Aunque la palabra tal como está recogida quizá debiéramos dedicarle una explicación más amplia, vamos a centrarnos en lo que recoge el DCRNMD que en su página 62, dice:
Avena: Aunque el significado del DRAE es el correcto, aquí Miguel Delibes quiere referirse a un campo de avena cuando dice una avena. (Investigación de campo) (Sic)
Vamos allá: ¿hablamos en la narrativa de Delibes, (con lo cual sobran más referencias) o de qué hablamos? Como el autor del diccionario dice que se apoya en la narrativa del escritor, sigamos por ahí: “Aunque el significado del DRAE es el correcto (…)” ¿Quiere decir el autor, que lo que dice Delibes no es correcto?
Miguel Delibes, a lo largo y ancho de toda su obra, habla el lenguaje que hablan sus personajes y el ambiente en que se mueven. De manera que si algo hay correcto en su obra es lo que él nos dice; y nos dice muy bien, que las perdices se le han ocultado tras una avena. Entonces si algo nos queda por aclarar es: aunque el significado de Delibes es el correcto, el DRAE se refiere al cereal avena, no a una avena.
Ya sé que Jorge Urdiales es un magnífico académico y que nos explicaría correctamente lo que es la avena, pero es que D. Miguel no habla de LA avena, sino de UNA avena que aunque parezca igual no es lo mismo. Avena: cereal para alimento. Una avena: un campo sembrado de avena. ¿Es más correcto lo que dice el DRAE que lo que dice el escritor? En todo caso, uno habla en lenguaje académico y tiene su razón académica, y el otro en lenguaje rural y tiene la razón rural que, ¡por cierto! ¿no es el lenguaje que nos interesa en la obra de Miguel Delibes?
Miguel Delibes, a lo largo y ancho de toda su obra, habla el lenguaje que hablan sus personajes y el ambiente en que se mueven. De manera que si algo hay correcto en su obra es lo que él nos dice; y nos dice muy bien, que las perdices se le han ocultado tras una avena. Entonces si algo nos queda por aclarar es: aunque el significado de Delibes es el correcto, el DRAE se refiere al cereal avena, no a una avena.
Ya sé que Jorge Urdiales es un magnífico académico y que nos explicaría correctamente lo que es la avena, pero es que D. Miguel no habla de LA avena, sino de UNA avena que aunque parezca igual no es lo mismo. Avena: cereal para alimento. Una avena: un campo sembrado de avena. ¿Es más correcto lo que dice el DRAE que lo que dice el escritor? En todo caso, uno habla en lenguaje académico y tiene su razón académica, y el otro en lenguaje rural y tiene la razón rural que, ¡por cierto! ¿no es el lenguaje que nos interesa en la obra de Miguel Delibes?
Cuando un agricultor le hable de una avena, un trigo, una cebada, un centeno… etc. siempre le estará hablando de UN campo (nunca de EL campo) sembrado de ese cereal.
Hay otro detalle en el diccionario que quizá, al lego, pueda confundir: las perdices no se le ocultaron, al cazador, "bajo una avena", sino tras ella. Hay una pequeña diferencia que puede dar lugar a que el no experto piense que la avena es un árbol, bajo cuya copa se ocultan las perdices.
Conclusión: hablemos en lenguaje académico, o rural, en cada momento, sin olvidar que uno y otro tienen sus reglas y, dentro de ellas, los dos son correctos.
RESPETEMOS EL LENGUAJE RURAL.
RESPETEMOS EL LENGUAJE RURAL.
Tildar de incorrecto el uso de "avena" por "tierra sembrada de avena" o "trigo" por "trigal" denota un desconocimiento supino de los mecanismos de la lengua viva y de la literatura clásica española. La utilización de metáforas, metonimias o sinécdoques no es incorrecta, aunque no vengan en los diccionarios. Si Quevedo, para referirse a su angustia vital dice que su existencia "es un pobre y turbio río que negro mar en altas ondas bebe", o si alguien dice que le apetece tomar dos copas nombrando el continente por el contenido eso no es ninguna incorrección. En la literatura de los Siglos de Oro es normal "trigo" por "trigal", por ejemplo, y en esa época ya existía la locución "echar por esos trigos" ('ir desacertado o fuera de cammino') que todavía recoge la Academia. No hay que sacralizar los diccionarios, elaborar cualquier diccionario es estar condenado al fracaso porque es imposible dar cuenta de las inmensas riquezas de la lengua viva, en la que no puede mandar nadie, porque sólo es del pueblo que la habla.
ResponderEliminarNo obstante, también es justo reconocer que hay diccionarios mejores y peores, y que un libro lleno de despropósitos y barbaridades no se puede llamar diccionario, sin que sea una befa y una pérdida de respeto hacia los lectores del libro, hacia los hablantes de esa lengua y hacia los lexicógrafos que dedican años y años de estudio para preparar diccionarios dignos de tal nombre.
Olé, olé, olé, olé (…) Esto es lo que me anima a seguir: gente seria de la academia tomando ora la pluma, ora la esteva o la cayada. ¡Joder que a gusto me siento! Ya sabéis que yo el lenguaje rural de mi zona y poco. Pero dicen que “el que hace lo que puede no está obligado a más”. Yo me ofrezco a colaborar con todos los diccionarios, expertos, academias, Cátedras… (ya lo he intentado sin éxito), siempre que se respete el lenguaje de mi mundo, aquel que no está escrito en ninguna parte, por eso hay quien cree que se puede avasallar.
EliminarGracias Luciano.