Sería inútil seguir sin aclarar antes que al decir “calzar” nos referimos a calzar la reja
del arado, no el arado, ni el pie del arador.
Calzar v.tr. Colocar una nueva reja en
el arado para reemplazar la ya gastada o ajustarla bien.
DRAE: En la
reja del arado, poner otra nueva para reemplazar a la ya gastada.
DUE: Ponerle reja nueva al arado.(Sic)
Esto lo encontramos en la página 77 del DCT.
Leído así parece que nos invita a pensar que al que calzamos
es al arado (lo calzamos con una reja nueva) y no es cierto: lo que intentamos
es calzar la reja del arado, que no es lo mismo porque, a ver: si ponemos una
reja nueva no podemos decir que la hemos calzado, en todo caso diremos que hemos
sustituido la gastada por el uso, por una nueva.
¿Lo razonamos? Vamos con calzar según el DCT: si colocamos
una nueva reja en el arado, resulta que no hemos calzado la reja: hemos
sustituido la gastada por una nueva, como decíamos. Pero también parece que se nos hubiera
desajustado, entonces tampoco la hemos calzado, sino que la hemos ajustado.
DRAE: “En la reja del arado, poner otra nueva para
reemplazar a la ya gastada”. Según esto ¿sobre la reja del arado montamos otra
nueva? Esto me temo que no es posible.
DUE: “Ponerle nueva reja al arado”. Aquí parece que al que
calzamos es al arado.
Entonces, ¿qué hacer? Pues vamos a calzar la reja del arado
que está muy gastada por el uso:
Desmontamos la reja que está montada sobre el
dental del arado, la llevamos a la fragua y allí el herrero añade hierro nuevo
(calza) para reponer el gastado por el roce con la tierra. Esto sí es calzar la
reja: añadirle hierro, en la fragua. Si el hierro a añadir era aportado por el
agricultor, el precio de la operación, de calzado, se reducía, pero lo normal
era que lo pusiera el herrero.
¿Cómo se añadía el hierro? Pues a base de calor y
martillazos. El herrero, con su martillo, iba marcando -sobre la parte de la
reja calentada (albada) en la fragua al efecto- el golpe que debería dar el ayudante con
la marra (martillo pilón humano) hasta que el hierro añadido quedaba soldado, por
contacto, a la reja gastada.
Puedo asegurarle a usted que el calzar la reja era una tarea
muy dura, no tan fácil como pudiera parecer: el herrero, que era profesional,
sabía cómo y dónde dar el martillazo oportuno. Pero el agricultor, que no era
herrero, fallaba algún golpe y el maestro se enfadaba... había que ver al
señor Cayetano (de profesión herrero) qué cabreos se cogía.
CALCEMOS EL LENGUAJE RURAL AÑADIÉNDOLE ENTUSIASMO. SE LO MERECE.
Nota al final: para aquél que le haya sorprendido la palabra
“albada” debo aclarar que esto se decía de aquello que está muy caliente, en este
caso la reja que tenía que estar albada para que soldara. Esta palabra está
recogida en el Diccionario de Camporredondo, en esta misma pizarra.
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