martes, 14 de octubre de 2014

En Camisas de Once Varas: Quitameriendas.

Quitameriendas
VHCV pp. 54-55
(...) las
 quitameriendas que aparecen en las eras cuando finaliza el verano,
quitameriendas.
1.
 f. Planta de la familia de las Liliáceas, muy parecida al cólquico, del que se distingue por no estar soldadas entre sí las largas uñas de sus sépalos y pétalos.

Lo que acaba usted de leer amigo lector de “En camisas de once varas” lo puede encontrar, tal cual, en Cátedra Miguel Delibes.

Parece que al autor del glosario le llamó la atención la palabra quitameriendas, pero no tenía demasiado tiempo para investigar y explicar -para los no versados- lo que es la planta, y no se le ocurre un camino más corto que acudir al DRAE y… “aquí paz y después gloria”: así es más fácil.

Entonces trataremos, desde nuestra óptica de aficionado y admirador del escritor -también como hombre de campo- de encontrar un punto de conexión entre la planta “quitameriendas” y lo que es, en buena parte, la denuncia que constantemente Delibes hace sobre la miseria en que vivía el campo castellano. “El cielo de Castilla es tan alto porque los labradores lo empujan de tanto mirarlo”. Vamos a ello:

Que los trabajos más duros en el campo eran los que se realizaban en verano no creo que pueda ser objeto de discusión. Por eso, desde el día de la matanza, las mejores tajadas se guardaron en la olla entre manteca para cuando la dura jornada comenzara al alba, finalizando cuando el velo de la noche hiciera imposible continuar. Sólo en este tiempo se hacían cuatro o cinco comidas: desayuno, primera hora de la mañana; almuerzo, nueve de la mañana; comida, al mediodía;  merienda, contra la tarde y cena.

Cuando las labores de siega, trilla, limpia, y una vez que el grano se encerraba en desvanes o paneras,las horas de mayor esfuerzo por la mañana (la mañanada) se eliminaban y con ellas habíamos suprimido el desayuno. Nos quedaba una comida que, entonces, no era un lujo sino una necesidad: la merienda.

Cuando la era –nunca mejor dicho- quedaba limpia de polvo y paja, sobre la superficie en la que se había recogido el fruto de tanto esfuerzo, era cuando nacía una planta como la que nos describe el DRAE: la quitameriendas (perezosa en Camporredondo por aquello de que florecía tarde). Planta muy bonita, de colores muy delicados pero…  nos indicaba que la merienda se había acabado: el trabajo fuerte había terminado. Lo que hemos dicho, y que los días eran más cortos y, como tal, la jornada también se acortaba daban al traste con la merienda. No es culpa de la planta, ella no nos quitaba la merienda, pero venía a decirnos que el tiempo de la merienda había pasado.

Estoy hablando de la merienda –merienda en la era- y tal vez nos parezca que esto era una de esas “merendonas” campestres que hoy nos disparan la tasa de colesterol: nada más lejos de la realidad, la merienda, por regla general, era una sanísima, buena y modesta ensalada de tomate y pepino aderezada con aceite, sal y vinagre que, con un trozo de pan, sabía a gloria. ¿Tendría el merito la ensalada, o el rato de descanso que se disfrutaba durante el “ágape”?

Y hasta aquí la historia de una bonita planta que nacía en la era al terminar el verano y que su presencia indicaba que ya no habría más meriendas, al menos en la era. Pero la planta no era la culpable de tanta miseria como se vivía en aquellos tiempos, la quitameriendas nos avisaba que en la era ya no habría más meriendas, pero durante unos días ponía un bello colorido sobre la superficie de la era barrida.  

Tiene una parte triste el final de la historia de la quitameriendas y es que ha pasado a ser planta rara, al menos en la zona en que este pueblerino la vio nacer y morir tantas veces.

ESPERO QUE ALGUIEN ESTUDIE LA OBRA DE DELIBES Y DESPUÉS NOS LA CUENTE: SE LO MERECE.

Nota al final de esta serie de palabras: Por falta de fuente de información (esta era la última palabra que habíamos recogido de la Cátedra Miguel Delibes) nos vemos obligados a dejar en suspenso la serie. Si algún día volviéramos, nuevamente, a tener oportunidad de seguir, así lo haríamos.


2 comentarios:

  1. Coincido completamente con la explicación.

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    1. Desde aquí, y ahora, hago votos para que la obra de Delibes sea explicada sin recurrir al DRAE. El propio Delibes decía sentirse poco académico.

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