viernes, 9 de mayo de 2014

En Camisas de Once Varas: Calzar.

Sería inútil seguir sin aclarar antes que al decir “calzar” nos referimos a calzar la reja del arado, no el arado, ni el pie del arador.

Calzar v.tr. Colocar una nueva reja en el arado para reemplazar la ya gastada o ajustarla bien.
DRAE: En la reja del arado, poner otra nueva para reemplazar a la ya gastada.
DUE: Ponerle reja nueva al arado.(Sic)

Esto lo encontramos en la página 77 del DCT.

Leído así parece que nos invita a pensar que al que calzamos es al arado (lo calzamos con una reja nueva) y no es cierto: lo que intentamos es calzar la reja del arado, que no es lo mismo porque, a ver: si ponemos una reja nueva no podemos decir que la hemos calzado, en todo caso diremos que hemos sustituido la gastada por el uso, por una nueva.

¿Lo razonamos? Vamos con calzar según el DCT: si colocamos una nueva reja en el arado, resulta que no hemos calzado la reja: hemos sustituido la gastada por una nueva, como decíamos. Pero también parece que se nos hubiera desajustado, entonces tampoco la hemos calzado, sino que la hemos ajustado.

DRAE: “En la reja del arado, poner otra nueva para reemplazar a la ya gastada”. Según esto ¿sobre la reja del arado montamos otra nueva? Esto me temo que no es posible.

DUE: “Ponerle nueva reja al arado”. Aquí parece que al que calzamos es al arado.

Entonces, ¿qué hacer? Pues vamos a calzar la reja del arado que está muy gastada por el uso:

Desmontamos la reja que está montada sobre el dental del arado, la llevamos a la fragua y allí el herrero añade hierro nuevo (calza) para reponer el gastado por el roce con la tierra. Esto sí es calzar la reja: añadirle hierro, en la fragua. Si el hierro a añadir era aportado por el agricultor, el precio de la operación, de calzado, se reducía, pero lo normal era que lo pusiera el herrero.

¿Cómo se añadía el hierro? Pues a base de calor y martillazos. El herrero, con su martillo, iba marcando -sobre la parte de la reja calentada (albada) en la fragua al efecto- el golpe que debería dar el ayudante con la marra (martillo pilón humano) hasta que el hierro añadido quedaba soldado, por contacto, a la reja gastada.

Puedo asegurarle a usted que el calzar la reja era una tarea muy dura, no tan fácil como pudiera parecer: el herrero, que era profesional, sabía cómo y dónde dar el martillazo oportuno. Pero el agricultor, que no era herrero, fallaba algún golpe y el maestro se enfadaba... había que ver al señor Cayetano (de profesión herrero) qué cabreos se cogía.


CALCEMOS EL LENGUAJE RURAL AÑADIÉNDOLE ENTUSIASMO. SE LO MERECE.

Nota al final: para aquél que le haya sorprendido la palabra “albada” debo aclarar que esto se decía de aquello que está muy caliente, en este caso la reja que tenía que estar albada para que soldara. Esta palabra está recogida en el Diccionario de Camporredondo, en esta misma pizarra.

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