martes, 11 de marzo de 2014

En camisas de once varas: Penca



Si las palabras que recogemos son de la narrativa de Miguel Delibes quiero decir que, en este caso, hemos errado el tiro (dicho sea en honor del cazador que escribe). Porque a la penca que el Delibes escritor se refiere en la página 126 de Castilla Habla, es a la de la pluma del gallo corzuno.

Dice el DCRNMD en su página 180:

Penca: Tira del látigo para azotar. (Miguel Delibes 1 de octubre de 2003) (Sic).

No tengo ni idea de si, también, es la tira del látigo para azotar. La tira del látigo que usábamos para hostigar a las caballerías era la tralla y la penca, en el caso que nos atañe, es…

Penca.- Moteado principal de la pluma del gallo corzuno.

2 comentarios:

  1. Efectivamente, Gaude, para explicar las acepciones de las palabras hay que tener en cuenta el contexto. En castellano "penca" puede ser la tira de cuero o vaqueta con que el verdugo azotaba a los delincuentes, a los que se llamaba también disciplinantes de penca, en recuerdo de los disciplinantes de sangre que, teóricamente, movidos por la piedad y la contrición, se flagelaban en Semana Santa, a la que ya tenemos a la vuelta de la esquina.
    Es, por lo tanto, un donoso disparate hablar de látigos en este contexto, a no ser que pensemos que los gallos del Boñar han sido condenados a ser sacados a la vergüenza pública y a ser azotados por el verdugo.
    Es normal que en la elaboración de un glosario, tarea de gran complejidad, haya errores, pero el libro que sueles citar en tu "Pizarra" recuerda en muchas ocasiones las infantiles canciones de disparates como aquella que aludía a que por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas. Y para el que crea que es exageración, véase lo que el experto en el escritor vallisoletano escribe sobre "freza" nada menos que en el glosario que publica la Cátedra Miguel Delibes. Una vez más; Gaude, recibe mi felicitación por tus desvelos en la defensa del castellano.

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    1. ¿Churras? ¿Merinas? ¡Qué más da! Cuando uno sale al campo un fin de semana, se come algo tan rural como una tortilla de patata, (merienda diaria del pastor) se lleva un terrón como recuerdo y cree saberlo todo sobre el mundo rural, pueden darse –y se dan- estas situaciones. Si a esto le sumamos la creencia de que los hombres y mujeres rurales (paletos para algunos) no se acuerdan de nada, el ignorante profundo de esta forma de vida cree descubrir arados nuevos que todo el mundo desconoce… En fin, nada, que seguiremos mientras podamos –con lo que podamos- defendiendo este lenguaje y esta forma de vida, conscientes de que después de más de 70 primaveras aún nos queda mucho por aprender.
      Gracias por participar y, cuando haya que darme leña, adelante, porque el que más aprende soy yo -que falta me hace- y el lenguaje rural saldrá ganando.

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