo que no, miren:
Tempero.- Sazón y buena disposición en que se halla la tierra para
las sementeras y labores.
Bueno, pues para decir esto no he
necesitado pensar, porque es lo que dicen el DRAE y el DUE.
Pero hay más, vean lo que dice el
mismo diccionario en su página 52:
Tempero n.m. Temperatura de la tierra cuando ha llovido. Estado de
la tierra apropiado para sembrarla o trabajarla. (Sic)
¿Ustedes lo entienden? En la pág.
52, si suprimen la primera parte, lo han bordado. ¿Entonces para que
complicarlo en la 118? ¿No era el mismo coordinador?
Lo que es cierto es que, sin que
sirva de precedente, el DRAE, el DUE y este humilde ex pastor y ex agricultor,
coincidimos.
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