Allá donde estuve, cual Isidoro,
paseé con orgullo el pueblo escrito en mi cara.
Amigos de “En Camisas de Once
Varas: hasta aquí mi tránsito por el campo de las palabras de este mundo
maravilloso (el mundo rural) que, según mi criterio, los expertos y
diccionarios –poco o nada rigurosos- no han tratado como se merece. Oí y
escuché que mis raíces me gritaban y no pude, ni quise, resistirme a su
llamada. He intentado hasta donde me ha sido posible defender la pureza del
lenguaje rural desde donde creo que debe hacerse: desde el pueblo y la tierra;
nunca desde la tranquilidad de un escritorio. Desde la mesa-escritorio el campo
no se ve si no a través de imágenes deformadas que, a veces, muchas veces, no
hacen justicia a los hombres y mujeres del campo.
No por eso dejo de agradecer a “expertos”
y diccionarios que me hayan obligado a salir de mi tranquilo refugio de
jubilado para contrastar lo que ellos y en ellos se dice y la realidad (mi
realidad de hombre nacido y criado en el campo). No sé si habré conseguido aportar
un poco de luz allí donde a mí me parecía que había tinieblas. A través de “La
Pizarra de Gaude” y en su apartado “En camisas de once varas” he querido examinar la opinión de aficionados –quiero creer que
bienintencionados- que bajo mi punto de vista era desatinada. Si lo he
conseguido o no es usted el que debe juzgarlo: “lo escrito, escrito está”. Allí
le invito a reflexionar y nada le agradecería más que me hiciera saber aquello con lo que no esté
de acuerdo, para rectificar lo que haya que rectificar y
para aclarar lo que no esté suficientemente claro (todo sea en memoria y
cariño hacia el campo y sus gentes).
En mi pueblo decimos “para
muestra un botón”. Eso es lo que he intentado hacer desde “En Camisas de Once
varas”, dejar un botón de lo que está ocurriendo con la obra de Delibes y con
el lenguaje rural. A partir de aquí, creo, son otros con más y mejor formación
que yo los que deben seguir aunque, por lo visto y leído hasta el momento,
tengo muy fundados temores de que lo que vaya a perdurar es lo que públicamente
he denunciado como un claro aprovechamiento de una obra sobre el mundo rural
que es digna de mejor estudio. Lo que acabo de decir no sé si debéis tenerlo en
cuenta, al fin y al cabo no es más que la opinión de un ex pastor y ex
agricultor que no admite que desde la academia le digan que ordeñó en
herradones de latón que fabricaban los cacharreros (alfareros) de Arrabal de
Portillo, que el arado viñero y el romano son el mismo arado, que los
agricultores medíamos el sulfato de cobre a puñados, que la Milana (Los Santos
Inocentes) sea la hembra del milano, la freza, meaína, barbón, humeón, greñuda,
manguito, aventadora… etc. etc. etc.
Hago este paréntesis porque quiero
seguir contando cosas para generaciones posteriores y para ello necesito más “tiempo”
del que dispongo.
Y cómo no tengo, como acabo de
decir, el “tiempo” que quisiera, si quiero terminar diciendo a nuestras
autoridades académicas: el honor de pertenecer a la Real Academia no acaba al
ocupar tal o cual sillón correspondiente a una determinada letra; ahí comienza
vuestra labor. Lo que queda por ver después es si se nota, o no, vuestro
trabajo.
Con esto no estoy diciendo adiós
sino, si es posible, hasta luego, porque trabajo hay mucho por hacer.
Repito: “Para muestra un botón”.
HASTA PRONTO.
Gaude, recibe mi más cordial y sincera enhorabuena por la excelente labor realizada. Esperemos que el paréntesis sea corto. Abrazos.
ResponderEliminarEspero, y sobre todo deseo, que si algún día vuelvo sobre "En camisas de Once Varas" sea con el ánimo de ayudar a otros con más y mejores bases que las de este humilde, ex pastor primero, y ex agricultor después. Pero sobre todo enamorado del mundo rural.
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