Cada poco tiempo pido -sobre
el lenguaje rural- que el que más sepa que más diga. Lo digo convencido de que
muchas palabras se van desvirtuando porque sólo se oye al que habla y se lee al
que escribe. Sin embargo hay muchas veces que el que verdaderamente conoce el
significado de la palabra es aquél que no habla ni escribe sobre ella.
Sobre la palabra que hoy traemos
hasta “En camisas de once varas” sé que existe controversia -he mantenido
alguna discusión sobre ella- a veces sin llegar a ningún acuerdo. Lo que a continuación digo es fruto de la experiencia que da la venta directamente al público en la tienda de mis padres. Vean:
lía n.f. Soga de esparto trenzada que se utiliza para atar los
haces. (Sic).
Esto nos dice el DCT en su página
98.
Sin embargo los diccionarios DRAE
y DUE nos dan una definición que nos parece más correcta porque no dan a la lía
un uso determinado como le da el DCT.
Veamos lo que es, para el que
suscribe, la:
Lía.- Soga de esparto trenzado que, cortada a la medida adecuada,
se usa para distintos fines. Veamos algunos usos: colgar las uvas en el
sobrado (hoy buhardilla), tender la ropa a secar, atar cargas etc. etc. Como vemos, para cada
utilidad se usa la soga trenzada con arreglo a la medida necesaria: ésa es la lía.
Por otra parte, la soga de esparto
trenzada que se utiliza para atar los haces es el atillo (atillo, de atar, sin
hache) que tiene la medida predeterminada desde su fabricación. Veamos.
Las sogas de que hablamos se
fabricaban en largas longitudes. Estas sogas se recogían en madejas llamadas
mazos con la longitud exacta para que al cortarlas por la mitad quedaba la
longitud exacta –previo nudo en sus extremos- para atar los haces de mies y otros.
Estas sogas empaquetadas se
recibían en casa (véase tienda) en fardos compuestos por varias madejas (mazos)
y se vendían a gusto del consumidor: en mazos de varios atillos, o directamente
cortadas y anudadas por número de atillos.
O sea, Fardo: conjunto de varios
mazos (lías). Mazo: madeja de lía que al cortarlo por la mitad, y una vez
anudado sus extremos, se convertía en atillos para atar los haces. Por tanto:
Lía: se decía de la soga de esparto trenzado a la que se daba la
longitud adecuada a cada necesidad: no tenía medida predetermina como el
atillo.
IMPORTANTE FUE EL ATILLO EN EL
MUNDO RURAL, CONSERVEMOS LA PALABRA.
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